Art Deco
duronannaTesis13 de Octubre de 2014
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Autora: Luz María Cortés Navarro
Unidad 1. Art Decó
Definir un objeto puede convertirse en una tarea sencilla o complicada dependiendo del campo de estudio, pero tratándose de dar explicación a un modo de vida es algo prácticamente imposible, ya que sólo se logra en el mejor de los casos un pequeño acercamiento a la inmensidad que implican las vivencias de una generación. Con respecto al art decó, esta tarea es ardua, pero con la ventaja de la cercanía en el tiempo y con el del acervo de elementos a nuestra disposición para su uso. Siguiendo los testimonios que se tienen para realizar una aproximación, es inquietante no aceptar el reto y dejar pasar de lado la oportunidad de hacer una introspección en un período importante del bagaje cultural de la humanidad, en el que el arte, la ciencia, la política y la filosofía tenían un punto antagónico de convergencia. Es por este motivo que en el presente capítulo se aborda ampliamente al art decó en todas sus manifestaciones, buscando establecer una idea sobre la esencia y presencia de éste.
ANTECEDENTES
Los años de la belle epoque donde existía un orden que regía las cosas de la vida, haciendo que todo pareciera tener un lugar y un tiempo adecuado, se fueron a pique al igual que sucedió con el Titanic, al chocar contra el “iceberg” histórico de la Primera Guerra Mundial. La aparente fluidez de los acontecimientos se ve minada poco a poco por la búsqueda de un camino que ofrece oportunidades más equitativas al grueso de la población para alcanzar un mejor nivel de vida, por lo que no sólo en el plano político y social, sino también en el artístico hacían su aparición corrientes que respondían a estas inquietudes.
El anarquismo, pero sobre todo el marxismo, fueron los principales protagonistas, a un grado tan evidente que su influencia se dejó sentir en las manifestaciones artísticas de la época. Tal es el caso del movimiento Ars and Crafts cuya búsqueda se centraba en rescatar del trabajo árido de la fábrica al obrero, por medio de la renovación de las artes dando a la producción en masa un toque creativo. Esta renovación consistía en desdibujar la línea que tradicionalmente separaba al arte de la artesanía, la cual enaltecía a unas producciones como bellas artes mientras supeditaba a otras la simple denominación de artes decorativas.
La utopía de William Morris y John Ruskin que se inicia en Inglaterra hacia 1866 fracasa en su aspecto social, pero no así en su propuesta artística, la cual incorporaba los beneficios de los avances tecnológicos al nuevo estilo, en que el predominio de las formas vegetales del gótico y del arte japonés se fundían en sinuosas líneas que armonizaban con la naturaleza. El Arts and Crafts decayó, pero su fundamento estético dejó honda huella y evolucionó hacia la decoración funcional que implicaba el art noveau.
Esta vinculación entre el arte y la producción en masa determinó en gran medida el origen de este nuevo movimiento, pues la experimentación estética tuvo su mayor apogeo en los lugares más industrializados de la época, tal es el caso de Bélgica, donde Víctor Horta y Henry van de Velde fueron los pioneros del art noveau. Pronto este lenguaje artístico se extendió por otros centros europeos del mismo calibre, como por ejemplo Nancy (Francia), donde Emile Gallé fundó una escuela en la que conjuntó a artistas de diversas disciplinas que produjeron obras que resumirían los parámetros fitomórficos y curvilíneos del art noveau.
El trabajo de Van de Velde fue elemento crítico en la Alemania de esa época, en la que la propuesta artística se manifestó como jugendstill, palabra que sirve para designar la juventud de la propuesta.
La labor entre artistas y artesanos hizo que la presencia del art noveau se sintiera en varios niveles, tanto en la arquitectura, como en el diseño de muebles, lámparas, joyería y gráfica entre otros. Lo anterior propició que a la esfera de su influencia no escaparan otros países, en los cuales el art noveau recibiría una denominación local que no desvirtúa en ningún caso las características propias del estilo. Además de los términos ya mencionados, está en España el modernismo, en Inglaterra el modern style, en Italia el liberty y en Holanda el nieuwe kunst.
Si bien todas las corrientes de la época correspondían a una misma búsqueda siguiendo lineamientos muy parecidos entre sí, en Glasgow[1] surge un movimiento cuyas bases se enmarcan en estos principios, pero que toma una vertiente muy particular que lo convertiría en un estilo de transición hacia otro más moderno conocido como art decó.
