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POLITICA DE PREVENCION DE LA VIOLENCIA


Enviado por   •  6 de Julio de 2015  •  4.597 Palabras (19 Páginas)  •  170 Visitas

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Elementos para una política de prevención de violencia

Está claro que los problemas de violencia, delincuencia y criminalidad que vive El Salvador desde la posguerra y que se han acentuado en los últimos cinco años hasta convertirse en el problema principal que preocupa a la sociedad , es multicausal (salud, educación, empleo, policía, judicial…) y como tal requiere un abordaje multidisciplinario que atienda la causalidad, dimensión, características y las consecuencias de cada uno de los aspectos violentos intervinientes. Si bien tal argumentación es simple, no lo son las formas operativas de enfrentar la violencia, por el contrario representan un desafío extraordinario por vencer que toma su tiempo.

Los elementos para una política de prevención de violencia están orientados a la realización de acciones estatales y societales, dirigidos a establecer las condiciones para que la sociedad salvadoreña disfrute de un bien público denominado seguridad ciudadana. Se trata de que cada uno/a de los salvadoreños/as gocen de un entorno de tranquilidad individual y colectiva para el ejercicio pleno de sus derechos y libertades al tiempo que actúan y establecen las condiciones que procuren la seguridad.

El IDHUCA está convencido de que prevenir la violencia es la estrategia ideal para garantizar la creación de condiciones de sostenibilidad para un entorno de seguridad de la ciudadanía, de ahí que el énfasis de los elementos para una política de prevención de la violencia tiene dos signos que le caracterizan, el primero es la participación organizada de los diferentes actores sociales y el segundo es el acento en los jóvenes.

Condiciones para prevenir la violencia

Prevenir es siempre mejor que curar; cuando la enfermedad se encuentra presente –en este caso, la violencia- debe igualmente ser abordada para permitir que las medidas preventivas puedan disminuir o eliminar el riesgo de aparecimiento de eventos de violencia. En contextos como el de El Salvador, en los que la violencia es un hecho preocupante, debe ser enfrentada en la doble vía, una para disminuirla, lo que requiere medidas para el corto y mediano plazo, y otra para prevenirla, que implica medidas cuyos resultados se manifiestan en el mediano y largo plazo.

Para una u otra vía es imperativo el cumplimiento de ciertas condiciones que aumentan su efectividad. Así, es indispensable la férrea voluntad política que defina una visión de largo plazo en el que el combate a la delincuencia sea un compromiso de quien gobierna para con sus gobernados con independencia del partido oficial, al tiempo que apoye incondicionalmente las medidas para enfrentarla y prevenirla. Las experiencias exitosas de combate de la delincuencia han contado con el apoyo de las autoridades, mismo que se ha traducido en movilización de recursos, orientados a aumentar las capacidades técnicas de combate y prevención, conducción del apoyo de la ciudadanía, etc. que han significado la diferencia entre el éxito y el fracaso.

Contar con un diagnóstico correcto; la certeza de conocer la dimensión, profundidad, causas y consecuencias del fenómeno, orienta el diseño, dirección y profundidad de las medidas elegidas y abarata los costos. Los observatorios de violencia, suelen ser buenos instrumentos para el diagnóstico pero deben considerarse las limitaciones de la información proporcionada. Saber exactamente qué problemas son los prioritarios, cuáles son sus causas y el tipo de características abona a la definición de medidas destinadas a combatir cada una de las características conocidas. Sin embargo, no es suficiente; al respecto es imperativa la labor investigativa cuyos resultados orienten la profundidad y la extensión de los esfuerzos que deben ser realizados.

Al ser la violencia un fenómeno multicausal, deben diseñarse e implementarse el conjunto de medidas que atiendan el todo y cada una de las partes causantes de problemas. La situación no es de ningún modo simple, demanda atención integral; no basta una sola medida, hace falta comprender la globalidad del asunto para abordarlo desde sus orígenes hasta sus manifestaciones. El peligro de las acciones atomizadas y parciales es que la violencia no se resuelve, solo se dispersa; en cambio la atención integral, sobre todo de la prevención, encarna una gran variedad de acciones de naturaleza multidimensional y la participación multisectorial

De ese modo se transita hacia otro aspecto que consiste en entender que la tarea de la seguridad es de todos y todas y no un monopolio estatal. Las soluciones a la violencia requieren la confluencia ordenada, sistemática y particularizada de cada uno de los integrantes de la sociedad, -sociedad civil, jóvenes, profesionales, obreros, campesinos, empresarios, partidos políticos, ong´s, cooperantes, instituciones del Estado a nivel de los tres Órganos Legislativo, Ejecutivo y Judicial, a nivel municipal, nacional y regional-; cada cual según su capacidad, sus recursos y sus roles. Ello hace necesario abrir la participación de los diferentes actores en forma gradual y según sea la especialidad.

La participación de la mayor cantidad de actores de la sociedad incluida la ciudadanía, codo a codo con el gobierno y los sectores productivos, debe ser adecuadamente conducida mediante un liderazgo claro que defina una visión compartida de arreglar las cosas, con una sola visión hacia la consecución de objetivos comunes y claros, al tiempo que se establece la intervención específica de cada uno de acuerdo a la voluntad, capacidad, rol, recursos, etc.

El desarrollo de la capacidad técnica de los conductores es indispensable. Si no se cuenta con tales capacidades, es importante diseñar el plan de capacitación que profesionalice a todos los involucrados para estar a la altura de las labores de seguridad y combate a la delincuencia.

Si bien se sabe que no hay recetas preconcebidas y que no hay sustituto al análisis de caso por caso, aprender de la experiencia ajena ahorra caminos en el combate a la delincuencia y de prevención de la violencia; en ese sentido compartir las experiencias siempre será una alternativa a la repetición de errores y a la emulación de las buenas prácticas.

Finalmente, monitorear y evaluar las acciones. Eso genera sentido de responsabilidad para dar cuentas, ajustar las decisiones, corregir la marcha y avanzar con mayor celeridad. Crear el sistema de medición de evolución de las variables y establecimiento de resultados es prioritario para lograr eficiencia y efectividad en las acciones.

Dos

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