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Dignidad Humana


Enviado por   •  16 de Junio de 2013  •  3.056 Palabras (13 Páginas)  •  393 Visitas

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DIGNIDAD HUMANA

La palabra dignidad deriva de la voz latina dignitas-atis, que es una abstracción del adjetivo decnus o dignus, que viene a su vez del sánscrito dec y del verbo decet y sus derivados (decus, decor). Significa excelencia, realce, decoro, gravedad. El Diccionario de la Lengua Española la define como la «gravedad y decoro de las personas en la manera de comportarse». Es decir, nuestra lengua asimila la dignidad humana a la acción personal y al comportamiento práxico, así como al rol social que se ocupa. Por eso también significa «cargo o empleo honorífico y de autoridad». Pero, ¿podremos acaso afirmar que unas personas son más dignas ónticamente que otras? En el origen etimológico del hombre como /persona se aplicó este concepto a aquel por ser un ser digno. No es que el hombre sea digno por el hecho de ser persona, sino que se aplicó este término al hombre en tanto que era un concepto que expresaba su dignidad. Parece que la expresióndignidad humana apareció por vez primera en la pluma de san Agustín1. Y santo Tomás vincula la voz persona con la dignidad, cuando escribe: «Pues, porque en las comedias y tragedias se representaba a personajes famosos, se impuso el nombre de persona para indicar a alguien con dignidad», es decir, en tanto que representaban a esos personajes ilustres y famosos. San Buenaventura sostuvo que «la persona es la expresión de la dignidad y la nobleza de la naturaleza racional. Y tal nobleza no es una cosa accidental que le fuera sobreañadida a esta naturaleza, sino que pertenece a su esencia»

La dignidad humana es aquella condición especial que reviste todo ser humano por el hecho de serlo, y lo caracteriza de forma permanente y fundamental desde su concepción hasta su muerte.

La dignidad humana no se puede aplicar en mayor o menor medida, sino que debe aplicarse a todas las personas de la misma manera de acuerdo a la ley. La dignidad de la persona humana es universal y los derechos que conlleva deben estar garantizados sin ningún tipo de restricciones.

Desde la perspectiva ética, un objeto tiene mayor valor en la medida en que sirve mejor para la supervivencia y mejora del ser humano, ayudándole a conseguir la armonía y la independencia que necesita y a las que aspira.

Es por tanto esencial que los valores que se elijan y que se persigan en la propia vida se correspondan con la realidad del hombre, es decir, sean verdaderos. Porque sólo los valores verdaderos pueden conducir a las personas a un desarrollo pleno de sus capacidades naturales. Puede afirmarse que, en el terreno moral, un valor será verdadero en función de su capacidad para hacer más humano al hombre.

Desde David Hume, existe una corriente de pensamiento que se expresa en la idea de que no es posible derivar ningún tipo de deber a partir del ser de las cosas. El paso siguiente nos lleva a concluir que por valores entendemos nuestras impresiones, reacciones y juicios, con lo cual convertimos el deber en un fruto de nuestra voluntad o de nuestras decisiones.

En el positivismo jurídico tipo Kelsen el derecho es el resultado de la voluntad de las autoridades del estado, que son las que determinan aquello que es legalmente correcto - y legítimo - y lo que no lo es.

En ética, el positivismo y el empirismo afirman que bueno y malo son decisiones meramente irracionales o puro objeto de impresiones o reacciones, o sea, del campo emocional. Tanto en el positivismo como en el empirismo existe aún, es verdad, la idea de valores, pero sólo como una idea subjetiva o como objeto de consenso. El acuerdo por ejemplo de un grupo o de un pueblo crea los valores.

Sin embargo, el propio conocimiento y la apertura natural a los demás nos permite reconocer en ellos y en nosotros el poder de la inteligencia y la grandeza de la libertad. Con su inteligencia, el hombre es capaz de trascenderse y de trascender el mundo en que vive y del que forma parte, es capaz de contemplarse a sí mismo y de contemplar el mundo como objetos. Por otro lado, el corazón humano posee deseos insaciables de amor y de felicidad que le llevan a volcarse - con mayor o menor acierto- en personas y empresas. Todo ello es algo innato que forma parte de su mismo ser y siempre le acompaña, aunque a veces se halle escondido por la enfermedad o la inconsciencia.

La dignidad propia del hombre es un valor singular que fácilmente puede reconocerse. Lo podemos descubrir en nosotros o podemos verlo en los demás. Pero ni podemos otorgarlo ni está en nuestra mano retirarselo a alguien. Es algo que nos viene dado. Es anterior a nuestra voluntad y reclama de nosotros una actitud proporcionada, adecuada: reconocerlo y aceptarlo como un valor supremo (actitud de respeto) o bien ignorarlo o rechazarlo.

Este valor singular que es la dignidad humana se nos presenta como una llamada al respeto incondicionado y absoluto. Un respeto que, como se ha dicho, debe extenderse a todos los que lo poseen: a todos los seres humanos. Por eso mismo, aún en el caso de que toda la sociedad decidiera por consenso dejar de respetar la dignidad humana, ésta seguiría siendo una realidad presente en cada ciudadano. Aún cuando algunos fueran relegados a un trato indigno, perseguidos, encerrados en campos de concentración o eliminados, este desprecio no cambiaria en nada su valor inconmensurable en tanto que seres humanos.

Por su misma naturaleza, por la misma fuerza de pertenecer a la especie humana, por su particular potencial genético - que la enfermedad sólo es capaz de esconder pero que resurgirá de nuevo si el individuo recibe la terapéutica oportuna -, todo ser humano es en sí mismo digno y merecedor de respeto.

Cuando hablamos del término dignidad humana, quizá para muchas personas suenen huecas tales palabras, aun y cuando usemos la palabra dignidad indistintamente para referirnos a una conducta que se debe asumir en diversas circunstancias o la oposición a actos que podrían humillar a alguien. Así, es común escuchar dentro de una frase las palabras: “Ten dignidad”, o “por dignidad no lo permití”, como si dicho concepto implicará un abanico de posibilidades enormes.

En el Diccionario de la Real Academia de la Lengua, dignidad aparece bajo el significado de “gravedad y decoro de las personas en la manera de comportarse”, así como “cualidad de digno”, en lo que se entiende como “correspondiente proporcionado al merito y condición de alguien o algo”.

De acuerdo con lo anterior, las personas que utilizan la palabra dignidad como un escudo para evitar que conductas de otros lesionen sus derechos estarían más cercanos a lo que en el humanismo político se conoce como eminente dignidad de las personas.

Para el humanismo político, la dignidad humana es un concepto central, pues dicha corriente de pensamiento

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