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Trayectoria

ray1095Informe25 de Diciembre de 2013

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Trayectoria

Pablo González Casanova nació el 11 de febrero de 1922 en la ciudad de Toluca. Su pertenencia a una de las familias de hacendados, ilustrada, le permitió contar con una esmerada educación pues como complemento a ella, en su niñez recibió instrucción particular de inglés, francés y esgrima. Cursó estudios de abogado en la Facultad de Jurisprudencia de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), cursó la maestría en historia impartida tanto por la Escuela Nacional de Antropología e Historia como por El Colegio de México y obtuvo el grado de doctor en sociología en la Universidad de París en 1950. Fue becario, profesor e investigador de El Colegio de México en los años cuarenta y a su regreso de París, en la década de los años cincuenta, se incorporó a la UNAM, primero como docente en la Escuela Nacional Preparatoria a partir de 1951 y al año siguiente a la entonces Escuela Nacional de Ciencias Políticas y Sociales, donde adquirió la categoría de profesor titular en 1964. Su labor docente la ha combinado con su productiva actividad de investigación desde 1948. En 1965 publicó el libro La democracia en México, que llegaría a convertirse en un verdadero clásico y marcaría el rumbo de sus preocupaciones intelectuales. Representa un caso singular del pensamiento de izquierda en nuestro país: vocación académica de profundo compromiso social ha sustentado que se le caracterice como un mexicano constructor y formador de ciudadanos [Granados Chapa, 1984: 3]. Tal interpretación adquiere mayor comprensión si se repasan sus roles como funcionario académico. En 1957 se le designó director de la Escuela Nacional de Ciencias Políticas y Sociales, en 1959 fungió como presidente del Comité Directivo de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales con sede en Santiago de Chile, en 1966 se le nombró director del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM, en 1968 fungió como presidente de la Asociación de Latinoamericana de Sociología, en 1970 fue electo rector de la UNAM, período que sólo cubrió poco más de dos años debido a actos de provocación externos a su gestión, en 1986 fundó y dirigió por ocho años el Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades de la UNAM.

Por esa amplia labor teórica y universitaria ha recibido diversos reconocimientos, entre los que destacan los siguientes: miembro del Centro Latinoamericano de Investigaciones Sociales con sede en Río de Janeiro (1959), profesor visitante de las Universidades de Oxford (1975), director de investigación visitante de la Escuela Nacional de Ciencias Políticas de París (1975), profesor de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (1976), profesor titular de la Universidad de Cambridge, coordinador del proyecto “Las perspectivas de América Latina” auspiciado por la UNAM y la Universidad de las Naciones Unidas (1982). Además ha sido reconocido con el grado de Doctor honoris causa por las Universidades Autónoma del Estado de México (1987), Autónoma de Puebla (1996), Computense de Madrid (2001), etc., recibió el premio nacional de Ciencias y Artes en el área de Filosofía, Ciencias Sociales e Historia del gobierno mexicano, el premio José Martí por la UNESCO (2003) y la Orden José Martí en Primer Grado, máxima condecoración del gobierno de Cuba (2004).

Fuentes de su humanismo

Siendo Pablo González Casanova un pensador declaradamente antimetafísico resulta poco fructífero adentrarse en la investigación sobre la esencia o naturaleza del ser humano en su obra, más bien en ella sólo se aprecian rasgos, actitudes y valores con base en los cuales sí es posible sistematizar los rasgos de su humanismo, cuyo eje articulador lo constituye su pretensión de justicia e igualdad universal. Tal concepción es producto de la conjugación de su formación intelectual, entre los que destaca la influencia de los más connotados intelectuales de la primera mitad del siglo XX mexicano y español, la sensibilidad social enmarcada en la atmósfera de los llamados gobiernos revolucionarios, particularmente el de Lázaro Cárdenas del Río, la influencia familiar y la metodología con la que ha procedido para explicar y comprender la realidad social, razón de ser del ejercicio de su pensamiento.

