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El Deseo De La Mujer

AlejoBest20 de Marzo de 2013

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El deseo de la mujer

Un buen día una mujer se encontró con el bien, su motivo de la visita era para plantearle una idea para mejorar la vida en la tierra. El bien la llevó a un lugar para hablar y le preguntó cuál era su idea.

-Mi idea es que se siembre mayor cantidad de semillas de amistad y amor entre los humanos –dijo la mujer-para que haya menos odio y diferencias entres ellos.

Dios decidió cumplir la idea que esta mujer le propuso y sembró muchas semillas mas de amistad entre los hombres. Al poco tiempo las naciones dejaron de estar en guerra y la vida en el planeta mejoró.

Luego de un tiempo el mal enojado al ver esto decidió sembrar mas de su propias semillas: discriminación y odio. Al tiempo otra vez volvió a ser casi todo igual.

Al ver esto la mujer decidió volver a visitar a el bien, pero él no le quiso recibir porque lo que había hecho había sido en vano. Luego de insistir la mujer logró hablar con Dios y le dijo:

-Haz que los hombres puedan decidir libremente entre una cosa o la otra y así cada uno podrá elegir qué hacer.

-Pero mujer –contestó Dios- el hombre desde siempre pudo decidir por si mismo.

-Entonces –respondió la mujer- dales la sabiduría para que puedan elegir lo mejor.

Pero a la vez que el bien les daba sabiduría el mal ponía la ignorancia. Al ver que había fracasado, la mujer se desanimó. Al ver esto el bien visitó a la mujer y le dijo:

-El mal puso delante de ti el desánimo y optaste elegirlo, bien pudiste elegir rechazarlo.

Ahí la mujer entendió.

-Deseo que siempre haya personas que al elegir el bien, ayuden a otras personas a elegirlo también.

-Pues siempre esas personas estarán –le contestó el bien- como estarán las contrarias. Lo importante es lo que cada uno elija. Y lo mas importante es lo que vos elijas hacer.

Desde ese momento, la mujer se propuso a ayudar y aconsejar a otras personas para que hagan el bien.

¿Y vos, qué estás eligiendo a diario?

Historia 1:

Un hombre estaba poniendo flores en la tumba de su esposa, cuando vio a un hombre chino, poniendo un plato con arroz en la tumba vecina.

El hombre se dirigió al chino y le preguntó:

-Disculpe señor, ¿de verdad cree usted que el difunto viene a comer el arroz?.

-Sí, responde el chino, cuando el suyo venga a oler sus flores.

Moraleja:. respetar las opiniones de otros, es una de las mayores virtudes que un ser humano puede tener.

Las personas son diferentes, por lo tanto las personas actúan diferente y piensan de distinta forma.

No juzgues… solamente comprende… y si no lo puedes comprender, olvidalo.

Historia 2:

Una tarde, un pequeño se acercó a su madre que preparaba la cena en la cocina, entregándole una hoja de papel en la que había escrito algo. Después de secarse las manos y quitarse el delantal, ella leyó lo que decía la nota:

- Cortar el césped del jardín… 15.00

- Limpiar mi cuarto esta semana… 5.00

- Cuidar de mi hermano… 5.00

- Ir a la panadería… 0.50

- Sacar la basura toda la semana… 2.50

- Libreta con buenas calificaciones… 50.00

- Limpiar el patio… 5.00

- TOTAL ADEUDADO… 83.00

La madre lo miró con fijeza mientras él aguardaba expectante. La madre tomó un lapicero y en el reverso de la misma hoja anotó:

- Por llevarte 9 meses en mi vientre

y darte la vida… NADA

- Por tantas noches de desvelos,

curarte y orar por tí… NADA

- Por la alegría y el amor de nuestra

familia… NADA

- Por temor y preocupaciones cuando

enfermabas … NADA

- Por comida, ropa y educación… NADA

- Por tomar tu mano y darte apoyo… NADA

Cuando el niño terminó de leer lo que había escrito su madre,

tenía los ojos llenos de lágrimas.

La miró a los ojos y le dijo:

“Te quiero mamá…”;

luego tomó el lapicero y escribió con letra muy grande: “TOTALMENTE PAGADO”.

Moraleja: Así somos las personas, como niños, queriendo recompensa por las buenas acciones que hacemos.

Es difícil entender que la mejor recompensa es el AMOR y, que para nuestra suerte, es totalmente GRATIS!!!

Historia 3:

Un hombre quiere colgar un cuadro. El clavo ya lo tiene, pero le falta un martillo. El vecino tiene uno. Así, pues, nuestro hombre decide pedir al vecino que le preste el martillo.

