Un Acercamiento A La Autonomía Del Aprendizaje Y Su Posible Instrumentación En Clases
robertorosique12 de Agosto de 2013
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Entre los retos que hombre actual asume para lograr una vida plena (superar la pobreza, igualdad de derechos, responsabilidades y oportunidades, sustentabilidad, entre otros desafíos también relevantes) se encuentra la necesidad de lograr una educación de calidad, la cual, de conseguirse, hace suponer un nivel superior en el desarrollo humano que permitirá una vida equitativa y digna para todos. Las ciencias didácticas y pedagógicas convergen en que una de las rutas para lograr esa educación significativa es la autonomía del aprendizaje. En este breve ensayo intentaré aproximarme a esa modalidad educativa y justificar la importancia de instrumentarla en el aula.
La autonomía (Del lat. autonomia, y este del gr. a?t???µ?a) que definida según el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española (2009): "Es la condición de quien, para ciertas cosas, no depende de nadie", en otras palabras, la capacidad de tomar decisiones sin ayuda de otro. Es un concepto que se entendió en el mundo antiguo como una característica de la conducta dependiente del intelecto y no tanto de la voluntad; que va adecuándose a reflexiones filosóficas o imposiciones religiosas (al sentido implícito de libertad que lleva el término, la fundamentación religiosa lo condiciona al responsabilizar los actos del hombre ante dios). Se trata de un término empleado bajo distintas acepciones, desde el sentido de la libertad, emancipación, franquicia, independencia, soberanía, albedrío, etcétera, de acuerdo a las implicaciones filosóficas, políticas, religiosas, económicas o sociales que quieran atribuírsele, no obstante que desde la Ilustración, Kant clarificó que la libertad, se encontraba en la autonomía. Desde el contexto de la psicología, a partir del estudio del desarrollo cognitivo en el niño por Piaget, cuando asume que en el razonamiento autónomo las reglas son producto de un acuerdo y, por tanto, son modificables; que además, nos dice, se pueden someter a interpretación y caben excepciones y objeciones, veremos como prácticamente después, de estas reflexiones, el concepto de autonomía, comienza a ser relacionado intrínsecamente, con mayor frecuencia, en la enseñanza y es en estas últimas décadas cuando se convierte en un elemento central entre los teóricos, sobre todo en aquellos dedicados a la enseñanza del adulto. No obstante, nos dice Vera Batista (1995), no es un vocablo nuevo en la educación, varios de sus aspectos más relevantes pueden ser encontrados en investigadores de la educación como Comenio, Rousseau, Dewey o Pestalozzi. Lo cierto es que, la relevancia que el concepto de autonomía ha adquirido dentro de los núcleos de reflexión didáctica en los últimos tiempos, obliga a voltear, a estar más atentos y poner en consideración su potencial como reforzador del papel del alumno en el proceso del aprendizaje y por tanto, exige que la ayuda al desarrollo de esa autonomía, deba convertirse en un objetivo central de nuestra labor docente.
En las últimas décadas del siglo pasado el concepto de Autonomía del Aprendizaje (AA) comienza a ser el eje central a definir, diversos autores aportan reflexiones para clarificarlo. Para Henri Holec (1973):
Autonomía es cuando el aprendiente quiere y es capaz de hacerse cargo de su propio aprendizaje, independientemente: eligiendo sus objetivos, eligiendo materiales, métodos y tareas, ejercitando la elección y determinación en la organización y realización de las tareas adoptadas, eligiendo y aplicando los criterios de evaluación.
