El Muro y Los Negocios Internacionales

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        Desde su anuncio para contender para presidente de los Estados Unidos de América, Donald Trump ha exclamado a los cuatro vientos sus grandes deseos de hacer que América se grande otra vez a tal grado que este se volvió su lema de campaña: “Make America Great Again”. Por su puesto que esto no nos causó ningún tipo de ánimos a nosotros los del sur de la frontera ya que para los estadounidenses América es únicamente el territorio que comprende Estados Unidos y no todo el continente como es que a nosotros nos educan en México, y mucho menos por las afirmaciones que manaron de su boca en aquel inolvidable discurso. A partir de entonces el ahora presidente Trump solo continúo reafirmando su postura proteccionista y extremadamente conservadora con respecto temas como la economía, el comercio, la migración, los sistemas de salud y por su puesto los negocios internacionales de los cuales afirma que su país es una víctima. Para solidificar su campaña se alió con grupos sociales y entidades que van muy acorde con sus propuestas.

        Si bien todo lo anterior puede quedar dentro del marco de lo normal, la realidad es que estas posturas además de ser lastimosas, ofensivas, mental y emocionalmente nocivas para la imagen internacional de la potencia económica más importante del mundo y para las minorías sociales que en ella viven. Estados Unidos ha perdido su proyección de ser un país de migrantes y para migrantes y se está convirtiendo en una tierra hostil para las que ahora son minorías. Dentro del contexto social solo se puede esperar que las actitudes racistas y discriminadoras aumenten.

        Por otro lado están los puntos de vista de los interesados en los aspectos económicos que esto puede tener para todo el mundo pero en particular para México. Alguna vez el escritor Octavio Paz dijo: “Pobre México tan lejos de Dios y tan cerca de Estados Unidos.” Y es que la realidad es que nuestros gobernantes mexicanos se han encargado de que gran parte de la población seamos dependientes de los beneficios de la migración, remesas, importaciones y de más abundancias que obtenemos de nuestro vecino del norte a tal grado que las remesas representan un ingreso muy fuerte para  México como nación.

        Al parecer el trabajo de los recientes gobernantes de México y Estados Unidos era el de mantener las cosas calladas y tratar de tapar el sol con un dedo o de curar un hueso roto con saliva. Todo hasta que se dio la combinación perfecta de gobernantes: En la esquina del norte a un mercader, magnate de grandes empresas que busca administrar a su país como se administra un negocio y en la esquina del sur a una persona de dudosa preparación académica, con una serie de reformas estructurales y proyectos de desarrollo fallidos, con una integridad moral y ética dudosa y al parecer ignorante en áreas de dominio obligatorio para un mandatario como lo son la economía, la literatura, geografía de su propio país, política, conocimiento del inglés como idioma extranjero, entre tantas otras carencias de las cuales ha hecho proyección a lo largo de su mandato y que se han vuelto la comidilla en las redes sociales. Esta combinación irregular y desequilibrada nos ha puesto en una posición sumamente desafortunada y entre tantas cosas ha causado que seamos victimas de altos precios en el costo de nuestros propios combustibles, devaluación de nuestra moneda en una paridad ridícula de veinte por uno con todas las consecuencias infladoras que de esto resultan, insultos sobre nuestra cultura y tradiciones, y por supuesto, la terrible situación de incertidumbre y amenaza que viven nuestros paisanos en Estados Unidos.

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