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Etapas de la Historia de la Educación y la Pedagogía.


Enviado por   •  7 de Mayo de 2016  •  Informes  •  1.149 Palabras (5 Páginas)  •  205 Visitas

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Etapas de la Historia de la Educación y la Pedagogía.

Papel de trajo elaborado por la profesora

Inés Cecilia Ferrero K.

7. Roma y la Humanitas Pedagógica

Sin dejar de considerar la influencia de la retórica, de la oratoria, de la filosofía griega y del cristianismo, al hablar de la Humanitas Pedagógica muchos otros aspectos han de ser considerados.

Marrou  (1976), por ejemplo, en su libro, abarca muchas facetas e insiste en sus detalles.  Inicia su exposición ubicándonos en un pueblo de campesinos,  sus costumbres y las de sus antepasados. La educación familiar, de obligada mención, la aborda como el recinto en donde se aprende para la vida pública, para el comportamiento moral y ético. No deja de lado el profundo ideal familiar, su piedad y sus virtudes.  También menciona la educación física. Más adelante la enfrenta al helenismo. Recorre las etapas de la influencia griega en Roma y su adaptación al espíritu latino.  La oposición al atletismo y el nacimiento y evolución de las escuelas, tanto primarias como de enseñanza secundaria y superior.  El papel de los Rétores latinos. Aborda también el problema del bilingüismo romano: latín y griego. Así como la aparición de los manuales escolares bilingües.

El capitulo VII de esta tercera parte del libro (la dedicada a Roma) lo destina a reflexionar sobre la obra educadora romana, su grandeza y los límites de la romanización. De esta parte extraemos:  

“  ...  es menester decirlo, los apologistas de Roma se han gastado a veces inútilmente persiguiendo el fantasma de una pretendida originalidad latina, inexistente de hecho o, por lo menos, reducida a diferencias fisonómicas de orden secundario. La verdad reside en otra parte: el papel histórico de Roma no fue crear una civilización nueva, sino implantar y arraigar sólidamente en el mundo mediterráneo aquella civilización helenística que la había conquistado a ella misma”   (Marrou, 1976, p. 356),

La obra de Roma, según este autor, consistió justamente en hacer del mundo entero una patria única. Todo el mundo mediterráneo se aferraba a Roma, estaba pendiente de ella y temía separársele.  Por todas partes habrá gimnasios y escuelas. Con las escuelas sus dos lenguas, su cultura. Todo el occidente es romanizado.  Ya en el 79 a. de C. se educa a la romana a jóvenes en la Península Ibérica. Éstos son iniciados en los estudios de las letras griegas y latinas. De allí que para los tiempos del Imperio no es extraño constatar la existencia de toda una red de escuelas en pleno funcionamiento:

“Hay escuelas elementales hasta en un pequeño centro minero de la Lusitania meridional; en todas las ciudades de alguna importancia, gramáticos latinos o griegos, profesores de retórica, latina o griega” (Ibidem, p. 359)

Del mismo modo se repite el esquema en África, en la Galia, a lo largo del Danubio hasta el Mar Muerto, en Dobrogea, Calltis, Tomi, Istros...  Aplicar el mismo método en todas las regiones conquistadas y sometidas.  Imponer el mismo idioma, la misma cultura. Aunque para su desgracia, esa cultura tuvo siempre un carácter aristocrático. Se educaban los hijos de las más grandes familias y  de los citadinos.  Opina el autor citado que a la hora de la gran catástrofe acarreada por las invasiones bárbaras,  ese elemento contribuyó a su fragilidad. A pesar de la existencia de algunas escuelas rurales, éstas no bastaron para atender a las grandes masas campesinas.  
Se da entonces un sistema educativo predominantemente urbano. Se queja el autor de no contar con suficiente información como para escribir la historia de cada una de las escuelas de esas ciudades, pero no obstante resalta la facilidad de escribir la de las Universidades.  Allí acudían estudiantes de todas partes atraídos por las enseñanzas de numerosos maestros. Las menciona todas y destaca la actuación de algunos de estos grandes maestros: San Ambrosio, San Agustín, entre otros.   Y concluye el Capítulo sentenciando:

“Pero, desde luego, en Italia y en todo el imperio latino el centro universitario por antonomasia será siempre Roma, que prevalecerá sobre todos los demás Quantum lenta solent inter  uiburna cupressi.  Su primacía, así en lo intelectual como en los demás órdenes, resulta más acentuada en Occidente que la que pudo obtener cualquier otro centro equiparable de Oriente: solo Constantinopla logrará aventajarla durante el segundo período de la historia bizantina, mientras dure el prestigio de Atenas, Alejandría, Antioquía y (en materia de derecho) Beirut. En Roma se encuentran los gramáticos y rétores más famosos, así latinos como griegos. (...)  no se escatimó el favor imperial para atraerlos y retenerlos. De todo el Occidente, solo Roma contó quizá con una enseñanza organizada de la filosofía, y también en Roma se halla el único centro oficial de enseñanza del derecho para el Oeste del Imperio.  Esta disciplina, particularmente favorecida por la clientela, atrae gran número de estudiantes provinciales a Roma, provenientes no solo de todos los confines de Italia, sino también de África, de la Galia, de las provincias danubianas, e incluso del Oriente griego”   (Ibidem, p. 363)

El papel desempeñado por el Estado Romano en el desarrollo de la educación será la clave para entender la historia de esos centros de estudios.  Marrou lo analiza en el Capítulo VIII de la obra citada.  Trata de los collegia iuuenum (clubes juveniles);  de la política escolar o intervención y patronato de las escuelas, de las exenciones fiscales a los profesores;  de las cátedras estatales, tales como las de retórica latina y griega, así como las de filosofía;  de las instituciones alimentarias (especies de becas estudiantiles);  del papel del Emperador como mecenas; de las escuelas municipales y de las privadas;  del sistema de nombramiento de los profesores; de la intervención del poder imperial; de la Universidad de Constantinopla; de los Honores conferidos a los profesores;  del prestigio de la cultura clásica en el Bajo Imperio;  de las escuelas y el alistamiento de los funcionarios; y hasta de la enseñanza de la estenografía. (tomar notas al estilo de la taquigrafía, es decir, rápidamente y acertadamente mientras alguien dice un discurso o dicta una carta, ley u orden) [Aclara que muchos sermones de los Padres de la Iglesia se conservan gracias a la presencia de estenógrafos, quienes sentados a los pies de los obispos, recogían sus palabras]

Cierra el capítulo con la siguiente pregunta:  “¿Andaba yo despistado cuando sugerí, en el mismo umbral de esta historia, que la educación antigua habría de evolucionar hacia una cultura de escribas?”

Una vez recorrido este tiempo de larga duración de la Humanitas Pedagógica es mucho más fácil comprender la escogencia de Roma como sede del Cristianismo naciente y su consolidación como Iglesia Universal, es decir,  Católica.

Inés

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