Entel Catedra De Comu
acopio2918 de Febrero de 2015
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Raymond Williams – Marxismo y Literatura
1. Cultura
Resulta imposible realizar un análisis sobre la cultura sin tomar conciencia de su mismo concepto; más antiguamente, la sociedad fue la camaradería activa, la compañía, el hacer común. La economía, el manejo y control de un hogar y más tarde de una comunidad. La cultura, fue el crecimiento y la marcha de las cosechas y animales, y por extensión, de las facultades humanas. Estos conceptos fueron evolucionando afectándose unos a otros.
Cada concepto interactuaba con una historia y una experiencia cambiantes, y se hicieron necesarias nuevas descripciones de la sustancia inmediata que la sociedad excluía: por ejemplo, el individuo, fue desarrollado hasta convertirse en oposición a la sociedad, mientras que la sociedad, como distinción del Estado feudal. La economía, fue entendida como un modo de comprender y controlar un sistema de producción.
Con los cambios de significado que sufrieron estos conceptos, Williams se pregunta: ¿comprenderemos la cultura como “las artes”, como “un sistema de significados y valores” o como “un sistema de vida global”? Para su respuesta, propone reconocer los problemas implícitos en los mismos conceptos de “vida” y “sociedad”, transmitidos al concepto de cultura.
El concepto de cultura del siglo XVIII, que era el nombre de un proceso (cultura de algo: hombres, animales…), necesitó la inclusión de una nueva palabra: civilización. Este término englobaba dos sentidos: por un lado, un estado realizado – en contraste con la barbarie – y por otro, un estado realizado del desarrollo, que implicaba el proceso y el progreso histórico.
Civilización y cultura constituyeron entonces términos intercambiables. Los ataques de Rousseau (natural vs. artificial) constituyeron la base para un importante sentido alternativo de la cultura, que extendió su alcance para incluir religión, arte, vida personal, diferenciado de la civilización o sociedad: la cultura como clasificación general de las artes, la religión, las instituciones y las prácticas de los significados y valores.
Esta ruptura originaria que se había producido entre “cultura” y “civilización” sufrió un nueva presión que alcanzó su punto crítico con la llegada de la sociedad industrial, que por un lado, continuó el desarrollo elevando a la sociedad a un escalafón superior, pero por otro lado, estos mismos desarrollos amenazaban con destruir la misma civilización actual. Civilización entonces se convirtió en un término que por un lado, significaba desarrollo y progreso, y por otro, un estado realizado y amenazado. Contra la cultura y la civilización surgieron el materialismo, el mercantilismo, la democracia, el socialismo.
Desde la perspectiva de las historias universales, la razón se constituyó como propiedad de la civilización y de la cultura, para avanzar hacia sistemas más racionales y por tanto más civilizados. Civilización y cultura seguían constituyendo términos similares, que ponían énfasis en la capacidad humana para comprender y edificar un orden social humano.
Williams cita a Vico, quien pone énfasis en las ciencias sociales y en la cultura como productores del estilo de vida, como configuradotes de sociedades y mentes humanas. Vico aceptó la importancia el desarrollo histórico pero se niega a aceptar reducirlo a algo simplista. Era necesario comenzar a hablar de “culturas”, en plural, antes que de Cultura, y esto mismo es lo que otorga la posibilidad de comparación entre culturas.
El marxismo atacó esta “civilización” arguyendo que no sólo había producido orden, riqueza y refinamiento sino también pobreza, desorden y degradación. El siguiente paso del marxismo fue el de superar los pensamientos iluministas que concebían a la historia como la superación de la ignorancia mediante el conocimiento o la razón, y “el hombre que se hace a sí mismo”. El marxismo eliminó la dicotomía naturaleza-sociedad y estableció una relación entre sociedad-economía, a su vez que añadía a la cultura la importancia del historicismo.
Para Williams, lo que sucedió fue que poner el acento sobre la historia material produjo una historia cultural dependiente, secundaria, “superestructural”: un reino de meras ideas, creencias, artes, costumbres, determinadas mediante la historia material básica. Entonces, la posibilidad única que tuvo el marxismo de ahondar en la penetración de la cultura se perdió. Williams propone volver a los cambiantes conceptos del lenguaje.