En una definición posterior Henri Holec (1980), destaca el carácter de habilidad no innata, sino adquirida de la autonomía. Para Little (1991), la autonomía se entiende como la capacidad de distanciamiento, de reflexión critica, toma de decisiones y acción independiente, lo que presupone que el alumno desarrollará un tipo particular de relación psicológica hacia el proceso y contenido de su aprendizaje. En relación a este concepto de autonomía, vemos como se vincula la idea de lograr que el estudiante "aprenda a aprender", algo fundamental en un proceso de aprendizaje efectivo y esto implica, un aumento creciente de la persona sobre el conocimiento de sus propios procesos mentales (sobre como aprende) y al control del dominio cognitivo (sobre su forma de aprender). Hablamos entonces de un proceso de metacognición, que deberá encaminar al alumno a una superación personal y resultados de aprendizaje satisfactorios. Phil Benson (2001), considera que si bien la definición de autonomía de Holec (1980), abarca las aéreas principales de los procesos de aprendizaje y aunque el autor está consciente de los factores cognitivos dentro del desarrollo de la autonomía, en su definición no están explícitos. Little (1990), argumenta que la autonomía es una capacidad para separar la reflexión critica, el tomar decisiones y la acción independiente. En esta definición la capacidad de ser responsable sobre nuestro propio aprendizaje, descrita más en términos de control de los procesos cognitivos, participan más en una efectiva autogestión del aprendizaje. Phil Benson (2001), nos dice que la definición de Little es complementaria a la de Holec pero aclara que la primera agrega una vital dimensión psicológica, a menudo ausente en las definiciones de autonomía. El sentido de libertad implícito en el concepto será normalmente un principio contenido, veamos, Chené (1983) define la autonomía como la capacidad de ser libre con relación a reglas y normas preestablecidas, de fijar los objetivos para las propias acciones y de juzgar su valor. David Boud (1988), es más general en su definición, pero no por ello irrelevante y nos dice que: "el concepto de autonomía puede concebirse como una finalidad educativa, la práctica educativa que conduce a esta finalidad, y como parte integral de cualquier tipo de aprendizaje".
La autonomía del aprendizaje comienza a mostrar su potencial en los procesos educativos, el concepto forma parte recurrente de los discursos en donde se contempla una aprendizaje/enseñanza significativos. Si pretendemos nos dice Vera Batista (2005), que los alumnos sean quienes construyan su conocimiento, será precisa una organización didáctica que les facilite este "aprender significativamente" y la AA parece ser una ruta accesible para llegar a esos objetivos. Vera Batista (2005), Insiste y señala que se ha observado reiteradamente, que cuando se potencia la autonomía el alumno cambia la interpretación de los distintos elementos y procesos curriculares (tanto para los alumnos como para los profesores).
La preocupación por una educación continua o de por vida, parece encontrar también un camino en la AA, Trim (1988), nos dice tocante a este punto, que ninguna escuela ni ninguna universidad puede proporcionar a sus alumnos todos los conocimientos o destrezas que puedan necesitar durante toda su vida y, por tanto, la mejor formación que se le puede ofrecer al alumno es la capacidad de seguir formándose más adelante. Esta capacidad a la que alude Trim, está directamente relacionada con la autonomía. Vemos entonces como esta serie de potenciales cualidades de la AA no únicamente contemplan una enseñanza-aprendizaje significativos, sino que favorece la integración del individuo con su entorno o bien como afirma Vera Batista (2005): "un individuo aprende o se reafirma como ser autónomo en interdependencia o interrelación con su contexto". Finalmente observaría, que si la autonomía del aprendizaje implica la determinación del alumno, es por tanto, un acto intencional, consciente, explícito y analítico; de ahí que, para que la autonomía se de sin trabas, se requiere también de una actitud honesta, abierta y participativa. Bajo estas premisas (sin que con esto aporte algo nuevo, tal vez solo un reordenamiento de palabras) definiría la Autonomía del Aprendizaje como la libertad y la capacidad de decidir por las acciones a tomar, así como: la información a adquirir, para organizar nuestro propio aprendizaje, cuya finalidad supone, lograr un nivel superior en el desarrollo humano. Definición en la que habría que considerar la voluntad de participar, junto con el docente, en una serie de estrategias de co-responsabilidades para lograr los objetivos.
Instrumentar la Autonomía del Aprendizaje en el salón de clases, será indudablemente el siguiente desafío a considerar, sobre todo porque nos permitirá corroborar que esta serie de deliberaciones en torno al concepto y que las experiencias ajenas, los resultados obtenidos vertidos en textos, son algo más que palabrerías. Una de las premisas que saltan a la vista al perseguir poner en práctica el aprendizaje autónomo, es la participación del profesor, cuyo desempeño es sustancial como lo acotan diversos autores. actor que debe, ante todo, asumir ciertas funciones, un ejemplo de estas acciones podría ser las propuestas por Ernesto Martín Peris (1991), quien observa que el docente debe tener la capacidad de negociación con sus alumnos, de desarrollar técnicas y estrategias de aprendizaje y propiciar la autoevaluación: "La autoevaluación -nos dice Martin Peris- se incorpora como un elemento más de ese proceso, y sirve para redefinir objetivos, renegociar contenidos y procedimientos, y planificar ulteriores sesiones de trabajo" (176). De igual manera importante son las observaciones del rol del profesor que propone Holec (1985), ""From the point of view of the teacher, it is a matter of determining those types of intervention
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