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Programa Perspectiva Filosofica Pedagogica 2017


Enviado por   •  17 de Octubre de 2017  •  Tareas  •  6.946 Palabras (28 Páginas)  •  155 Visitas

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PROVINCIA DE BUENOS AIRES

DIRECCIÓN

GENERAL DE CULTURA Y EDUCACIÓN

DIRECCIÓN DE EDUCACIÓN SUPERIOR

INSTITUTO SUPERIOR DE FORMACIÓN DOCENTE N° 29

“Profesora Graciela Gil”

CARRERA: Profesorado para Tercer Ciclo de la EGB y de la

                       Educación Polimodal en:

  • Matemática.
  • Lengua y Literatura.
  • Biología.
  • Química.
  • Física.

AÑO: 1ero.

ESPACIO CURRICULAR: Perspectiva Filosófica - Pedagógica I

CICLO LECTIVO: 2017.

CANTIDAD DE HORAS SEMANALES: 2 módulos.

PROFESOR: Paulo Sebastián López.

PROGRAMA

I. Funciones de la Cátedra.

   Desde este espacio curricular se brindará al grupo de estudiantes aportes teóricos que favorezcan el inicio de un trabajo académico de problematización filosófica de distintos saberes ligados a la profesión y al trabajo docente con el fin de evaluar la relevancia y pertinencia institucional de los mismos.

II. Fundamentos.

     De acuerdo a la Resolución Nº 13271/99 que constituye el Diseño Curricular de los Profesorados de Tercer Ciclo de la EGB y de la Educación Polimodal la presente materia debe ocuparse de desarrollar:

                                                “(…) las características, límites y posibilidades del conocimiento; las concepciones antropológicas sobre las que se sustentan las teorías educativas; los compromisos éticos que subyacen en la práctica educativa y la reflexión sobre la educación como proceso de humanización y personalización (…) los contenidos de ética que sustentan las concepciones para la formación ética de los estudiantes a fin de que el futuro docente sea competente para trabajar esta dimensión educativa”[1].   

   Estas consideraciones deben comprenderse y valorarse teniendo en cuenta que la política educativa de nuestra provincia se propone explícitamente concebir a “(…) la escuela como lugar de inclusión de los alumnos/as, como sujetos de diversidad”[2]. A partir de esto, queda claro el posicionamiento a favor de una educación pluralista, que respete y fomente la diversidad y en la cual lxs docentes no poseen ningún tipo de legitimidad para enseñar un modelo de cómo debe ser un varón, una mujer o una familia o imponer creencias religiosas o ideologías políticas.

   Sin embargo, también es pertinente recordar que no es posible para ningúnx docente llevar adelante la formación de sus estudiantes sin producir al mismo tiempo algún tipo de trans-formación en ellxs. Muchos de nuestros saberes, y sobre todo aquellos que son fundamentales, son expresados a través de prácticas que no revisten importancia para nosotrxs o que directamente nos pasan inadvertidas. Es indispensable entonces comprender –y actuar al respecto- que existe una posibilidad, aunque a ésta se la juzgue como mínima, de que aquello que somos y que hacemos como profesionales de la educación escolar y que estimamos como cosas incuestionables, triviales y/o que directamente nos pasan inadvertidas, pueden llegar a transformarse en “profesiones” involuntarias y no deseadas. Porque nuestras propias prácticas pueden producir saberes que no condicen y que incluso contradicen las metas que nos habíamos propuesto para nuestro  trabajo educativo.

   En consecuencia, desde este proyecto de cátedra se propone el desarrollo con lxs estudiantes de diversos ejercicios de estudio, debate e  investigación de carácter filosóficos principalmente sobre nuestras experiencias acerca de sus vivencias en el profesorado y en las instituciones destino que visiten en la Práctica Docente. Este trabajo teórico constituye una acción académica realmente significativa si se acuerda con la idea de que cualquier saber, y particularmente aquel de tipo pedagógico-didáctico, no es algo absoluto, universal ni ideológicamente neutral y que por ello requiere que sea sometido a  una permanente revisión crítica.

    Para cumplimentar este objetivo el abordaje filosófico que se ponga en marcha no debe centrarse, entre otras cosas, en el estudio de interrogantes acerca de qué es la filosofía sino más bien en plantearse cómo se filosofa. Además debe distanciarse de los clásicos recorridos académicos de tipo histórico que proponen el estudio de períodos, corrientes y autores renombrados. Y también debe despreocuparse de la resolución de las preguntas filosóficas propias de las disciplinas tradicionales (Lógica, Epistemología, Ética, Filosofía de la Educación, Estética, etc.) del tipo “qué es x” (la verdad, la ciencia, el bien, la educación, el arte, etc.).  Por el contario, nuestros ensayos filosóficos intentarán transitar un terreno más plural, flexible y multívoco, en el que sea plausible la existencia de las diferencias, la complejidad y los conflictos propios de toda producción humana. Por ello,    compartimos las apreciaciones de Rabossi en cuanto a que la práctica filosófica no debería consistir en “descubrir verdades” ni tampoco en “fundamentar o justificar”  sino  más bien  en “desplegar las lecturas posibles del mundo actual para comprender cómo las cosas se relacionan entre sí[3]. Para ello es necesario que la estimación como filósofx que cada unx de nosotrxs tenga sobre sí mismo sea similar a la forma en la que mchxs antropólogxs se conciben en su rol de investigadores: como “rompe-rutinas”[4]. Necesitamos un quehacer filosófico que realmente ponga en marcha una tarea de descotidianización de aquellos saberes fundamentales y hegemónicos. Y esta práctica sobre todo debe permitirnos extrañarnos de nosotrxs para así  poder reflexionar, discutir y evaluar si realmente consideramos pertinente aquello que creemos, juzgamos y hacemos sobre y en el mundo.

   Teniendo en cuenta estas consideraciones es que un trabajo filosófico introductorio que intente descubrir, discutir y la evaluar ciertos saberes que constituyen los  supuestos y presupuestos de las prácticas educativas debe considerarse como una tarea ineludible en la formación de lxs futurxs docentes. Sin embargo, no se debe perder de vista el hecho de que, en ciertas ocasiones y circunstancias, la institución escolar no es ajena a las múltiples resistencias y rechazos que habitualmente ha generado el quehacer filosófico. Estas actitudes responden por lo general al temor que representa para muchxs la posibilidad de que aquellxs que filosofan se conviertan en actores sociales que generen disrupciones y/o disidencias en sus ámbitos de interacción cotidiana. Con esta apreciación es fácil advertir entonces el por qué y el para qué de estas actitudes, por así decirlo, antifilosóficas y,  a su vez, apreciar la importancia de la siguiente advertencia:

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