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PERSPECTIVAS DEL DESARROLLO HUMANO

Galván Flórez MónikTarea17 de Marzo de 2016

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PERSPECTIVAS DEL DESARROLLO HUMANO

María Teresa Luna

Con-texto del desarrollo en Colombia

La realidad que nos ha tocado vivir en Colombia ha estado cargada de violencias e inequidades de todo tipo, lo que se evidencia en cifras alarmantes de exclusión, injusticia, corrupción y empobrecimiento. Un panorama desalentador y sombrío que se vive a diario en las noticias, en las calles, en los barrios. Tienen razón las personas que se preguntan cómo hemos sobrevivido y nos hemos mantenido a pesar de estas adversidades que en mucho corresponden a ordenamientos

sociales que perfectamente pudieran ser diferentes.

Nuestra reacción, muchas veces toma la forma de una anestesia defensiva y evasiva, pero hay personas que son capaces de hacer de esa realidad un motivo que los incita a continuar haciendo su trabajo día a día, haciendo las cosas mejor de como lo hicieron las generaciones anteriores; tratando de no repetir los mismos errores que ellos; evitando el camino de corrupción, negligencia y abuso que ellos anduvieron… cambiando así sea poco a poco y desde el ambiente más inmediato, esta macro-realidad que les ha tocado.

Las políticas de desarrollo en América latina han estado centradas en lo político y económico y sin embargo no han logrado cumplir con las metas de mayor equidad e inclusión y disminución de la pobreza. En Colombia se comenzaron los primeros planes de desarrollo a partir de los 70’s, cuando el Banco Mundial lanzó su política de "Asalto a la Pobreza", la cual daría origen a los programas de Desarrollo Rural Integrado, DRI, y de nutrición para responder a un nuevo modelo de desarrollo desde el cubrimiento de las necesidades.

Estos modelos se encuentran hoy en lo que Güell1  llama perplejidad. Perplejidad en lo económico porque en lugar de disminuir la pobreza ha aumentado; pero también en las expectativas de crecimiento económico en el futuro, dada la crisis económica mundial que afecta a todos los países, especialmente a los más pobres. La otra perplejidad que el autor plantea es la política, pues se “ha producido un desfase y distancia entre las transformaciones políticas y la constitución de ciudadanía”  en  tanto  no  existe  una  ciudadanía  activa  y  comprometida  en  la

vigilancia de las funciones del estado. Una tercera perplejidad es la social, que se

1 Revista Latinoamericana de Desarrollo Humano. PNUD  Chile. http://www.revistadesarrollohumano.org/biblioteca.asp#all


expresa  en  el  debilitamiento  de  las  organizaciones  sociales  y  las  pocas  que existen, no logran la cohesión ni la representatividad necesaria para incidir en las políticas de estado. Según Güell, nos encontramos en una “impotencia social”, pues las sociedades se perciben a sí mismas como carentes e incapaces de incidir sobre el entorno social, generando una detracción defensiva hacia los dos únicos ámbitos donde las personas sienten que pueden actuar: en sí mismos y en la familia.

Por su parte Norbert Lechner (1997) nombra la situación política actual como un desencanto, no tanto porque no se cumplieron las promesas democráticas de soberanía popular, de autonomía y protagonismo del ciudadano, sino por sobre todo, porque se han desmoronado  las  representaciones  simbólicas que sustentaban la democracia. Para él, vivimos actualmente en un desfase entre los mapas  con  que  trabaja  la  política  y  la  realidad  social,  entre  la  idea  que  nos hacemos de la política y las constricciones en que ésta se desenvuelve. Como una alternativa   que   surge   desde   América   Latina   para   consolidar   las   nuevas democracias, se proponen un redimensionamiento que ofrezca una visión más simple del mundo abarcando una realidad global en relación con lo local; la reestructuración de la simbolización para devolverle a la democracia la densidad necesaria  para  darle  un  nuevo  sentido  simbólico  como  orden  colectivo;  la posibilidad de ser capaces de soñar en un futuro jerarquizando las urgencias del presente y sobre todo poder construir democracias que encaucen los desafíos emocionales de la vida social.

¿Por qué han fallado estos modelos de desarrollo en Colombia?

Las   respuestas   las   encontramos   analizando   las   propuestas   de   desarrollo planteadas por los gobiernos desde los años 60 y no se requiere ser experto, para concluir que la ineficacia en los resultados está asentada en asuntos de diversa índole: políticos tanto internos como externos; en la planeación y ejecución; en la participación de los diferentes sectores económicos y sociales y en el enfoque que se ha asumido en el modelo de desarrollo.

