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Todos alguna vez hemos sentido o experimentado esta sensación, ya sea en distinto nivel de intensidad o en distinta forma. Una sensación de la cual tarde o temprano todos tendremos que pasar,


Enviado por   •  27 de Marzo de 2016  •  Documentos de Investigación  •  2.043 Palabras (9 Páginas)  •  331 Visitas

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El Dolor

Jonathan Ulloa

3ºMedio

Filosofía – Psicología

Introducción

Todos alguna vez hemos sentido o experimentado esta sensación, ya sea en distinto nivel de intensidad o en distinta forma. Una sensación de la cual tarde o temprano todos tendremos que pasar, el dolor.

La mayoría de las veces lo explicamos el dolor de una manera banal, ampliamente como el dolor físico, alguna herida o golpe, siendo que esta trasciende a mucho más. Trasciende a, aparte de nivel físico, nivel emocional y espiritual.

Sin duda el dolor es una de las experiencias de las cuales estamos escapando directamente todos los días, ya sea haciendo las cosas con cuidado, omitiendo alguna situación o simplemente hacer caso omiso a muchas cosas, por el simple hecho de que el dolor ha sido y será una de las experiencias más horribles que podemos experimentar en nuestro ser.

A través de una pequeña, pero exhaustiva investigación,  pude comprender que es el dolor y que conlleva, como viaja desde el cerebro a cada parte de nuestro cuerpo y se manifiesta.

Con el presente trabajo quiero explicar que es el dolor y todo lo que rodea, porque huimos cada vez de este y no lo afrontamos, como se asocia en la vida diaria. Dar a conocer una explicación más amplia de que es el dolor y poder complementar la vaga idea que hoy en día se tiene acerca del dolor.

¿Qué es el dolor?

El dolor según la RAE es “Sensación molesta y aflictiva de una parte del cuerpo por causa interior o exterior”, sin duda es la idea más generalizada y más amplia acerca de esta sensación y no es una mala definición. Si ya entramos en términos más específicos, de los cuales se verán más adelante, se podría decir que el dolor es una experiencia sensorial y emocional que generalmente es desagradable, que pueden experimentar todos aquellos seres vivientes con razón y autonomía que disponen de un sistema nervioso central.

En realidad el dolor surge del cerebro y no de nuestra parte afectada, ya sea física o emocional. El cerebro recibe las señales que viajan a una gran velocidad desde la parte afectada y le llegan en décimas de segundo, el cerebro las interpreta como algo malo o de desagrado y genera el dolor. Es como una computadora que analiza diferentes datos y que pasan a través de un antivirus él dice si es nocivo o no para nuestro cuerpo aquella sensación. Esta gran computadora es nuestro cerebro y nuestro antivirus son nuestras experiencias, en conjunto estas dos son las que ordenan, las que deciden sensaciones, percepciones y reacciones. De una manera más fácil, el dolor es una alarma, un aviso de que debemos de alejarnos de lo que estamos haciendo, ya que esto nos perjudica.

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El dolor en nuestra historia.

A lo largo de nuestra basta historia el dolor ha estado ligado básicamente a enfermedades, en sus efectos y su tratamiento, la tortura y lo sexual. Un ejemplo muy fácil del dolor como tratamiento en enfermedades era practicar la trepanación, la que consistía en hacer un hueco en el cráneo para eliminar enfermedades con origen mental, como pueden ser la esquizofrenia, migraña o incluso malos sueños, se dice que esta práctica empezó a mediados de la era neolítica y que hoy en día se sigue practicando, pero como un procedimiento para proceder a hacer operaciones en la zona cerebral.

El dolor como tortura es un hecho más común a lo largo de la historia, se presenta en prácticamente todas las eras, incluso en la nuestra. No se sabe dónde y cuándo se comenzó la tortura pero se coincide que se manifestó en Grecia y que se masifico en la edad media, y que hoy en día se da en lugares aislados (conflictos, guerras) o países con leyes “primitivas” (países musulmanes). Sin duda la tortura es uno de las claros ejemplos de cómo el ser humano puede aplicar dolor ya sea por simple afán o por alguna cosa en especial. Un ejemplo, de las cientos de torturas que existen, es la cuna de judas que consiste en una pirámide puntiaguda, sobre la cual se alza a la víctima para después dejarla caer una o varias veces, de modo que la punta topara con la zona genital o anal con mayor o menor presión dependiendo de cómo evolucionara la confesión o el resultado esperado.

Por otra parte tenemos a la parte sexual, la parte del placer, tenemos dos grandes comportamientos:

        Sadismo: comportamiento en el cual se produce dolor a una persona o animal por placer, no siempre conlleva al acto sexual.

        Masoquismo: comportamiento en el cual se produce placer mediante el dolor a uno mismo o a de un tercero hacia nosotros, no siempre conlleva al acto sexual.

        Sadomasoquismo: el acto entre una persona sadista y una persona masoquista, auto alimentación del placer.

¿Cómo se manifiesta el dolor?

La función fisiológica del dolor es señalar al sistema nervioso que una zona del organismo está expuesta a una situación que puede provocar una lesión. Esta señal de alarma desencadena una serie de mecanismos cuyo objetivo es evitar o limitar los daños y hacer frente al estrés. Fue el neurofisiólogo y premio Nobel en Medicina Sir Charles Scott Sherrington quien acuñó por primera vez el término de “nociceptores”, un concepto fundamental dentro de los mecanismos que llevan al cerebro a producir el dolor. La actividad comienza en los nociceptores que detectan cualquier variación física, térmica, o química capaz de producir destrucción violenta de tejido (necrosis). La alarma comienza a sonar, y el nociceptor envía una señal mediante la médula espinal hasta el cerebro, el órgano que decide, el que produce el dolor. Algo parecido ocurre con nuestro sentido de la vista. Nuestros ojos, a través de los fotorreceptores, no generan la visión, tan solo captan ondas electromagnéticas, recogen la luz, la convierten en información y la envían al cerebro que es quien, con esos datos y la experiencia acumulada, construye la visión, la realidad. El cerebro recoge esos estímulos bioeléctricos y los convierte en el mundo que vemos. Construye dimensiones, proporciones, distancias, colores. El dolor funciona de manera similar. Al cerebro llegan datos de nocividad, de agresión violenta (presente o futura) y el gestor analiza, prevé, el alto mando decide. El cerebro construye el dolor en base al análisis de los datos que recibe, pero también de la experiencia, del aprendizaje, de la cultura adquirida. Gestiona esas variables y ordena… o ignora. Golpes, desgarros, incisiones, quemaduras, falta de oxígeno, variaciones extremas de temperatura. Ataques a nuestra integridad que causan necrosis. La necrosis, esa muerte violenta de células, es un peligro para el organismo, en ella la membrana resulta dañada y se vierten moléculas que afectan a células vecinas, convirtiendo el ataque en una reacción en cadena. La necrosis debe ser evitada como sea y los nociceptores son capaces de detectar agentes y situaciones que provocan esa agresión. No generan el dolor, pero alertan de nocividad. Los datos llegan al cerebro que será quien ponga en marcha (o no) los mecanismos defensivos necesarios para hacer frente a esa agresión… inflamación, fiebre, dolor.

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