ROL DEL DOSCENTE
alemima19 de Septiembre de 2013
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C o n t e n i d o :
1. Retos que debe enfrentar la educación superior del siglo XXI.
1.1 Retos provenientes de la globalización.
1.2 Retos provenientes de la naturaleza del conocimiento
contemporáneo.
2. Innovaciones educativas necesarias para enfrentar los nuevos
retos.
3. El rol del docente en la educación superior del siglo XXI.
EL_ROL_DEL_DOCENTE_EN_LA_E_S_DEL_SIGLO_XXI_1062286.doc
Carlos Tünnermann Bernheim
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1. RETOS QUE DEBE ENFRENTAR LA EDUCACIÓN SUPERIOR DEL SIGLO XXI.
1.1. Retos provenientes de la globalización.
El fenómeno de la globalización está asociado a la globalización financiera y a la
aceleración del comercio internacional por la apertura e interdependencia de los
mercados, todo esto estimulado por el desarrollo extraordinario de las tecnologías
de la comunicación y la información.
La globalización no se limita al aspecto puramente económico; en realidad, es un
proceso pluridimensional que comprende aspectos vinculados a la economía, las
finanzas, la ciencia y la tecnología, las comunicaciones, la educación, la cultura, la
política, etc... Sin embargo, es la globalización económica la que arrastra a todas
las demás, y se caracteriza por ser asimétrica, a tal punto que el mismo George
Soros, gran gurú del capitalismo, acepta que la economía global no ha conducido
a la formación de una sociedad global, donde los beneficios de la globalización
sean mejor distribuidos. De ahí que Federico Mayor afirme que el primer problema
de la globalización es que no es global.
Por otra parte, la globalización es inescapable. Y no es “per se” buena ni mala,
depende de cómo nos insertamos en ella, para sacarle beneficios, como lo han
hecho los países del sudeste asiático, China y la Indica, generando sus propios
modelos de inserción. Llegó para quedarse. El Informe Delors nos dice que “la
globalización es el fenómeno más dominante en la sociedad contemporánea y el
que más influye en la vida diaria de las personas”. La Educación para el siglo XXI
debe enseñarnos a vivir juntos en la “aldea planetaria” y a desear esa convivencia.
Ese es el sentido del “aprender a vivir juntos”, uno de los pilares de la Educación
para el siglo XXI, de suerte de transformarnos en “ciudadanos del mundo”, pero
sin perder nuestras raíces culturales, ni nuestra identidad como naciones. Afirma
al respecto Manuel Castells: “No hay otro remedio que navegar en las
encrespadas aguas globales… Por eso es esencial, para esa navegación
ineludible y potencialmente creadora, contar con una brújula y un ancla. La
brújula: la educación, información, conocimiento, tanto a nivel individual como
colectivo. El ancla: nuestras identidades. Saber quienes somos y de donde
venimos para no perdernos a donde vamos”.
En su última obra “Un mundo nuevo”, el Profesor Federico Mayor afirma: “El siglo
XX nos legó dos transformaciones de gran calado que han alterado
profundamente nuestra visión del mundo: la revolución científica, que al par de
extraordinarios descubrimientos nos ha llevado de una edad de certeza y
dogmatismo a un océano de dudas e incertidumbres; y la tercera revolución
industrial, que está cambiando radicalmente la sociedad contemporánea por el
influjo de los avances de la informática y la telemática, que paradójicamente
acercan a las naciones por el fenómeno de la mundialización y, a la vez, las alejan
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al generar desigualdades cada vez más abismales entre ellas en cuanto acceso a
los beneficios de la globalización, el conocimiento y la información”.
¿Cómo impacta la globalización en la educación superior? “En primer lugar, nos
dice la Dra. Carmen García Guadilla, de la Universidad Central de Venezuela, los
cambios que tienen que ver con la naturaleza del conocimiento:
a. En cuanto a su organización: tendencia a conocimientos más integrados,
lo que lleva a formas más inter y transdisciplinarias de concebir las
disciplinas.
b. En lo epistemológico y valorativo: desintegración de la ciencia unificada;
pérdida de consenso en la naturaleza de la racionalidad científica;
cuestionamiento de nociones clave como “objetividad, certeza, predicción,
cuantificación”; debilitamiento del conocimiento abstracto y fortalecimiento
del conocimiento contextualizado.
