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“¿Qué escuela queremos? ¿Qué queremos ser?”

lgimenezsubiaInforme21 de Noviembre de 2017

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Título:

“¿Qué escuela queremos? ¿Qué queremos ser?”

Nombre de la Institución: I.E.S Juan B. Justo

Nombre de la materia: Pedagogía

Cuatrimestre: Segundo 2017

Trabajo práctico: Número 1

Fecha de entrega: 2-10-2017

Nombre y apellido de los integrantes:

Capua, Romina.

Gimenez Subia, Lucas.

Mich, Maria Justa.

Schiavinato, Emilia.

“¿Qué escuela queremos? ¿Qué queremos ser?

La educación como fenómeno social: entre la reproducción y la producción.

A partir de las ideas y conceptos desarrollados por Gvirtz podríamos definir a la educación en sentido amplio, como una práctica social necesaria propia de la especie humana, que forma parte de la socialización.  Los primeros vínculos afectivos con los otros significativos de los primeros cuidados y las interacciones e intercambios que allí acontecen mediatizados por el lenguaje, serán la condición de posibilidad para que el niño ingrese a la cultura. El adulto significativo a cargo pondrá en juego, aun cuando no tenga conciencia de ese hecho, un cierto poder en tanto condición de posibilidad para la convivencia. De esta forma según la clasificación de Berguer y Lukman podríamos decir que es gracias a la socialización primaria que el niño dispondrá de esquemas para entender la realidad.

 “Educar es incidir en el pensamiento de otros de diferentes modos”, (Gvirtz- Grimberg- Abregu 2009, pág. 18) por  tanto podríamos pensar que este fenómeno se pone en juego en diversos momentos y situaciones de la vida y que no es un fenómeno cuya responsabilidad se atribuya de manera exclusiva a las instituciones educativas, protagonistas en el desarrollo de la socialización secundaria de los sujetos.

Es así como Gvirtz y sus colegas plantean que educación y escolarización, si bien son conceptos estrechamente relacionados uno con el otro, no son sinónimos, ni palabras equivalentes. Definen a la escolarización  como “el conjunto de producción, distribución y apropiación de saberes que acontecen en una institución escolar (Gvirtz-Grimberg-Abregu 2009, pág. 32).

La educación puede definirse entonces como un “fenómeno social significativo que posibilita la producción y reproducción social…”. (Gvirtz-Grimberg-Abregu 2009, pág. 17) y la distribución del saber. La conservación del orden establecido (en las prácticas sociales reproductivas) o la transformación, cambio, innovación (en las prácticas sociales productivas) van pivoteando frente a los importantes cambios que se irán produciendo en las distintas sociedades y momentos históricos.

Educación e infancia: contexto histórico

    La educación es un fenómeno histórico que se irá modificando a la par del concepto de infancia. El mismo sufrió variadas transformaciones desde el siglo XVII al siglo XXI. Carbonell, en el texto “La escuela entre la utopía y la realidad” describe que durante mucho tiempo el niño ha sido menospreciado y marginado. No era considerado en absoluto, no concebían ningún rol para ellos dentro de la sociedad y en ocasiones era hasta considerado como una especie de demonio.    

    Carbonell contextualiza la infancia en tres momentos de la historia. Edad media, moderna y contemporánea. En la edad media, la infancia no es considerada como clase social. Encontramos un desinterés por el mundo de los niños, al punto que era de poca importancia alfabetizarlos. Incluso se preparaba sólo a una minoría, aquellos hijos de los nobles. En la edad moderna se empieza a reconocer el concepto de infancia como un grupo social que hay que proteger y disciplinar. Así, el surgimiento de las escuelas está ligado al proceso de constitución de los Estados modernos y las revoluciones industriales en su necesidad de intervenir política e ideológicamente en la regulación de la infancia, manifestando así las funciones de producción y reproducción que llegan hasta la actualidad[1].

    En la edad contemporánea, el niño adquiere un status como categoría social. Se separa definitivamente del mundo adulto y aparece como “niñx-alumnx, niñx-hijx y niñx que juega con su grupo de iguales”. Esta situación no se puede descontextualizar de los cambios constantes en la forma de vida y en los modos de producción donde se observa el fortalecimiento del capitalismo. Esto hace que las nuevas formas de trabajo impliquen cambios como, por ejemplo, dejar de trabajar en el lugar de residencia y estando esta situación ligada a de la progresiva escolarización de lxs niñxs.      

