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Proyecto Biblioteca


Enviado por   •  12 de Diciembre de 2012  •  5.471 Palabras (22 Páginas)  •  470 Visitas

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NIVEL PRIMARIO

AÑO: 2010

FUNDAMENTACIÓN

Desde hace mucho tiempo, escuchamos que los niños no se interesan por la lectura y mucho menos por la producción de textos, que su forma de expresarse tanto oral como escrita es muy pobre y muchas otras cosas más que podríamos enumerar. Todo esto nos lleva a cuestionarnos: ¿por qué los niños a lo largo del proceso educativo pierden el interés por las actividades de lectura y escritura?

Nuestra experiencia nos dice que estos al llegar a la escuela se estremecen de emoción cuando se inician en el aprendizaje lector. Es una emoción entre divertida y traviesa, entre misteriosa y expectante porque saben que cuando sean capaces de descifrar aquellos signos que lo invaden todo (folletos, remeras, computadoras, TV...) habrán dado un paso de gigante para que sus padres les consideren... ¡más grandes! Están deseando bucear entre las letras, entre esas mágicas páginas cargadas de símbolos a las que los mayores llaman cuentos y de las que mamá y papá, la abuela y con un poco de suerte el maestro, extraen fabulosas historias de duendes y enanitos, de brujas y de hadas, de tierras lejanas y de objetos cercanos. Entonces el niño comienza su paso por la escuela y es ésta la encargada de provocar ese aprendizaje encantado. Pero algo está fallando porque el empuje inicial, el entusiasmo innato a la curiosidad infantil se apaga a los pocos meses y dificulta el afianzamiento de un auténtico hábito lector. ¿Qué la culpa la tienen la tele y los videojuegos? ¿Qué la familia no lee, que no se preocupa de fomentar el gusto por los libros? Sí, todo eso es muy real - y a la vez muy discutible-, pero no podemos cerrar los ojos por más tiempo y debemos preguntarnos: ¿no será la escuela - con sus métodos, actitudes y planteamientos- la que está matando el apasionado empuje con el que el niño se acerca a los libros?

No podemos negar que la lectura en esos primeros años supone para el niño un amplísimo horizonte de fantasía y sueños, una estimulante mezcla de conjuros mágicos que le permitirán abrir mil puertas y descubrir infinitos mundos de la mano de utópicos, irreales y al mismo tiempo cercanos y entrañables seres. Nos empeñamos en dotarle de las técnicas y mecanismos para descifrar los signos gráficos, pero nos olvidamos del objetivo didáctico que ha de inspirar nuestro trabajo: Ahí es donde reside el matiz revolucionario que hemos de introducir urgentemente en nuestra didáctica de la lectura: hasta ahora nos limitábamos en los primeros años de Primaria a “enseñar a leer” (deberíamos decir “enseñar a descodificar signos escritos”). Y para lograrlo rebuscábamos en las editoriales hasta dar con el método que nos permitiera lograr que al final del año lectivo nadie nos pudiera reprochar que “nuestros niños NO SABÍAN leer”. Estaba en juego nuestro prestigio profesional.

Todo esto nos lleva a reflexionar sobre lo siguiente: ¿cómo podemos impedir o revertir esta situación? ¿cómo se puede desarrollar adecuadamente el proceso de maduración y aprendizaje un/a niño/a que no tiene ninguna afición por los libros -por la lectura gozosa y recreativa- y cuya comprensión lectora se encuentra bajo mínimos estándares?, que ni siquiera es capaz de disfrutar de las fantásticas aventuras -unas veces tiernas, otras apasionantes o patéticas, o exultantes, o misteriosamente íntimas- que se esconden en la literatura infantil que existe en el mercado, ¿cómo va a ser capaz de “leer”, de estudiar, de “temblar de emoción” cuando se le obligue a aprender teoremas y teorías, ideas e ideologías, historias y filosofías que están totalmente fuera de sus gustos, sus intereses y sus motivaciones? Y si no tiene ni siquiera una lectura comprensiva, ¿cómo va a ser capaz de realizar tareas como la resolución de un problema matemático? ¿No hemos caído en la cuenta de que tras un/a alumno/a al que “salen mal las cuentas” puede haber simplemente un problema de comprensión lectora? Si no entiende el planteamiento escrito de la tarea que pretendemos que resuelva, ¿cómo podremos saber si tiene capacidad, dificultad o ineptitud?

Se dice, además que vivimos en una sociedad en continuo cambio, caracterizada por el uso de las tecnologías de la información en todos los ámbitos de la actividad humana, y por una concepción global de la economía y de la cultura que requiere de un sistema educativo que de respuesta a dos de sus demandas principales: la gestión del conocimiento y la formación continua de ciudadanos capaces de cooperar, planificar, construir, expresar y aplicar conocimiento.

Preguntémonos, ahora qué es lo que entendemos por lectura, planteémonos si esta tarea tan compleja y a la vez fantástica y trascendente consiste sólo en trasladar el mensaje escrito a nuestro cerebro para que éste lo recicle y modifique nuestra conducta o nuestros razonamientos posteriores, o si creemos que el proceso lector va mucho más allá, que profundiza desde lo intelectual a lo afectivo, lo emocional, lo íntimo, lo onírico e incluso lo irreal. Mientras en la escuela no se enseñe a los niños paralelamente a descifrar signos y a alcanzar una lectura crítica, comprensiva, libre y motivadora, no se conseguirá que el proceso sea perdurable y progresivo, no sólo en el tiempo sino, sobre todo, en el interés y la emoción espontánea. Logremos que el primer contacto del niño con los libros sea apasionante, emotivo, gozoso y que sus primeros pasos empapándose de letras le resulten inolvidables y habremos sembrado en él tal “adicción” a la lectura que un libro le arrastrará hacia todos los demás.

Para alcanzar este objetivo y teniendo en cuenta las palabras de Inmaculada Vellosillo en la revista “Educación y Biblioteca” que “para que los alumnos puedan desarrollar sus capacidades lectoras deben contar con materiales, espacios y estrategias que permitan llevar a cabo aprendizajes autónomos, integrados y activos. Y es ahí donde se hace imprescindible la organización de la documentación, el acceso a la información y la disponibilidad de los recursos. Los alumnos deben aprender a construir sus propios aprendizajes a través de la búsqueda, la experimentación y la investigación, y esto hace necesaria una adecuada organización de la biblioteca y un conocimiento profundo de sus posibilidades y aprovechamiento”.

Es por ello que como Equipo Directivo observamos la necesidad de implementar y animar a la apertura de la biblioteca durante la jornada escolar ya que como define Jaime Denis “la biblioteca escolar se concibe como una ventana de acceso al conocimiento, siendo conscientes

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