Relato testimonial: Capítulo I
aracelly pradenasApuntes5 de Diciembre de 2017
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Relato testimonial: Capítulo I
Antecedentes: el relato testimonial de prisioneros políticos en Chile (1973).
En el 73, la literatura chilena se dividió en aquella denominada de insilio y del exilio (relato testimonial ➔ tema: vulneración de derechos humanos en Chile)
- El testimonio es político: una constante cultural en el aspecto autoritarista latinoamericano.
Testimonio – orígenes ➔ descubrimiento y conquista hasta estos días.
- De prisioneros políticos, quienes dan cuenta de su experiencia de persecución, tortura, prisión y exilio.
- Deseo expreso de referir a la realidad
- Posee dos rasgos básicos: 1. Referencia e intertextualidad, en cuanto remite a la realidad 2. La suposición a otra versión: la del referente.
- Probar el grado de verdad de un hecho social previo, el emisor es testigo o actor.
Características:
- El sujeto del enunciado coincide con el sujeto de la enunciación.
- Igualdad entre el discurso y el referente
- Intencionalidad funcional
- Ausencia de mecanismos refinados
- Se concede el valor de Praxis (política) inmediata al discurso
- No existe veracidad absoluta en el testimonio debido al paso del tiempo, siendo, por tanto, afectado por la imaginación del autor.
- El relato testimonial en el contexto teórico posmoderno.
¿Por qué la repentina difusión del relato testimonial? Decaimiento del Boom; no se podía continuar evadiendo la realidad.
Relato Testimonial ➔ relegado por ser cercano a la historiografía
Derrida: Posmoderno ➔ rechazo a toda forma de poder, incorporación de los marginados.
Rasgos ➔ testimonio: resistencia
- Autoridad ilegítimamente fundada
- Alternativas que se aparten del relato oficial
- Crisis del concepto de autoridad
- Soslayado = pasar por alto, callar. “Soslayaremos el incidente”
- Injerencia = intromisión – entrometimiento. “No permito la intromisión en mis asuntos”.
- Autoridad y poder en Chile: un breve registro literario
- Araucana: Alonso de Ercilla
- Chilenos, dos razas = castiza y araucana
- Mala utilización del término Indio
- Indio – roto –siútico ➔ segmentación social
Documentales:
- “Pinochet”
Se muestra una imagen más completa de Pinochet y el régimen militar en sí. Se muestra un material distinto, que permitió la información de la sociedad o un acercamiento a la verdad. En su estreno en el teatro Caupolicán, se trató de impedir como forma de continuar silenciado la historia a quienes no la vivieron y solo la han escuchado.
Se muestran testimonios nunca antes organizados en un metraje. El documental explora la situación del país desde 1964, fecha en que se forman grupos extremistas que recibieron armamentos provenientes de Cuba con el fin de imponer una dictadura marxista.
Se entregan datos significativos relacionados con los cuestionamientos de la llegada al poder de Allende, del indulto de algunos jóvenes idealistas, la problemática de los codones industriales, internación ilegal de armas, crisis alimentaria masiva.
No se hace alusión al boicot contra Allende, ni a la intervención de la CIA, ni al funcionamiento de los cuerpos represivos de tortura y persecución política.
- I love Pinochet (Marcela Said) ➔ Pinochet vuelve a Chile gracias a Frei Montalva
Película documental construida a través de diversos testimonios que permiten dar cuenta de la complejidad del fenómeno pinochetista en Chile. Una mirada sobre el sistema social y político dejado por Pinochet, revelado a través de los retratos de aquellos hombres y mujeres –de todas las clases sociales –que creen en la perennidad de un sistema autoritario y ultraliberal.
Castigo (Foucault):
“Que las penas sean moderadas y proporcionadas”. La protesta contra los suplicios data de la segunda mitad del siglo XVIII. Hay que castigar de otro modo: deshacer el enfrentamiento físico entre condenado y soberano ➔ del lado del poder, se descubre el exceso y “el cruel placer de castigar”. Del lado de la víctima, se reduce a la desesperación.
Acostumbrado a ver correr la sangre, el pueblo aprende pronto que no puede vengarse sino con sangre. Esto lleva a la búsqueda de mecanismos fundamentales del poder absoluto, entre los que el verdugo constituye un engranaje: es principio de universalidad; representa una misma ley para todos.
