RELACION DE LA MUJER Y EL TRABAJO A TRAVES DE LA HISTORIA

En la Prehistoria, las sociedades eran de caza y recolección, las

mujeres eran las que recogían los productos vegetales ya que

los hombres suministraban la carne mediante la caza. A causa de su

conocimiento profundo de la flora, fueron las mujeres las que

condujeron las sociedades antiguas hacia el Neolítico y se

convirtieron en las primeras agricultoras. Aprendieron a preparar

barro y hornear cerámica; trabajaron los esmaltes y mezclaron

cosméticos, origen de la ciencia química. Al encargarse de la

agricultura y recolección, también descubrieron las propiedades

medicinales de las plantas y aprendieron a secar, almacenar y

mezclar las sustancias vegetales.

En la Antigüedad según la civilización donde pertenecían el trato

hacia la mujer y su función era distinto. Mientras que en Egipto y

la Mesopotamia la mujer tenía libertad y podía ejercer varios

oficios y participar de la vida pública, tenía acceso a la educación

y no estaban sometidas a los hombres; en Grecia la mujer no era más

que un “hombre incompleto y débil”, propiedad del padre y luego del

marido, sólo hilaba, tejía y tocaba la lira, se recluía en el hogar

y la crianza de los hijos. En Roma las mujeres tenían un poco más de

libertad que en Grecia pero de todas maneras la vida política era

exclusividad masculina; se les permitía la educación en escuelas

públicas cuando niñas o con preceptores en su hogar las de familias

patricias. Las de familias pobres trabajaban en el campo a la par

que los hombres y en la ciudad podían ser comerciantes pero bajo la

tutela de un hombre. La romana era una sociedad esclavista y las

mujeres esclavas no tenían ningún valor, podían ser compradas,

vendidas, regaladas y utilizadas para la prostitución.

En la Edad Media la mujer mayoritariamente era campesina, trabajaba

en el campo igual que un hombre ,sembraba, recolectaba, cuidaba el

rebaño y debía mantenerse ella y a sus hijos con salarios muy

inferiores a los del hombre. También le correspondía las tareas del

hogar, la crianza de los hijos, el cuidado de enfermos y la

asistencia de los partos. Las más jóvenes podían encontrar trabajo

como criadas o sirvientas de las mujeres nobles por sueldos ínfimos

o solo a cambio de comida y alojamiento. Las sirvientas además

podían aprender un oficio como el hilado y tejido en los talleres de

los feudos.

En la Baja Edad Media se produjo un aumento demográfico que propició

la aparición de núcleos urbanos en torno a las fortalezas. Así

surgió una nueva clase social: la burguesía; ésta basaba su economía

en el comercio y la industria. Así las mujeres acudían a las

ciudades donde se requería cada vez más la mano de obra barata. La

proliferación de oficios dio entrada a la mujer en el mundo laboral,

aunque siempre en una situación de precarización respecto del

hombre, ya que era éste quien controlaba el trabajo y el salario

femenino. Las mujeres trabajaban en casi todos los gremios

especialmente en el textil y los trabajos relacionados con la

alimentación (elaboración de pan y cerveza) y dirigían pequeños

negocios de comestibles (venta de frutas, verduras, pescados,

carnes).

La Edad Moderna supone un mundo de grandes transformaciones, el

estado adquiere mayor poder, la Iglesia relega el suyo, el valor se

centra en el hombre y surge la ciencia experimental. Estos cambios

afectaron negativamente a la mujer, solo los hombres en el

Renacimiento ven mejoradas sus posibilidades educativas y laborales.

Se fundan las universidades que excluyen totalmente a la mujer, el

saber pasa ser solo patrimonio masculino. Se alejó a las mujeres de

las profesiones que venían realizando y se las recluyó en el ámbito

familiar. Las mujeres seguían siendo la mano de obra rural y de

manufacturas caseras. A partir de los siglos XVII y XVIII se

ampliaron los trabajos de encajes y bordados, industria que quedó en

manos

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