2. Base y superestructura
Todo enfoque moderno de la teoría marxista de la cultura debe comenzar considerando la proposición de una base determinante y una superestructura determinada. “La suma de las relaciones de producción constituye la estructura económica sobre la que se erige la superestructura legal y política, y la conciencia social. La existencia del hombre determina su conciencia”
Williams recorre a los distintos autores y a las distintas interpretaciones de la metáfora del edificio de Marx y llega a la conclusión de que hubo 3 formas que caracterizaron a la superestructura:
1. Formas legales y políticas
2. Conciencia
3. Proceso de toma de conciencia
Williams ataca a los marxistas, a quienes considera mecanicistas (similar a la crítica que les propina Althusser). Desde el período que va desde Marx a los marxistas, los términos fueron utilizados como términos precisos y a su vez descriptivos de áreas sociales, separadas de la cultura, sólo determinados por lo económico. Williams lo considera simplista. Por añadidura, la crítica marxista se dirigía justamente contra esto, contra la separación de área y contra la sustitución de materialismo por abstracción. Agrega también una cita de Engels, en la que éste aclara que el factor económico es un elemento determinante pero no así el único.
Williams considera entonces necesario el establecer las conexiones indisolubles que se dan entre las distintas partes superestructurales, y para ello postula la distinción de Plejanov:
• El estado de las fuerzas productivas
• Las condiciones económicas
• El régimen sociopolítico
• La psiquis del hombre social
• Las numerosas ideologías que reflejan las propiedades de esta psiquis
Williams considera este conjunto como superador de la corriente proyección desnuda de “una base” y “una superestructura”. Es importante de todos modos no considerar estos elementos como una lista con un orden, y sí hacerlo como elementos dinámicos e indisolubles.
3. Hegemonía
Gramsci introduce la distinción entre dominio y hegemonía: el primero se ejerce a través de la violencia coercitiva mientras que el segundo, a través del consenso, que se mantiene por medio de pactos renovables.
En toda sociedad hay desigualdades; Gramsci introdujo el necesario reconocimiento de la dominación y la subordinación (lo que debe ser entendido como un proceso total). Este reconocimiento hace que el concepto de hegemonía vaya más allá que el de ideología. La ideología constituye el sistema de creencias, valores y significados, articulados de un modo relativamente formal y articulado. La clase dominante “tiene” esta ideología en formas “puras”, mientras que en la clase dominada, esta se ha impuesto sobre su conciencia, que debe luchar para sostenerse o para desarrollar una contra ideología.
La hegemonía no se iguala con la conciencia, no se reduce a ella ni a las formaciones de la clase dominante, sino que comprende las relaciones de dominación y subordinación, hace que todas las presiones y límites de lo que es el sistema cultural, aparezcan como naturales y “del sentido común”. La hegemonía constituye todo un cuerpo de prácticas y expectativas en relación con la totalidad de la vida. Finalmente es una cultura, pero una cultura que debe ser considerada como la vívida dominación y subordinación de clases.
Williams ve dos ventajas a este concepto:
• El hincapié de Gramsci sobre la creación de una hegemonía alternativa, lleva a una actividad revolucionaria mucho más profunda y activa. Para Gramsci, sus fuentes son las clases obreras.
• Existe un modo diferente de comprender la actividad cultural como tradición y como práctica: no constituyen una superestructura. Por el contrario, se hallan en los procesos básicos de la propia formación.
Una hegemonía nunca es un sistema o una estructura, sino que por el contrario, constituye un proceso. Es un complejo efectivo de experiencias, relaciones y actividades que tiene límites y presiones cambiantes. No se da de modo pasivo como una forma de dominación sino que debe ser constantemente renovada, recreada, defendida. A su vez, es resistida, limitada y desafiada. La realidad de toda hegemonía es que por definición siempre es dominante, pero jamás de un modo total o exclusivo. Todo proceso hegemónico debe estar alerta y receptivo hacia las alternativas y la oposición que cuestiona o amenaza su dominación.
Finalmente, el proceso cultural no puede ser entendido como simplemente adaptativo, extensivo e incorporativo. Las distintas rupturas dentro y más allá de él, que pueden variar desde situaciones pre revolutivas a la verdadera revolución. Williams afirma que estamos en mejores condiciones de comprender el proceso en un reconocimiento más general de los límites y presiones que analizan lo hegemónico,
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