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Equipos de alto rendimiento: lecciones de los pigmeos


Enviado por   •  19 de Julio de 2021  •  Documentos de Investigación  •  7.742 Palabras (31 Páginas)  •  471 Visitas

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Equipos de alto rendimiento: lecciones de los pigmeos

MANFRED F.R. KETS DE VRIES[pic 1][pic 2]

La sociedad pigmea es un buen ejemplo de lo que puede hacer la confianza a la hora de simplificar y agilizar los procesos de toma de decisiones y ofrece varias lecciones inútiles para crear equipos de trabajo eficaces.

Aunque la vida en la comunidad pigmea sorprenda a los extraños por su simplicidad y aparente falta de organización, en realidad está regida por un complejo sistema informal subyacente basado en la confianza. Este conjunto de reglas informales que constituye el sistema social de los pigmeos ayuda a la comunidad a funcionar eficazmente. Así como un exceso de las normas es un buen indicador de un trastorno de confianza y una mentalidad paranoica, un alto grado de confianza permite que la organización informal domine a la formal. En otras


palabras, las normas implícitas pasan a ser más importantes que las explícitas. La sociedad pigmea proporciona a las sociedades mercantiles o empresas un ejemplo de estructura de equipo cohesionada, combinada con un liderazgo eficaz. Su único inconveniente – la falta de adaptabilidad frente a los factores externos- no debe desviar nuestra atención de las muchas y enriquecedoras enseñanzas que podemos extraer de esta sociedad.

Manfred F. R. Kets de Vries es titular de la cátedra Raoul de Vitro d’Avaucourt de Gestión de Recursos Humanos del INSEAD. Es MBA por la Harvard Business School y autor de quince libros, entre ellos, Power and the Corporate Mind y The Neurotic Organization.


“Dime con quién andas, y te diré quién eres”

(Miguel de Cervantes, Don Quijote)

“No se puede liderar a las personas a base de golpes. Eso es agresión,

no es liderazgo” (Dwight Eisenhower)

a mayoría de los lectores están probablemente familiarizados con[pic 3]

la denominación de pigmeo, término antropológico con el que se alude a diversas poblaciones habitantes del África Central cuyos hombres adultos no superan un metro y medio de altura. El término pigmeo significa, en griego, la distancia existente entre el codo y los nudillos, aplicada luego descriptivamente a este grupo de población de estatura inusualmente baja. Los pigmeos estás considerados entres los habitantes más antiguos del continente africano y son, probablemente, los moradores humanos de la selva tropical. La cultura pigmea se remonta a tiempos prehistóricos y nos ofrece mucho que aprender. Es una ventana a nuestro pasado, como modelos primario de comportamiento humano, y nos da una idea de cómo vivía el hombre antes del surgimiento de la agricultura, hace unos 10,000 años. Ya en la antigua época egipcia, alrededor de 2,300 años antes de Cristo, se registró la existencia de los pigmeos en la documentación de una expedición enviada en busca del origen del Nilo. En un mensaje enviado al faraón Phiops II, de la sexta dinastía, por el príncipe Herkhuf de Elephantine, comandante de la expedición, se describe el descu- brimiento de unos “enanos que bai-

lan, procedente de la tierra de los espíritus”.

LA VIDA EN LA SELVA

A partir de las expediciones de los


trataron de imponerles su propia con- cepción del mundo. Tienen medidas contra el homicidio, el adulterio, la mentira, el robo, la blasfemia, el culto al demonio y la brujería, la falta de amor a los hijos, la desconsideración hacia los


te, lo misioneros y funcionarios guber- namentales los han instalado en pobla- dos permanentes, obligándolos a aban- donar la vida que llevaban milenios practicando. Toda crianza y la cultura de los pigmeos gira en torno a la vi-

exploradores del Congo, a finales del siglo pasado, se configuró una imagen


mayores y otras malas conductas. No es             sorprendente,        por        tanto,        que,        a

más realista de los pigmeos. En 1870, el explorador alemán George Schwein- furth descubrió de nuevo a este grupo 4,000 años después de aquel primer encuentro de los pigmeos con el príncipe Herkhuf. Poco tiempo después, Sir Henry Morton Stanley, periodista estadounidense, mencionó su existencia al relatar sus aventuras en África Central. Poco a poco, a través de los relatos de diversos exploradores, se fue conociendo la vida semi-nómada de estos cazadores-recolectores, con datos precisos sobre su capacidad de supervi- vencia en la dura selva mediante la caza, la recolección de miel, frutas, frutos secos, raíces, plantas y ciertos insectos, y el comercio de vegetales, tabaco, me- tales, herramientas y ropas con pueblos vecinos.[pic 4]

Los pigmeos están ahora acotados como un conjunto de tribus repartidas por las selvas de África Central en pequeños poblados temporales. Aunque la unidad básica es la familia nuclear (es decir, el padre, la madre y los hijos), los poblados suelen reunir entre 10 y 35 personas de varias familias extensas. Cada familia nuclear construye su propia cabaña en forma de cúpula, formando el conjunto un círculo en torno a una zona común.

La vida en el poblado pigmeo se hace principalmente al aire libre. Hay muy poca privacidad. Los pigmeos casi nunca está solos: comen, beben, se bañan y mantienen relaciones sexuales en estrecha proximidad, lo que requiere considerable tolerancia y disposición a compartir. La empatía y la cooperación son, por lo tanto, cualidades importantes en la sociedad pigmea.

Los pigmeos tienen también un có- digo moral bastante elevado, muy ante- rior al tiempo en que los misioneros


diferencia de otras tribus de la zona, nunca hayan admitido el canibalismo, los sacrificios humanos, la mutilación, la brujería, los asesinatos rituales, la guerra intertribal, los ritos de iniciación violentos y otras costumbres crueles.

Sin embargo, el siglo XX no ha sido bueno para los pigmeos. La civilización invasora ha cobrado un precio, a medi- da que otros grupos de población los expulsaban de su hábitat, cada vez más reducido. La baja tasa de nacimientos, la alta mortalidad infantil y el intento cruce con tribus invasoras no pigmeas han reforzado su declive. Por otra par-


Aunque la vida en la

comunidad pigmea sorprenda por su aparente falta de

organización, está regida por un complejo sistema informal subyacente basado en la

confianza

[pic 5]

da nómada en la selva, por lo que el se- dentarismo ha conducido a menudo al declive físico y moral. Quedan muy po- cos pigmeos viviendo en su estado ori- ginal y, al ritmo que van las cosas, muy pronto su mundo desaparecerá para siempre.

Recientemente he pasado un tiempo entre los pigmeos de la selva de Ca- merún. Sirviéndome de guías, me en- señaron algunos conocimientos de la sabiduría de la selva. Observé con un admirado respeto su conocimiento de la selva, su capacidad de leer las seña-

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