La reforma marca el límite puesto a la venganza del soberano: el hombre es también un hombre-medida del poder. ¿Por qué ese horror tan unánime a los suplicios y tal insistencia lírica a favor de unos castigos considerados ‘humanos’? La crisis del siglo XVIII propone como resolución fundamental que el castigo debe tener la ‘humanidad’ como ‘medida’, sin dar un sentido definitivo a este principio ➔ reformadores como Beccaria, Servan, Dupaty o Lacretelle, Duport, Pastoret, Target y Bergasse.
La relajación de la penalidad en el curso del siglo XVIII responde a un doble movimiento: los crímenes parecen perder violencia, por lo que los castigos se descargan de una parte de su intensidad. Los criminales del siglo anterior son “hombres agotados, mal alimentados, iracundos”; los del siglo XVIII son “astutos y calculadores”. Después de 1755, los delitos de sangre disminuyen a favor de la delincuencia antipropiedad, que se revela individualista o como obra de muy pequeños grupos que no sobrepasaban las cuatro personas. Este cambio se explica por la elevación general del nivel de vida, la multiplicación de las riquezas y propiedades. La justicia se vuelve más lenta, pesada y severa con el robo. En Francia (Paris, principalmente) se desarrolla un aparato policíaco que empuja a la criminalidad organizada hacia formas más discretas.
Los procesos de 1782-1789, previos a la revolución francesa, aumentaron los peligros: aumento de severidad para con los pobres, negativa a testimonios, aumento recíproco de las desconfianzas y de los temores.
La derivación de una criminalidad de sangre a una delincuencia de frauda responde a un mecanismo complejo donde destaca la valorización jurídica y moral más intensa de las relaciones de propiedad y la incorporación de métodos de vigilancia más rigurosos. La justicia tiende a ser más sutil y fina en un esfuerzo para ajustar los mecanismos de poder.
El 24 de marzo de 170, Thouret propone una nueva organización del poder judicial. Por entonces, los oficios de juez se vendían (por parte del Rey) o se transmitían por herencia; había una confusión entre dos tipos de poder: el que administraba la justicia y el que hacía la ley misma; conflictos entre las diferentes justicias: las de los señores, las del rey, las funciones de la justicia, etc. A causa de su misma plétora, se neutralizan y son incapaces de cubrir el cuerpo social en toda su extensión.
La crítica del reformador es de una mala economía del poder: la parálisis de la justicia se debe menos a un debilitamiento que a una distribución mal ordenada del poder, a su concentración en cierto número de puntos, a los conflictos y a las discontinuidades resultantes. Esto nos remite a un exceso-central o “sobrepoder” monárquico: hace del rey la fons justitiae. El verdadero objetivo de la reforma es asegurar una mejor distribución de este poder.
Junto a esta reorganización del poder se plantea la reformación del ejercicio del mismo: no castigar menos, sino castigar mejor; castigar con una severidad atenuada, pero para castigar con más universalidad y necesidad. La reforma no es la de una nueva sensibilidad, sino la de otra política respecto a los ilegalismos (no aplicación de reglas) que, tolerados bajo el Antiguo Régimen, facilitaban la supervivencia de las clases más bajas. Las capas desfavorecidas de la población carecían, en principio, de privilegios, pero beneficiaban, en los márgenes de lo que les estaba impuesto por las leyes y las costumbres, de un espacio de tolerancia conquistado por la fuerza o la obstinación, y este espacio era para ellas una condición tan indispensable de existencia que a menudo estaban dispuestos a sublevarse para defenderlo.
El juego recíproco de los ilegalismos formaba parte de la vida política y económica de la sociedad. Estas transformaciones las había necesitado la burguesía, y sobre ellas había fundado una parte de su crecimiento económico. En la segunda mitad del siglo XVIII, el proceso tiende a invertirse y los campesinos, granjeros y artesanos resultan ser su víctima principal.
Crisis del ilegalismo popular: la burguesía había aceptado el ilegalismo de los derechos, pero lo soportaba mal cuando se trataba de lo que ellos consideraban como sus derechos de propiedad. La propiedad territorial se ha convertido en una propiedad absoluta: todas las tolerancias que el campesinado había conseguido o conservado (derecho de pasto en común, aprovechamiento de leña, etc.) son ahora negadas y perseguidas por los nuevos propietarios. Esto provoca una serie de reacciones en cadena, cada vez más ilegales y criminales: rotura de cercados, robo o matanza de ganado, incendios, asesinatos, etc. Y si este ilegalismo lo soporta mal la burguesía en la propiedad territorial, se vuelve intolerable en la propiedad comercial e industrial.
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