Para (Acosta, 2007) la visión de la Planeación en Colombia es cortoplacista, pues siempre se hace para responder a demandas coyunturales, sea de las entidades financieras internacionales o los intereses políticos y económicos de algunos sectores. La formulación de los Planes de Desarrollo nacionales y locales,  se han convertido más en un acto político que en el ejercicio de la función planificadora, aunque se ha iniciado un proceso de mayor discusión con la Sociedad Civil y entre


las diversas fuerzas que están representadas en el Parlamento. No existe continuidad entre dos gobiernos en los planes y proyectos comenzados. Cada nueva administración gasta buen tiempo y dinero en formular “su plan”, y otro tanto en presentarlo públicamente y comenzar a ejecutarlo, mientras los funcionarios estatales lo apropian o deciden aplicarlos, su ejecución e impacto real no logra verse pues ya viene una nuevo gobierno. De otro lado, Colombia siendo un país de economía mixta, la planeación se centra en las iniciativas y responsabilidades del Estado, y no se estimula la participación y el compromiso de la empresa privada. Para elaborar los planes siempre se cuenta con asesores que si bien son expertos, no conocen la realidad cotidiana o incluso son extranjeros que ni siquiera conocen el país. Y finalmente, si bien se reconoce que cada vez se hace un mayor énfasis en lo social en la formulación de los planes, estos siempre se elaboran con un criterio fundamentalmente economicista.

Para  dar  cuenta  de  un  verdadero  desarrollo  integral  e  integrado  debemos comenzar por preguntarnos de acuerdo con Güell, “¿Cuál es el tipo de persona y de vida colectiva que queremos favorecer con el desarrollo económico, con la institucionalidad política y con la participación social?”. Lo que nos lleva necesariamente a conversar sobre cuál es el concepto e ideal de persona que socialmente  queremos  construir  o  deconstruir  desde  la  pluralidad  que  somos.

¿Qué  tipo  de  sociedad  queremos  construir  desde  la  cotidianidad?  ¿Cuáles

interacciones humanas queremos que prevalezcan  en lo privado y en  lo público?

¿Qué tipo de programas o proyectos sociales son los más pertinentes para lograr el desarrollo? ¿Cuáles serán las formas de participación ciudadana que promuevan este desarrollo?

Estas preguntas guiarán la propuesta que presenta la Maestría, para construir juntos y juntas una modelo de desarrollo donde el centro sea lo humano. Entendiendo lo humano como un devenir permanente, nunca acabado; instituido en la subjetividad e intersubjetividad de la vida cotidiana compartida con otros y otras en contextos históricos, sociales, políticos, económicos y culturales. Porque para hablar de desarrollo humano debemos comenzar por reconocer nuestra realidad marcada por las carencias y la exclusión, pero también por grandes potencialidades  y  capacidades,  atendiendo  no  solo  las  necesidades  en  lo económico, sino desde todas las dimensiones humanas posibles.

Si comparten la idea arendtiana de que ser sujetos es ser parte de un proyecto individual  y  colectivo,  es  llegar  a  tener  conciencia  de  sí  y  del  mundo  y  es desarrollar  la  capacidad  para  transformarse  y  transformar  el  mundo; entonces


también estarán de acuerdo en que cualquier propuesta de desarrollo humano debe tener en cuenta todas las posibilidades y potencialidades que tenemos las personas para llegar a ser; igualmente tendría que considerar varias perspectivas, tendría que convocar a toda la sociedad civil y a todas las disciplinas, si queremos responder a la complejidad, diversidad, pluralidad y devenir que constituye lo humano.

La perspectiva de las necesidades/satisfactores de Max Neef y su grupo (1986) nos recuerdan que el desarrollo humano “son las personas no las cosas”; y aunque el desarrollo está relacionado con el crecimiento económico, éste no garantiza la satisfacción plena de todas las necesidades humanas.

Una distinción importante que nos aporta esta perspectiva es la diferencia entre necesidades y satisfactores. Lo que hemos entendido por necesidades: servicios de salud, educación, recreación, alimentación etc. en realidad son satisfactores o bienes económicos que disponemos para satisfacer nuestras verdaderas necesidades como personas. Para desarrollarnos plenamente, los seres humanos debemos tener las condiciones necesarias para satisfacer nuestras necesidades axiológicas  (las  que  valoramos  como  indispensables)  para  tener  una  óptima calidad de vida: de subsistencia, de protección, de afecto, de entendimiento, de participación,  de  ocio,  de  creación,  de  identidad  y  de  libertad.  Pero  también tenemos unas necesidades existenciales: en el ser, tener, hacer y estar.

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