En segundo lugar, en cuanto a las nuevas demandas, cambios en las profesiones:
a. Surgimiento de nuevas profesiones y subprofesiones cada vez más
especializadas.
b. Cambios en los espacios del ejercicio de las profesiones.
c. Nuevos perfiles profesionales, nuevas competencias, relacionadas con las
nuevas tecnologías y nuevas formas de organización institucional”.
A su vez el Profesor Jean Paul Gravel se pregunta: “¿Qué debe hacer una
Universidad para evitar ser marginada por el proceso de mundialización? ¿Qué
modificaciones debe realizar para jugar un papel dinámico en el nuevo orden
mundial?. Gravel suministra cinco pistas de acción:
1) “Desarrollar sectores específicos de excelencia en el campo de la enseñanza
y de la investigación, favoreciendo programas y equipos de trabajo que
puedan liderizar ciertas especialidades.
2) Desarrollar iniciativas de carácter multidisciplinario, tanto en la enseñanza
como en la investigación y en la extensión.
3) Establecer y promover enlaces con el sector productivo, público, privado o de
carácter social, como medio de facilitación de las actividades de investigación
y desarrollo, y de la creación de redes con configuración internacional
progresiva.
4) Estimular la formación a distancia, una manera flexible de enfrentar los
rápidos cambios en la oferta y la demanda del subsistema.
5) Desarrollar la incorporación de las unidades de enseñanza, investigación y
extensión en las redes nacionales e internacionales”1.
1 Jean Paul Gravel: “La mundialización de los mercados y la cooperación universitaria interamericana”, en
IGLU, Québec, Organización Universitaria Interamericana, 1994, pp. 116-119.
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Carlos Tünnermann Bernheim
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Si quisiéramos resumir en una frase el gran reto que imponen la globalización y la
sociedad del conocimiento a la educación superior, podríamos decir que es el
desafío de forjar una educación superior capaz de innovar, de transformarse, de
participar creativamente y competir en el conocimiento internacional. Para ello, es
preciso que comencemos por priorizar nuestras inversiones en educación y
reconocer el papel estratégico que tiene la educación superior en la formación del
personal de alto nivel, de la inteligencia científica de nuestros países y en la
generación, transmisión y difusión del conocimiento.
Hoy en día nadie discute el papel de la educación en general como factor clave
para el desarrollo. Sin embargo, hasta hace poco, la posición oficial del Banco
Mundial ponía en duda la efectividad de la inversión en la educación superior en
los países en desarrollo, especialmente de la pública.
Después de la “Conferencia Mundial sobre la Educación Superior para el
Siglo XXI”, que tuvo lugar en París, en octubre de 1998, varios organismos
internacionales de financiamiento han venido lentamente modificando su visión
sobre el papel estratégico de la educación superior en los esfuerzos conducentes
al desarrollo. De ahí que sea interesante mencionar el Informe del Task Force,
que ha sido publicado por el propio Banco Mundial. El documento se inicia con un
epígrafe del Presidente de la Rice University, Malcolm Gillis: “Hoy día, más que
nunca antes en la historia de la humanidad, la riqueza o pobreza de las naciones
dependen de la calidad de su Educación Superior”.
Pero, para que la educación superior juegue ese rol estratégico que hoy día se le
reconoce, ella también necesita emprender, como lo advirtió la Declaración
Mundial de París, “la transformación más radical de su historia”, a fin de que sea
más pertinente a las necesidades reales del país y eleve su calidad a niveles
internacionales aceptables.
1.2. Retos provenientes de la naturaleza del conocimiento contemporáneo.
Otra de las características de la sociedad contemporánea es el papel central del
conocimiento y la información en los procesos productivos, al punto que el
calificativo más frecuente que suele dársele es el de sociedad del conocimiento o
sociedad de la información. Ojalá pudiéramos algún día llamarla “sociedad de la
sabiduría” o “sociedad del aprendizaje permanente”.
Asistimos a la emergencia de un nuevo paradigma económico-productivo en el
cual el factor más importante no es ya la disponibilidad de capital, mano de obra,
materias primas o energía, sino el uso intensivo del
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