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Resumen Del Libro: La Vida El Tiempo Y La Muerte


Enviado por   •  29 de Abril de 2015  •  1.812 Palabras (8 Páginas)  •  12.714 Visitas

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La emergencia de la vida

En el primer capítulo titulado “la emergencia de la vida” se alaba a que los científicos comenzaron a explicar que la enorme complejidad del mundo biológico, tal como lo vemos hoy, en el producto de una evolución, es decir de un proceso por el cual las moléculas del planeta se fueron asociando e interactuaron en reacción que dieron origen a organismos muy simples, que luego fueron cambiado y diversificándose hasta generar culebras, higueras, eucaliptos y hombres. Los dictados de la termodinámica fueron condesándose paulatinamente en un par de principios que ninguna explicación de los procesos físicos naturales o artificiales que ocurren a escala terrestre debe ignorar. El primer principio afirma que la energía del universo es constante (Eso significa que no se puede consumir ni producir energía). Este se refiere a una forma total de energía, y aclara que, cuando se realiza un proceso, la energía se transforma de útil en inútil. En este se han referido a las escalas temporales en que se cumplen los distintos procesos del mundo real.

La emergencia de la idea del tiempo

Según los científicos el cerebro no es un órgano del pensamiento, sino un órgano de la sobrevivencia, como las zarpas y los colmillos. Está hecho de tal forma, que nos hace aceptar como verdad cosas que solo son ventajas. El hombre tiene una paupérrima idea acerca de cómo funciona el cerebro, de que es el pensamiento, de cuál es la relación entre mente y realidad; no tienes más que conjeturas sobre la índole del tiempo, y hace muy poco que ha comenzado un balbuceo sobre la naturaleza de los lenguajes. Es común encontrase con gente que afirma que el sentido del dolor, del tiempo y todas las facultades mentales que poseen los seres humanos irrumpieron de pronto un buen día, cuando el hombre hizo su aparición en el planeta; ignoran que el cerebro humano es el producto de largas edades evolutivas.

La luz es el estímulo para la vista, y el sonido para la audición, pero ¿Cuál es el estímulo para el sentido del tiempo? En principio, la naturaleza podría haber escogido dos fuentes:

1) La experiencia interna. Nuestro organismo suele trabajar calladamente.

2) La experiencia externa. Podemos informarnos del paso del tiempo en base a los cambios y movimientos en el mundo que nos rodea.

Florescano nos señala que también las culturas nahuas tienen un tiempo sagrado por excelencia, en el que todo existió por primera vez, cuando el cosmos fue hecho a partir del caos, y estuvo cargando de toda su fuerza vital.

La mente y el tiempo

En el siglo IV de nuestra era, sah Agustín declaraba que él sabía lo que es el tiempo, salvo que alguien se lo preguntara y tuviera que explicarlo.

En relación con esto, podríamos recordar que en cierta ocasión Viktor Meyer, uno de los padres de la química moderna fue tomado por loco porque, entre sus rarezas, se ocupaba de formalizar el concepto de energía. Ahora bien, cuando tratamos de explicar procesos psíquicos nos enfrentamos a problemas tan formidables que el tipo de críticas hechas a Meyer pareciera resurgir de un pasado tercamente escéptico.

Hoy no sabemos por qué, en un momento dado, al analizar un dato experimental, recordamos otro similar que recogimos, pero olvidemos algún hecho reciente que lo contradice, o tenemos en cuenta cierta información pero ignoramos otra, o se enciende el entusiasmo al encontrar cierta correlación, o nos deprimimos y restamos importancia al observar posibles fuentes de error.

Al discutir el tiempo en el inconsciente, Freud hace una referencia obvia a la posición kantiana con respecto al tiempo, y dice: “percibimos con sorpresa una excepción al teorema filosófico según el cual el espacio y el tiempo son formas necesarias de nuestros actos mentales. Nada hay en el sistema inconsciente que corresponda a la idea de tiempo. No hay reconocimiento del paso del tiempo y –algo muy notable- el curso temporal no produce cambios en los procesos inconscientes. Deseos que nunca han sido conscientes, impresiones que han sido hundidas por la represión son virtualmente inmortales. Después de décadas se siguen comportando como si fueran recientes. Solo son reconocidas como pertenecientes al pasado, y pierden su importancia y su energía, al ser hechas conscientes por el trabajo del psicoanálisis”.

La adquisición de la temporalidad en el hombre

Se dice que el hombre es a sí mismo el objeto más maravilloso de la naturaleza; pues no puede concebir que es el cuerpo, menos aún qué es la mente, y menos que todo cómo estará unido el cuerpo a la mente.

El hombre siente que su vida transcurren lo que podemos llamar tiempo del sentido común, que fluyen, según lo cree, de manera lineal del pasado al presente y de ahí al futuro; en esa idea están implicando las nociones de irreversibilidad, duración y periodicidad. Sin embargo, el niño no posee al nacer este esquema temporal, sino que lo va adquiriendo durante los primeros años de su vida a través de su crianza, de las costumbres de su ambiente y del lenguaje, y a medida que es sometido a las normas, leyes y convenciones de la cultura. Aunque el niño ya depende de una fuente de suministro externa, la unión que mantiene con la madre tiene carácter simbiótico, lo cual le permite sentirse como si fuera uno con esa madre que cuida de él, y en consecuencia, engendra una fantasía de omnipotencia.

En la cuarta semana (9-11 meses), los objetos pasan a ser permanentes, a existir aunque al niño no los vea. Esto lo llevará a realizar acciones para verlos, con lo que se establecerá un nexo entre sus actos y los sucesos externos.

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