    Aparecen las primeras reformas escolares y los primeros servicios estatales de protección frente al desamparo de la infancia. Nos encontramos en los inicios de la sociedad competitiva y las familias, sobre todo las pertenecientes a la burguesía francesa, demuestran una preocupación por la educación de sus hijxs. Aparece la ternura y el sentimiento, pero además la exigencia y ambición por su futuro. Las clases altas esperaban que sus hijxs reproduzcan su status social y las clases bajas una movilidad ascendente. Vemos que evoluciona el concepto de protección y que ahora esta misma pasa a ser compartida entre la familia y el estado. La escuela adquirió múltiples funciones complementarias siendo una de ellas, el preparar a lxs niñxs para transformarlos en trabajadores y mejores ciudadanos.  El estado y la iglesia, pugnan por el control de la escuela.

 

    El autor separa la infancia en tres escenarios: la escuela, la educación no formal y el tiempo realmente desocupado. En este capítulo se enfoca en la educación no formal y el tiempo desocupado. Tiene un pensamiento crítico sobre la educación no formal, en tanto que le roba el tiempo desocupado a lxs niñxs, notado una infancia sobreocupada por el incremento de actividades pedidas a lxs niñxs. A pesar de que valora las declaraciones formales de los derechos del niño[2], menciona la dificultad de que el incumplimiento de estos derechos reflejan las desigualdades sociales. Es decir, que el  reconocimiento de derechos no implica que de hecho se efectúen.  

    Entonces, podemos afirmar que la infancia es un  grupo social complejo, diverso, contradictorio e histórico. Y que para poder reflexionar acerca de la misma, dentro y fuera del contexto escolar, debiéramos pararnos a observarla tanto desde los contextos previamente mencionados como de desde el concepto de infancias múltiples.

Problematizando las nuevas sociedades y posibles alternativas transformadoras

O. Sanmartín, en su artículo El auge del homeschooling en España también refiere a aquella distinción entre producción y reproducción. Como ejemplo de la realización de una alternativa transformadora, la autora menciona la experiencia que Javier Herrero está desarrollando en “Ojos de Agua”, espacio donde los niños conviven y deciden cómo utilizar su tiempo dedicándose a diferentes asignaturas y actividades artísticas. El manifiesta que el objetivo de los que forman parte de esta institución, que no llaman escuela, es darle la oportunidad a los niños y niñas de transitar esta etapa de una manera desestructurada y libre, en la cual no se da por supuesto a priori lo que debe aprender un niño. Por el contrario, al hacerlos partícipes colectivamente de las tomas de decisiones, se construye y contribuye a la función social para una forma de vida más democrática y menos autoritaria e individualista.

Por otro lado, los recortes en la escuela pública, la falta de recursos y de atención personalizada, entre otras, son algunas de las razones por las cuales los padres optan por una educación alternativa para sus hijos, donde se los respete y no haya lugar para el “fracaso escolar”. Algunas de estas falencias se deben al hecho de que la escuela persevera en su estructura institucional desde hace cientos de años, y es por ello que Giddens la denomina “institución-cascarón” debido a que su exterior permanece intacto, mientras que por dentro ha cambiado, arreglándose como puede y expresando las discordancia de la sociedad. (Giddens, 2000 citado por Dussel y Southwell, 2005, pág. 3).

    Una nueva cultura del aprendizaje viene acompañada de los importantes cambios tecnológicos que advinieron en la era de las comunicaciones y de los llamados según Piscitelli (2009, pág. 9) “los nativos digitales”.

El niño en la actualidad, es pensado como un sujeto de derechos, de la inmediatez,  en contraposición con la antigua concepción que pensaba al infante como subordinado a los adultos sin derechos propios, sujetos pasivos. Los nuevos modelos de la familia y los nuevos roles de los adultos hacen pensar a un niño que aprende en diferentes condiciones. Civarolo  Arpon y Fuentes Torresi plantean en Miradas sobre educadores y padres sobre la infancia actual que la escuela, aunque advertida de esos cambios, pareciera mostrarse en cierta forma conservadora y resistente a ofrecer distintas posibilidades a las enseñanzas que los nuevos alumnos vienen a demandar.

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