En la atmósfera de esta ciudad, Charles Rennie Mackintosh, Margaret, Frances Mac Donald y Herbert Mac Nair forman un núcleo no sólo familiar, sino también una comuna artística que busca su propia respuesta a las inquietudes estéticas del momento. Hay por supuesto un rompimiento con los cánones de la academia, pero en esta ruptura las líneas y cuerpos geométricos se unen a las formas vegetales y a las curvas del art noveau en forma intrínseca. La perfección del estilo consiste precisamente en alcanzar el mayor potencial del diseño con base a su función, aprovechando los detalles decorativos no como añadidura sino más bien como un modo de lograr su utilidad.[2]
La funcionalidad ornamental que persigue Mackintosh lo sitúa en el art noveau, pero la aplicación lineal y geométrica de que se vale en sus diseños lo ubica más allá de este movimiento. Ejemplo de esto es la Escuela de Artes de Glasgow, donde el exterior rígido del edificio se rompe con la asimetría del interior, logrando una unidad estilística que será considerada más tarde como precedente del art decó.
La original propuesta de la Escuela de Glasgow impactó sobre manera a los artistas de la Secesión Vienesa, que ya venían experimentando con diseños donde el manejo de formas lisas y cuerpos cúbicos tenía papel preponderante en la producción artística. Dentro de este movimiento, surgió el Wiener Werfstätte, taller artesanal en el que a diferencia de los surgidos en otros países, se distinguió por la utilización de formas geométricas sobrias cuya belleza radicaba en la simplicidad del resultado obtenido.
Es en esta atmósfera donde Josef Hoffman desarrolla el Palacio Stoclet, en la que el art noveau se disuelve prácticamente hasta desaparecer para dejar lugar al art decó, convirtiéndose así en el primer ejemplo arquitectónico enmarcado en este estilo.
En Italia surge el futurismo, el cual en todas sus manifestaciones (pintura, escultura, literatura e incluso cocina) se advierte en la tecnología el leitmotiv de su estética. La máquina, el movimiento y la velocidad quedan presentes, pero a diferencia del cubismo donde el individuo es el que se mueve con respecto de la obra, en el futurismo el objeto es el que cobra movimiento, de ahí que se presente al objeto como si se desplazara en el plano.
La efervescencia creativa que imperaba en la época da cabida al expresionismo, que en la arquitectura se manifestaría como una obra cargada de misticismo que se alimentaba no sólo del espíritu de sociedades secretas como la de los rosacruces o la masonería,[3] sino también del exotismo de antiguas culturas como la egipcia y la india, donde la monumentalidad de las obras está cargada de simbolismos.
Esta filosofía se plasma arquitectónicamente en el manejo de la luz tanto natural como artificial, la cual busca la iluminación (espiritual) y la transparencia (pureza) de la forma (la esencia), a tal grado que desde la contemplación exterior del edificio se perciba el interior de éste como una unidad plástica, en la que el uso del concreto reforzado permite la monumentalidad (elevación) y en la que el color (reflejo de la luz) le da vida.
Este movimiento tiene su origen y auge en Alemania; donde a la llegada de la Primera Guerra Mundial, la arquitectura se refugia en el cine, el cual como medio de propaganda política, recibe la canalización de los escasos recursos con que se contaba en esos años. Paradójicamente a los fines perseguidos por los arquitectos en el mundo real, éstos tuvieron que sujetarse en el ámbito del cine a la realización de su obra, con un manejo de luz y sombra igual al que llevarían a cabo en una construcción de verdad, pero donde la monumentalidad del edificio se vería reducida a la de las maquetas de las escenografías y telones de fondo. No obstante lo anterior, esta arquitectura ficticia era de un gran valor expresivo, el cual influiría más tarde en la conformación del estilo art decó.
En la escuela de Ámsterdam el expresionismo aportaría un matiz escultórico a la arquitectura, que más tarde se vería reflejado en los años veinte y treinta. En contraposición a esta escuela, en Rótterdam aparecería el de stijl que rechaza la ornamentación y busca la utilidad por sobre todas las cosas; este movimiento es precursor del funcionalismo, pero aporta al art decó el uso de la línea recta.
A partir de la situación mundial que se desataría en 1914, los valores estéticos, filosóficos y morales cayeron en crisis, sumándose a la nueva realidad que resultaría al cabo del conflicto bélico. El mundo conocido hasta entonces se tornaba distinto, las fronteras habían cambiado e imperios en otros tiempos fuertes se desvanecieron como fantasmas en el acontecer histórico. Con la guerra, el ritmo de vida se interrumpe pero ésta no se detiene, sino que cambia a otro compás.
Al finalizar la contienda no sólo se tiene un
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