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El caso mexicano


Enviado por   •  12 de Enero de 2014  •  Exámen  •  1.564 Palabras (7 Páginas)  •  349 Visitas

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¿Una desindianización exitosa?: El caso mexicano

José Manuel Moreno Carvallo *

Durante las primeras décadas del siglo XX, el Estado mexicano posrevolucionario construyó una política indigenista cuyo objetivo fue la modernización de las sociedades indígenas. Se pensaba que lo indio era una problemática nacional, una especie de lastre vergonzoso que frenaba el desarrollo nacional. Por tal motivo, resultaba de vital importancia el llevar, como dijera Alfonso Caso, “cultura” a los pueblos indígenas. Los grandes problemas del indio “[…] no son solo económicos, sino fundamentalmente culturales: falta de comunicación material y espiritual con el medio exterior; falta de conocimientos científicos y técnicos para la mejor utilización de la tierra; falta del sentimiento claro de que pertenecen a una nación y no solo a una comunidad; falta de conocimientos adecuados para sustituir sus viejas prácticas mágicas para la previsión y curación de las enfermedades, por el conocimiento científico, higiénico y terapéutico. En suma, lo que falta que le llevemos al indio para resolver sus problemas, es cultura” (Caso: 1958: 16). Alrededor de estas posturas la figura del mestizo fue cobrando importancia, en él se concentraron los ideales de una sociedad moderna, y de manera antagónica lo indígena quedó representado por la pobreza, la marginalidad y el atraso.

En su trabajo sobre la población del valle de Teotihuacán, Manuel Gamio reconocía que en México existían “[…] dos grandes agrupaciones sociales conviviendo en el mismo territorio; una (numéricamente inferior) presenta civilización avanzada y eficiente, y la otra (numéricamente mayor) ostenta civilización retrasada. Estas agrupaciones están en los albores del quinto siglo de pugna cultural y, sin embargo, la situación es hoy casi igual a la que se inició con el gobierno de Cortés; la agrupación más numerosa, pero culturalmente retrasada, permanece en el mismo desolador estado de decadencia y de miseria material e intelectual en que estuvo entonces y, en cambio, la agrupación menos numerosa, pero culturalmente avanzada, posee, como antes, la dirección política, la riqueza, el conocimiento científico, todo lo que, en fin, puede brindar la civilización moderna” (Gamio: 1979: XXVIII). Ese estado de decadencia se debía al aislamiento en el que se encontraban las sociedades indígenas, este era el punto medular de toda la problemática indígena. Como menciona Julio De la Fuente, el aislamiento físico y la impermeabilidad cultural en la que se encontraban los pueblos indígenas, explicaban sus condiciones de marginalidad y pobreza (De la Fuente: 1990). Para Aguirre Beltrán, la cuestión indígena era un problema de integración nacional que dependía de los factores que señalaba De la Fuente: aislamiento físico e impermeabilidad cultural. Para resolver esto, de acuerdo con Aguirre Beltrán, bastaba implementar “[…] un proceso de socialización u ósmosis social que facilite la intercomunicación y, con ello, la participación mutua, de indios y mestizos, en beneficios y responsabilidades. Socializar al indio no es incautarlo, ni regimentarlo, ni exterminarlo, es hacerlo una parte de nosotros. La salida lógica del indio en México es hacerse mexicano” (Aguirre Beltrán en prólogo, De la Fuente: 1990: 8).

Pero, ¿qué significaba hacerse mexicano?, ¿cómo un indio se hace mexicano?, ¿quién es un mexicano? De acuerdo con Caso, los antropólogos, junto al Estado mexicano, serían los responsables de llevar a cabo, a través de un proceso de aculturación dirigido, la mexicanización de los grupos indígenas. “Existen grupos atrasados que forman comunidades a las que hay que ayudar para lograr su transformación en los aspectos económico, higiénico, educativo y político; es decir, en una palabra, la transformación de su cultura, cambiando los aspectos arcaicos, deficientes –y en muchos casos nocivos– de esa cultura, en aspectos más útiles para la vida del individuo y de la comunidad. Lograr esta transformación es lo que se llama aculturación” (Caso: 1958: 35). Los antropólogos, como especialistas en esta materia, formaron una pieza clave dentro de este proceso; de acuerdo con Robichaux, “[…] por su alcance en aquel momento, el interés primigenio de la antropología a principios del siglo XX se centró en las regiones visiblemente indígenas donde se hablaban lenguas autóctonas y se usaba una indumentaria indígena. Este tipo de regiones eran, además, el objetivo exclusivo de la antropología mexicana oficialista, cuyo papel era ayudar a llevar la luz de la civilización occidental” (Robichaux: 2005: 62).

Un vehículo para integrar al indio a la vida nacional fue la castellanización. A través de la construcción de escuelas en las zonas con mayor presencia indígena se buscaba “[…] asimilar a dos millones de indios en el seno de la familia mexicana; para hacerlos pensar y sentir en español, para incorporarlos en el tipo de civilización que constituye la nacionalidad mexicana” (Aguirre Beltrán: 1970: 15). Esta nueva tarea evangelizadora buscaba, como menciona Miguel Bartolomé, la construcción de una homogeneización social y cultural

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