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REFORMA PENITENCIARIA


Enviado por   •  24 de Junio de 2019  •  Síntesis  •  2.019 Palabras (9 Páginas)  •  74 Visitas

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REFORMA PENITENCIARIA

La inseguridad ciudadana es el principal problema que aqueja a todos los peruanos; en nuestras memorias quedaron aquellos tiempos en que los peruanos podíamos circular sin miedo por las calles del barrio y a cualquier hora del día, donde ser blanco de un asalto era algo remoto, casi impensado.

La delincuencia común es un fenómeno social que afecta nuestras actividades cotidianas y desalienta todo tipo de inversión, este fenómeno ha ido  cambiando en el transcurso de los años; los delincuentes de nuestros tiempos son más despiadados que otrora, no tienen piedad, no sienten ni muestran pena ni compasión por su víctima, ni por la familia de ella; el modus operandi de estos facinerosos tiene un solo patrón: primero, ultiman a su víctima para generar zozobra en el escenario; segundo, se apoderan del botín e inmediatamente se dan a la fuga (misión cumplida).

Ante esta imparable ola de asaltos, pregunto ¿Qué sucedió en nuestra sociedad? ¿Cuáles son las causas de este fenómeno social? ¿Qué medidas está adoptando el gobierno peruano para solucionar el problema? ¿Son correctas estas medidas gubernamentales? ¿Cuáles son las verdaderas medidas para enfrentar y solucionar este problema?

Frente a esta retahíla de inquietudes y preguntas, es necesario cruzar el río para ubicarnos al otro lado de la orilla donde se encuentra el Estado Peruano; un Estado supuestamente organizado, y además, empoderado  por sus tres Poderes, el Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial. Estas tres majestades del Estado son los responsables de desarrollar Políticas Públicas Integrales orientadas a lograr la paz social. ¿Lo están haciendo correctamente?, obviamente que no.

Dicho esto, corresponde proporcionarte un resumen de los planteamientos generados por mi persona con la finalidad de unir fuerzas para disminuir los altos índices de criminalidad a un nivel razonablemente aceptable. Ojo: La lucha contra la delincuencia no es tarea exclusiva de las fuerzas policiales, quienes piensan así, están equivocados. La lucha contra este fenómeno social es tarea simultánea de diferentes agencias del Estado, inclusive, la sociedad civil, las empresas privadas y las organizaciones católicas y evangélicas tienen participación activa en este propósito.

Las cárceles y las penitenciarías de nuestra región están atravesando por una profunda crisis penitenciaria precisamente por  esa idea añosa que aún persiste: “Que las prisiones son depósitos humanos al vil estilo de los campos de concentración donde el ser humano muere en vida”, y si se enferma en prisión, es peor que el infierno.

Los problemas de las prisiones latinoamericanas son históricos, son de larga data, persisten desde los albores de nuestra era republicana. En consecuencia, es una deuda social pendiente y como tal, debe ser encarada de manera frontal, y  no como una Política de Gobierno, sino como una Política de Estado. La primera es una política caprichosa, cambiante, partidista, de corto plazo y generalmente se desvía de los intereses de la nación. La segunda, forma parte de las estrategias centrales de un país y son políticas que no varían a pesar del color político e ideológico de cada gobierno; tengo que reconocer que encontrar consenso para el establecimiento de políticas de largo plazo no es tarea fácil.

Debemos entender de una vez por todas que un gobierno –durante un período presidencial- no podrá lograr con éxito cambios estructurales en un determinado sistema; en el caso particular de Venezuela dura seis años, en Panamá y Perú cinco años, en Argentina y Chile son cuatro años; en consecuencia, el tiempo es breve. Entones, un Presidente que quiere pasar a la historia como un paladín, lo único que debe hacer es instaurar las bases del cambio, es decir construir los cimientos de la reforma del sistema bajo la filosofía de una Política de Estado, para ello deberá elaborar con criterio técnico un Plan Estratégico robustecido con indicadores, objetivos y metas mesurables, es  decir que pueden ser medidos y valorados en el curso del tiempo, y a la vez, comprometer por lo menos cuatro gobiernos sucesivos. Por último, elaborar un Plan Operativo precisando paso a paso, año tras año, la ejecución y avance del Plan Estratégico.

Un país que desea instaurar un sistema penitenciario moderno con nuevas Técnicas de Gestión Penitenciaria caracterizado por el respeto irrestricto de los derechos humanos y fundamentales de los internos, donde los centros penitenciarios sean verdaderos centros de rehabilitación que garantizan la plena reinserción de las personas privadas de libertad –entiéndase por reinserción social como una Política de Estado orientada a proporcionar los medios necesarios a las personas privadas de libertad para que se vuelva a adaptar a la vida social- tiene que darse previamente ciertos pasos para alcanzar un nuevo diseño al sistema, que no es otra que una revisión fundamental del sistema y el rediseño radical de los procesos de éste para alcanzar mejoras espectaculares en medidas críticas y contemporáneas de rendimiento, tales como costos, beneficios, calidad, servicio, rapidez; todo ello en función a los intereses de nuestro país.

Hacer realidad este proyecto no es tarea fácil; antes y durante el proyecto encontrarás un grupo de profesionales renuentes al cambio, ellos argumentarán cualquier cosa con la intención de boicotear la reforma, ellos dirán que el proyecto es caro e infructuoso, que es un sueño imposible de realidad. Y al otro lado de la esquina encontraremos un grueso segmento de la sociedad quienes nos dirán -con total convicción- que los delincuentes son seres despreciables e indignos para la sociedad, no merecen vivir, merecen morir sin compasión, o en todo caso deben vivir hacinados en la prisión y que sufran en vida; esta manera de pensar responde a la ira que genera ver en la televisión todos los días una ola de asaltos y robos, la víctima puede ser un familiar, un amigo, un colega, un vecino, sobre todo un ser humano a quien injustamente le arrebatan la vida, o lo dejan lisiado o tullido de por vida, y todavía el Estado lo acogerá en una prisión y lo alimentará con el dinero de los impuestos que pagamos todos incluyendo los familiares de la víctima. Desde esta óptica y cómo funcionan las cárceles, claro que suena injusto. Por dicha razón es imperativo concienciar a la opinión pública de las bondades de este nuevo modelo penitenciario donde el interno de veras se rehabilitará y dejará de representar un peligro para la sociedad, las tasas de reincidencia bajarán drásticamente hasta niveles tolerables.

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