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Valores Comunitarios


Enviado por   •  29 de Marzo de 2014  •  1.398 Palabras (6 Páginas)  •  295 Visitas

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Mirar la sociedad desde la perspectiva de la gestión de recursos es una actividad importante y necesaria en sí misma. Preguntarnos cuánto cuesta la educación, la salud o el transporte, y cómo concurren a su sostén el Estado y los actores sociales individuales, es una tarea permanente para lograr el mejor uso posible de los recursos.

Pero creer por ello que esas actividades son casos particulares del supremo problema general de asignar los recursos es una muestra patética de cómo un grupo de técnicos en una disciplina rebasa el marco de validez de ella y pretende erigirse en núcleo central de la vida humana, sostenido sólo por la desfachatez que dan la ignorancia y el poder juntos.

Lo que debió ser un servicio silencioso a la educación (el asignar y distribuir recursos disponibles en cantidad, método y oportunidad adecuadas para hacer posible dedicar las energías al proceso de aprendizaje), se convierte en el protagonista, subordinando todo lo demás a sus visiones y métodos.

El siguiente texto está extractado de un libro escrito por Dee Hock, pionero y fundador del sistema de tarjetas de crédito VISA International, donde recoge las consideraciones que lo llevaron a crear VISA de la forma en que opera hasta hoy. Recoge principalmente la relación conflictiva que se da cuando los procesos de gestión intervienen más allá del equilibrio en el funcionamiento de organizaciones, perturbando el espacio comunitario del cual todas dependen para operar.

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Un concepto que me ha intrigado es una idea antigua y fundamental, la idea de comunidad. La esencia de la comunidad, su alma misma, es el intercambio no-monetario de valor; cosas que hacemos y compartimos porque nos importan otros, y para el bien de todos. La comunidad se compone de aquello que no intentamos medir, de lo que no llevamos registro y no pedimos recompensa. La mayoría son cosas que no podemos medir, no importa cuánto lo intentemos. Ya que no pueden ser medidas, no pueden ser cuantificadas en dólares, o barriles de petróleo, o quintales de maíz – cosas tales como respeto, tolerancia, amor, confianza, belleza, cuyo suministro no tiene fronteras ni límites. El intercambio no-monetario de valor no surge sólo de motivaciones altruistas. Surge de una comprensión profunda, intuitiva, con frecuencia subconsciente de que el interés propio está inseparablemente conectado con el interés comunitario; que el bien individual es inseparable del bien del conjunto; que de alguna manera, con frecuencia más allá de nuestro entendimiento, todas las cosas son, a una y la misma vez, independientes, interdependientes e intradependientes – que el “uno” singular es simultáneamente el “uno” plural.

En una verdadera comunidad, la unidad del “uno” singular y el “uno” plural se extiende más allá de la gente y las cosas. Se aplica tanto a creencias, propósitos como principios. Algunos los tenemos en común con todos en la comunidad. Otros los podemos tener en común con sólo algunos miembros de la comunidad. Otros aún pueden ser sustentados sólo por uno. En una verdadera comunidad, los valores que otros sustentan y que no compartimos, los respetamos y toleramos, ya sea porque nos damos cuenta de que nuestras propias creencias requieren respeto y tolerancia en retribución, o porque conocemos suficientemente bien a los que sustentan creencias diferentes para comprender y respetar la humanidad en común que subyace a toda diferencia. Sin una abundancia de valor no material, e una igual abundancia de intercambio no monetario de valor material, ninguna verdadera comunidad ha existido o existirá alguna vez. La comunidad no tiene que ver con ganancia. Tiene que ver con beneficio. Confundimos ambos para peligro nuestro. Cuando intentamos monetizar todo el valor, estamos metódicamente desconectando a las personas y destruyendo la comunidad.

El intercambio no monetario de valor es el sistema más efectivo y constructivo que se haya creado. La evolución y la naturaleza lo han ido perfeccionando por miles de milenios. No requiere dinero, contratos, gobierno, leyes, cortes, policía, economistas, abogados, contadores. No requiere de ninguna manera de expertos consagrados o certificados. Requiere sólo de personas comunes y corrientes, que se hacen cargo.

La comunidad verdadera requiere proximidad; contacto e interacción continua y directa entre la gente, su entorno y los objetos que lo

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