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Platicas Karishna


Enviado por   •  7 de Marzo de 2014  •  2.576 Palabras (11 Páginas)  •  137 Visitas

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Uno no puede conocer el amor mediante la descripción de otro; para conocer el amor,

uno mismo debe experimentarlo. No podemos conocer el gusto de la sal hasta que hemos

probado la sal por nosotros mismos. Sin embargo, gastamos nuestro tiempo buscando

una descripción de la verdad, en vez de tratar de descubrir la manera de realizar la.

Digo

que no puedo describir, no puedo poner en palabras esa realidad viviente que está más

allá de toda idea de progreso, de crecimiento. Cuídense del hombre que trata de describir

esa realidad viviente, porque ésta no puede ser descrita; debe ser experimentada, vivida.

Esta realización de la verdad, de lo eterno, no se encuentra en el movimiento del

tiempo, el cual no es sino un hábito de la mente. Cuando ustedes dicen que realizarán

la verdad en el curso del tiempo, o sea, en algún futuro, entonces sólo están posponiendo

esa comprensión que siempre debe estar en el presente. Pero si la mente comprende

la integridad de la vida y está libre de la división del tiempo en pasado, presente y

futuro, entonces adviene la realización de esa realidad viva y eterna.

Pero dado que todas nuestras mentes están presas en la división del tiempo, puesto

que piensan en el tiempo como pasado, presente y futuro, surge el conflicto. Además,

a causa de que hemos dividido la acción en pasado, presente y futuro, a causa de que

para nosotros la acción no es completa en sí misma, sino más bien algo impulsado por

motivos, por el temor, por directivas, por la recompensa o el castigo, nuestras mentes

son incapaces de comprender el continuo total. La verdadera acción sólo puede resultar

cuando la mente está libre de la división del tiempo. Cuando la acción nace de la

integridad, no en la división del tiempo, entonces esa acción es armoniosa y está liberada

de las trabas de la sociedad, de las clases, razas, religiones y del afán adquisitivo.

Para exponerlo de manera diferente, la acción debe volverse verdaderamente individual. No estoy usando esa palabra individual en el sentido de poner al individuo

en oposición a los muchos. Por acción individual me refiero a la acción que nace del

completo entendimiento, de la comprensión completa por parte del individuo, comprensión no impuesta por otros. Donde existe esa comprensión, está la verdadera individualidad, la verdadera soledad -no la soledad del escape a la solitud, sino la soledad que nace del pleno entendimiento de las experiencias de la vida-o Para que haya integridad de acción, la mente debe estar libre de la idea del hoy, el ayer y el mañana. Si la mente no se ha liberado de esa división, entonces surge el conflicto, el cual conduce al sufrimiento y a la búsqueda de escapes para evadir ese sufrimiento.

Yo digo que existe una realidad viviente, una inmortalidad, una eternidad que no puede ser descrita; puede ser comprendida sólo en la plenitud de la propia acción individual, no como parte de una estructura, no como parte de una maquinaria social, política o religiosa. Por lo tanto, uno tiene que experimentar la auténtica individualidad, antes de que pueda comprender qué es lo verdadero. Mientras uno no actúe desde esa fuente eterna, ha de haber conflicto, división y rivalidad continua.

Ahora bien, cada uno de nosotros conoce el conflicto, la lucha, el dolor, la falta de armonía. Éstos son los elementos que mayormente componen nuestras vidas, y desde ellos tratamos de escapar, consciente o inconscientemente. Pero pocos conocen por sí m ismos la causa del conflicto. Puede que la conozcan intelectualmente, pero ese conocimiento es sólo superficial. Conocer la causa es ser plenamente consciente de ella, tanto con la mente como con el corazón.

Puesto que pocos somos conscientes respecto de la causa profunda de nuestro

sufrimiento, sentimos el deseo de escapar del sufrimiento, y este deseo de escapar ha

creado y vitalizado nuestros sistemas morales, sociales y religiosos. Aquí no tengo

tiempo de entrar en detalles, pero si ustedes están dispuestos a reflexionar sobre la

cuestión, verán que todos nuestros sistemas religiosos en el mundo se basan en esta

idea de la postergación y la evasión, en esta búsqueda de mediadores y dadores de

consuelo. A causa de que no somos responsables de nuestros propios actos, de que

buscamos escapar de nuestro sufrimiento, creamos sistemas y autoridades que habrán

de darnos consuelo y protección.

¿Cuál es, entonces, la causa del conflicto? ¿Por qué sufre uno? ¿Por qué tiene que

luchar interminablemente? Para mí, el conflicto surge al verse impedido el flujo de la

acción espontánea, del pensamiento y sentimiento armoniosos. Cuando el pensamiento

y la emoción carecen de armonía, hay conflicto en la acción; o sea, cuando la mente

y el corazón se hallan en un estado de discordia, crean un impedimento a la expresión

de la acción armoniosa; en consecuencia, hay conflicto. Tal impedimento a la acción

armoniosa es causado por el deseo de escapar, por la continua evitación de afrontar

la vida plenamente y por encararla siempre con el peso de la tradición, ya sea religiosa,

política o social. Esta incapacidad de enfrentarse a la experiencia en su integridad, crea

el conflicto y el deseo de escapar

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