TEMA 1 LA HISTORIA. Identifica las ideas básicas del autor
lizbethmp22 de Octubre de 2014
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TEMA 1 LA HISTORIA
Lectura. “Capítulo 1”, en Jacques Le Goff. Pensar la historia. Barcelona, Paidós.
1991, pp. 23-31
● Identifica las ideas básicas del autor.
● Realiza las actividades sugeridas en la lectura, es decir; aquellas que indican
escriba y reflexione, (guía p.15).
● En equipo: elaborar un esquema o mapa conceptual.
LECTURA “CAPITULO 1”
Casi todos están convencidos de que la historia no es una ciencia como las demás para no entrar en controversia con los que la consideran ciencia en absoluto.
Hablar de historia es difícil pero te lleva al centro de las ambigüedades de la historia.
La palabra historia deriva del griego antiguo, donde él sánscrito (testigo) y él griego (testigo) en el sentido de «él que ve» esta concepción como fuente esencial de conocimiento lleva a la idea de que «él que ve» es también él que sabe, en griego antiguo, significa, «tratar de saber», «informarse».
Heródoto emplea el término al comienzo de sus historias, que son <indagaciones>, <averiguaciones>.
En las lenguas romances “historia» expresa dos, cuando no tres, conceptos diferentes.
1 la indagación sobre las acciones realizadas por los hombres, Heródoto que se ha esforzado por constituirse en ciencia, a la ciencia histórica.
2 el objeto de la indagación, lo que hayan realizado los hombres.
Como dice Paul veyne, la historia es ora la sucesión de acontecimientos, ora el relato de esa sucesión de acontecimientos.
La historia puede tener un tercer significado, una historia es un relato que puede ser verdadero o falso con una base de realidad histórica o meramente imaginario y desde este puede ser un relato histórico o bien una fábula.
En inglés el uso de esta última conexión en tanto distingue history de story «historia» de «relato» las demás lenguas europeas esfuerzan más o menos por evitar ambigüedad.
El concepto de historia parece plantear estos problemas:
1) la relación que hay entre la historia vivida, la historia «natural», si no «objetiva», de las sociedades humanas, y el esfuerzo científico por describir, pensar y explicar esta evolución: la ciencia histórica de esta división permitió en particular la existencia de una disciplina ambigua: la filosofía de la historia.
2) las relaciones que tiene la historia con el tiempo, con la duración, se trate del tiempo «natural» y cíclico del clima y las estaciones, o del tiempo vivido y naturalmente registrado por los individuos y sociedades, para domesticar al tiempo natural, las diferentes sociedades y culturas inventaron un instrumento fundamental, que también es un dato esencial de la historia: el calendario; por otra, hoy los historiadores se interesan cada vez más por las relaciones entre historia y memoria.
3) La dialéctica de la historia parece sintetizarse en una oposición —o diálogo— pasado/presente (y/o presente/pasado). Esta oposición, por lo general, no es neutra, sino que sobreentiende o expresa un sistema de atribuciones de valores, como por ejemplo en los pares antiguo/moderno, progreso/reacción. Desde la antigüedad al siglo XVIII se desarrolló alrededor del concepto de decadencia una visión pesimista de la historia que vuelve a aparecer en algunas ideologías de la historia del siglo XX. En cambio, con las luces se afianzó una visión optimista de la historia a partir de la idea de progreso, que todavía hoy, a finales del siglo XX, pasa por una crisis. Entonces, ¿tiene sentido la historia?, ¿hay un sentido de la historia?
4) La historia es incapaz de prever o predecir el futuro. ¿Cuál sería su relación entonces con la nueva «ciencia» de la futurología? la historia deja de ser científica cuando se trata del comienzo y el fin de la historia del mundo y la humanidad. En cuanto al origen, se inclina al mito: la edad de oro, las edades míticas, o bajo la apariencia científica la reciente teoría del big bang. En cuanto al fin, cede el puesto a la religión, y especialmente a las religiones de la salvación que han construido un «saber de los fines últimos» —la escatología—o a las utopías del progreso, la principal de las cuales es el marxismo, que yuxtapone una ideología del sentido y del fin de la historia (el comunismo, la sociedad sin clases, al internacionalismo). Sin embargo, al nivel de la praxis de los historiadores se está desarrollando una crítica del concepto de orígenes y la noción de génesis tiende a sustituir a la de origen.