Pero le asalta una duda: ¿Qué? ¿Y si no quiere prestármelo? Ahora recuerdo que ayer me saludó algo distraído. Quizás tenía prisa. Pero quizás la prisa no era más que un pretexto, y el hombre abriga algo contra mí. ¿Qué puede ser? Yo no le he hecho nada; algo se le habrá metido en la cabeza.

Si alguien me pidiese prestada alguna herramienta, yo se la dejaría enseguida. ¿Por qué no ha de hacerlo él también? ¿Cómo puede uno negarse a hacer un favor tan sencillo a otro? Tipos como éste le amargan a uno la vida. Y luego todavía se imagina que dependo de él. Sólo porque tiene un martillo. Esto ya es el colmo.

Así nuestro hombre sale precipitado a casa del vecino, toca el timbre, se abre la puerta y, antes de que el vecino tenga tiempo de decir «buenos días», nuestro hombre le grita furioso:

-¡Quédese usted con su martillo, estúpido!

Historia 4:

Un sultán decidió hacer un viaje en barco con algunos de sus mejores cortesanos. Se embarcaron en el puerto de Dubai y zarparon en dirección al mar abierto.

Entretanto, en cuanto el navío se alejó de tierra, uno de los súbditos, que jamás había visto el mar y había pasado la mayor parte de su vida en las montañas, comenzó a tener un ataque de pánico.

Sentado en la bodega de la nave, lloraba, gritaba y se negaba a comer o a dormir. Todos procuraban calmarlo, diciéndole que el viaje no era tan peligroso, pero aunque las palabras llegasen a sus oídos no llegaban a su corazón.

El sultán no sabía qué hacer, y el hermoso viaje por aguas tranquilas y cielo azul se transformó en un tormento para los pasajeros y la tripulación.

Pasaron dos días sin que nadie pudiese dormir con los gritos del hombre. El sultán ya estaba a punto de mandar volver al puerto cuando uno de sus ministros, conocido por su sabiduría, se le aproximó:

-Si su alteza me da permiso, yo conseguiré calmarlo.

Sin dudar un instante, el sultán le respondió que no sólo se lo permitía, sino que sería recompensado si conseguía solucionar el problema.

El sabio entonces pidió que tirasen al hombre al mar. En el momento, contentos de que esa pesadilla fuera a terminar, un grupo de tripulantes agarró al hombre que se debatía en la bodega y lo tiraron al agua.

El cortesano comenzó a debatirse, se hundió, tragó agua salada, volvió a la superficie, gritó más fuerte aún, se volvió a hundir y de nuevo consiguió reflotar. En ese momento, el ministro pidió que lo alzasen nuevamente hasta la cubierta del barco.

A partir de aquel episodio, nadie volvió a escuchar jamás cualquier queja del hombre, que pasó el resto del viaje en silencio, llegando incluso a comentar con uno de los pasajeros que nunca había visto nada tan bello como el cielo y el mar unidos en el horizonte.

El viaje, que antes era un tormento para todos los que se encontraban en el barco, se transformó en una experiencia de armonía y tranquilidad.

Poco antes de regresar al puerto, el sultán fue a buscar al ministro:

-¿Cómo podías adivinar que arrojando a aquel pobre hombre al mar se calmaría?

-Por causa de mi matrimonio -respondió el ministro-. Yo vivía aterrorizado con la idea de perder a mi mujer, y mis celos eran tan grandes que no paraba de llorar y gritar como este hombre.

Un día ella no aguantó más y me abandonó, y yo pude sentir lo terrible que sería la vida sin ella. Sólo regresó después de prometerle que jamás volvería a atormentarla con mis miedos.

De la misma manera, este hombre jamás había probado el agua salada y jamás se había dado cuenta de la agonía de un hombre a punto de ahogarse. Tras conocer eso, entendió perfectamente lo maravilloso que es sentir las tablas del barco bajo sus pies.

-Sabia actitud– comentó el sultán.

-Está escrito en un libro sagrado de los cristianos, la Biblia: «Todo aquello que yo más temía, terminó sucediendo».

Mooraleja.: Ciertas personas sólo consiguen valorar lo que tienen cuando experimentan la sensación de su pérdida.

Historia 5:

Un hombre encontró un huevo muy grande. Nunca había visto nada igual y decidió llevarlo a su casa.

-¿Será de un avestruz? -preguntó a su mujer.

-No. Es demasiado abultado -dijo el abuelo.

-¿Y si lo rompemos? -propuso el hijo.

-Es una lástima. Perderíamos una hermosa curiosidad -respondió cuidadosa la abuela.

-Ante la duda, lo voy a colocar debajo de la pava que está empollando huevos. Tal vez con el tiempo nazca

algo- afirmó el hombre. Y así lo hizo.

Cuenta la historia que a los quince días nació un pavito oscuro, grande, nervioso, que con mucha avidez

comió todo el alimento que encontró a su alrededor. Luego miró a la madre con vivacidad y le dijo:

...

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