UN NUEVO DIRECTOR PARA UNA VIEJA ESCUELA

UN DIRECTOR NUEVO PARA UNA ESCUELA VIEJA

Juan O. T. Ha alcanzado su nombramiento de director en una escuela de la periferia de la ciudad. Finalmente, aunque no en el lugar que él quisiera, pero ha regresado a la zona urbana. Está contento con su nombramiento y tiene muchos proyectos en mente ya que desea dejar huella en la comunidad escolar. Ese ha sido un pensamiento que le ha dado vueltas en la cabeza desde hace un buen tiempo ya que tuvo directores que realmente le impactaron y ayudaron en su vida profesional y de los cuales aprendió a valorar el trabajo docente. Pero también –y en los últimos dos años--, trabajó con un director que dejó mucho qué desear; especialmente en su labor con los maestros ya que, desde su punto de vista, los descuidó y solamente se preocupó por sus intereses y vivir con las menos molestias escolares. Esto personalmente le caló, porque tuvo compañeros novatos que no fueron escuchados, guiados, cuidados y cometieron errores que acarrearon sobre la escuela problemas que bien se pudieron evitar. Faltó la presencia y acercamiento del director con ellos.

Pero ahora tenía sus propios retos. Mentalmente repasaba sus proyectos y a unas semanas de iniciar el curso escolar ya deseaba tomar posesión de su cargo. Siendo aún tiempo de vacaciones, pasó varias veces a visitar su futura escuela. Realmente la encontró en no muy buenas condiciones. Un par de días antes de la entrada de los maestros y personal, se dio a la tarea de platicar con un conserje el cual le contó que tenía trabajando en la escuela más de 10 años y había visto pasar una buena cantidad de directores. La sensación que le quedó a Juan después de la plática con el conserje y en la que le disparó un buen número de preguntas, fue que se iba un director, llegaba otro y la vida no cambiaba; y que más adelante se repetiría la historia; que no habría grandes cambios porque la comunidad escolar era como era y así seguiría. Antes de terminar su conversación le preguntó qué sería lo mejor que se podría hacer por esa escuela, a lo que el conserje le respondió que primero deberían reparar los desperfectos, que eran numerosos, y procurar un lugar donde los conserjes pudieran dejar sus pertenencias, comer y descansar –palabras más, palabras menos--. Juan tomó nota.

Ya entrado en funciones. Platicó con cada maestro y todos le manifestaron buena disposición y lo profesionales que eran en su trabajo pero, le quedó la misma sensación que tuvo al final de su plática con el conserje. Los maestros aprovecharon esa comunicación inicial para hacerle una serie de observaciones sobre la falta de material, el mal estado de algunas aulas y diversos problemas con los que tenían que lidiar; para empezar, lo alejado de la escuela de algunos de los hogares de los maestros y su dificultad para trasladarse, por lo que llegaban tarde algunos días de la semana... Juan los escuchó y tomó nota.

El primer día de clases un grupo de padres de familia le pidió los recibiera pues querían ponerse a sus órdenes. Así lo hizo. Una pareja le comentó que ellos ya tenías varios años participando en la sociedad de padres y tenían intenciones de seguir ayudando al igual que otros de los presentes. Unos más le comentaron que los directores anteriores los habían ocupado

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