5) Al contacto con otras ciencias sociales, el historiador tiende hoy a distinguir duraciones históricas diferentes. Hay un renacimiento del interés por el acontecimiento; sin embargo, seduce sobre todo la perspectiva de la larga duración. Esta llevó a algunos [historiadores, a través del uso de la noción de estructura, o a través del diálogo con la antropología, a adelantar la hipótesis de la existencia de una historia, «casi inmóvil». ¿Pero puede existir una historia inmóvil? ¿Y cuáles son las relaciones de la historia con el estructuralismo (o los estructuralismos)? ¿No hay un más amplio movimiento de «rechazo de la historia»?
6) La idea de la historia como historia del hombre ha sido sustituida por la idea de historia como historia de los hombres en sociedad. ¿Pero existe, puede existir sólo una historia del hombre? Ya se ha desarrollado una historia del clima, ¿no habría que hacer también una historia de la naturaleza?
1. Desde su nacimiento en las sociedades occidentales —nacimiento situado tradicionalmente en la antigüedad griega (Herodoto, en el siglo V a.C., sería, si no el primer historiador, al menos «el padre de la historia»), pero que se remonta a un pasado más lejano, en los imperios del Cercano, Medio y Extremo Oriente— la ciencia histórica se define en relación con una realidad que no está construida ni observada como en las matemáticas, las ciencias de la naturaleza ni de la vida, sino sobre la cual «se investiga», se «atestigua». Este es el significado del término griego istorih y de su raíz indoeuropea wid-,weid-, «ver». La historia empezó siendo un relato, el relato de quien puede decir: «vi, sentí». Este aspecto de la historia-relato, de la historia-testimonio, nunca dejó de existir en el desarrollo de la ciencia histórica. Paradójicamente, asistimos hoy a la crítica de este tipo de historia mediante la voluntad de sustituir la explicación a la narración, pero también al mismo tiempo el renacimiento de la historia-testimonio a través del «retomo del acontecimiento» (Nora) vinculado con los nuevos medios, con la aparición de periodistas entre los historiadores y con el desarrollo de la «historia inmediata».
Sin embargo, desde la antigüedad, la ciencia histórica, el recoger documentos escritos y convertirlos en testimonios, superó el límite del medio siglo o el siglo alcanzado por los historiadores testigos oculares y auditivos y por la transmisión oral del pasado. La constitución de bibliotecas y archivos suministró los materiales de la historia. El abismo existente entre la «realidad histórica» y la ciencia histórica permite a filósofos e historiadores proponer —desde la antigüedad hasta hoy— sistemas de explicación global de la historia (en el siglo XX, y con sentido sumamente diferente, podemos recordar a Spengler, Weber, Croce, Gramsci, Toynbee, Aron, etc.). La mayor parte de los historiadores manifiesta una desconfianza más o menos marcada respecto de la filosofía de la historia; pero a pesar de eso no se vuelven al positivismo, triunfante en la historiografía alemana (Ranke) o francesa (Langlois y Seignobos) a finales del siglo XIX y comienzos del XX. Entre la ideología y el pragmatismo son sustentadores de una historia-problema (Febvre).
Para captar el desarrollo de la historia y convertirlo en objeto de una ciencia propiamente dicha, historiadores y filósofos desde la antigüedad se esforzaron por encontrar y definir las leyes de la historia. Los intentos más destacados y los que han sufrido un mayor fracaso son las antiguas teorías cristianas del providencialismo (Bossuet) y el marxismo vulgar, que a pesar de que Marx no habla de leyes de la historia (como en cambio sí lo hace Lenin), se obstina en hacer del materialismo histórico una pseudociencia del determinismo histórico, cada día más desmentido por los hechos y por la reflexión histórica.
En compensación, la posibilidad de la lectura racional a posteriori de la historia, el reconocimiento de ciertas regularidades en el curso de la historia (fundamento de un comparativismo de la historia de las diferentes sociedades y estructuras), la elaboración de modelos que excluyen la existencia de un modelo único (el ensanchamiento de la historia al mundo en su conjunto, la influencia de la etnología, la sensibilidad a las diferencias y al respeto por el otro van en ese sentido) permiten excluir que la historia vuelva a ser un mero relato.
Las condiciones en que trabaja el historiador explican además por qué se plantea y se ha planteado siempre el problema de la objetividad de lo histórico. La toma de conciencia de la construcción del hecho histórico, de la no inocencia del documento, lanzó una luz cruda sobre los procesos de manipulación que se manifiestan a todos los niveles de la constitución del saber histórico. Pero esta constatación no debe desembocar en un escepticismo de fondo a propósito de la objetividad histórica y en un abandono de la noción de verdad en la historia; al contrario, los continuos progresos en el desenmascaramiento y la denuncia de las mistificaciones y las falsificaciones de la historia permiten ser
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