Para mostrar su gran sensibilidad humana acudo a sus propias palabras pronunciadas en 2001 en la Universidad Complutense de Madrid, que en México aparecieron publicadas con el título “Los sentimientos intelectuales”, donde sustancia las fuentes de su vocación:

... mis profesores que salieron precisamente de esta universidad y que influyeron tanto en la formación de mis sentimientos intelectuales y de mi oficio. Uno fue don José Gaos, ex rector de la Universidad Central, que entonces así se llamaba esta casa de estudios, otro don José Miranda, secretario general de la misma. Ellos me enseñaron filosofía e historia y me aconsejaron y dirigieron en mi tesis de maestría. Con ellos tuve otros profesores españoles, como don Agustín Millares Carlo, de latín; Conchita Muedra, de paleografía; José Medina Echavarría, de sociología; Manuel Pedroso, de ciencia política; Ramón Iglesia, de historiografía; Rafael Sánchez Ventura, de historia del arte. Todos ellos habían venido de España a la caída de la República y con nuestro gran Alfonso Reyes y otros mexicanos entusiastas organizaron primero La Casa de España en México y luego El Colegio de México, donde yo estudié y donde fueron también mis profesores Silvio Zavala, historiador, Pablo Martínez del Río, prehistoriador, entre otros de mi propio país y que eran lo mejor de lo mejor de aquel entonces y de ahora. Pero en la formación de mis sentimientos intelectuales influyeron más los profesores españoles y, extra cátedra, don Alfonso Reyes, quien durante varios años me invitó a comer con él y con doña Manuelita, su esposa, un sábado sí y otro no, o varios sábados seguidos [González Casanova, 2001: 18].

Respecto de las viviencias familiares que también lo marcaron señala, en particular la omnipresencia de su padre:

En la formación de mis sentimientos intelectuales también influyeron mi padre por lo que se refiere a los indios de México y a una visión del mundo muy abierta, un poco filológica, clásica y romántica...

No sólo era mi padre especialista en lenguas indígenas, y uno de los más connotados de su tiempo, sino universitario de cuerpo y alma, y en ambos terrenos me dejó sentimientos muy fuertes de identidad emocional e intelectual. Supe por él mirar, pensar y querer a los indios de México, muchos de los cuales tenían nombre y apellido, influencias en su infancia y en la mía, y a los que debíamos literalmente la vida por haber sido un indio zapatista quien salvó a mi padre de ser fusilado al identificarlo con quien realmente era, y con una familia –según declaró- amiga de los zapatistas de entonces [González Casanova, 2001: 18].

Él mismo nos ha comentado que su familia había decidido enviar a su padre a Alemania para perfeccionar sus conocimientos químicos que serían aprovechados en la industrialización de la producción ganadera de su hacienda, y en su travesía a Veracruz fue hecho prisionero pues lo confundieron con el guerrillero Pablo González, pero como los testigos evidenciaron el equívoco, salvó la vida y posibilitó la existencia del intelectual que nos ocupa.

Rasgos del humanismo

De modo que así quedó sellada tanto su formación teórica como sus preocupaciones sociales, a partir de ello ha realizado un diagnóstico riguroso tanto de la situación actual como de las perspectivas de la humanidad, de ahí que en su amplia obra puedan localizarse elementos para sistematizar su humanismo que podemos calificar de alternativo o democrático, algunos de cuyos rasgos constitutivos son:

1. Crisis del humanismo de la modernidad. La interpretación que hace de la realidad la respalda en el reconocimiento sobre la poca efectividad de los modelos explicativos no sólo para dar cuenta de ella, sino para orientar sus derroteros. Esa crisis de paradigmas tan actuales, por ejemplo arrojó a una situación verdaderamente dramática en los países del socialismo real porque, supuestamente, representaba la posibilidad de superar las graves problemáticas sociales engendradas por el capitalismo realmente existente, toda vez que el

... hombre se queda sin qué decir, sin qué hablar y pensar y hacer, esta gran crisis al mismo tiempo ha provocado una conmoción muy fuerte en los planteamientos sobre el sentido de la historia y del humanismo. Ha removido completamente los planteamientos sobre el proyecto humanista que surgió en el Renacimiento y que, en cierta forma, es heredero de proyectos humanistas anteriores, algunos formulados en términos religiosos, que vienen del cristianismo, y otros formulados en términos filosóficos que vienen del racionalismo griego. En el siglo XX el humanismo ha visto cómo proyecto surgidos a lo largo de la Edad Moderna se han ido al despeñadero. Y no sólo los religiosos o los filosóficos, sino los que se han formulado en nombre de la ciencia y con el recurso de la ciencia, los de la socialdemocracia, los del socialismo marxista-leninista, los del nacionalismo del Tercer Mundo [González Casanova, 1992: 18].

Así para Pablo González Casanova resulta una necesidad imperiosa, a estas alturas, reformular los paradigmas de las ciencias sociales para dar cuenta de los cambios de la realidad y así contribuir a encauzar los derroteros de la humanidad.

2. Formulación de la democracia incluyente. La característica que mejor define el aporte de su

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