Fortalecimiento de lazos entre Argentina, China y Rusia.
Julian AllendeApuntes29 de Septiembre de 2016
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Fortalecimiento de lazos entre Argentina, China y Rusia
En la actualidad, la integración es prácticamente un paso obligatorio en el contexto de la vorágine económica que viven todos los estados del mundo. Estrechar lazos en busca de lograr beneficios económicos, ya sea para atraer inversiones, o para ampliar los mercados mundiales, son objetivos que se encuentran en el tope de las agendas económicas de los estados. En el mundo globalizado, y mundializado en que vivimos, estas interacciones son parte fundamental de las relaciones entre los estados aunque no es un fenómeno reciente, sino que viene enmarcando el accionar de todos los actores del sistema internacional hace décadas. Justamente, teniendo en cuenta las características propias de sistema capitalista, podemos considerar que esta tendencia al acercamiento resulta un factor obligatorio para poder llevar adelante una economía libre, explotando al máximo los recursos que se poseen y logrando principalmente una internacionalización de la economía. Se puede entender el fenómeno de integración, como un medio que busca emprender un amplio desarrollo económico por la vía de la ampliación de mercados desatando un mayor aumento de la productividad, generando a su vez una disminución de los costos, logrando mayores beneficios traducidos en capital o bienes. La integración tiene como uno de sus principales orígenes la obtención de beneficios potenciales como la posibilidad de impulsar el desarrollo a través de la corrección de ciertas fallas de mercado.
Los estados limitan su alcance demostrando el apoyo al modelo capitalista mundial. Con esto, no nos referimos a perder autoridad en su soberanía, sino de limitar de mayor manera posible la intervención de los estados en sus relaciones económicas. Como especifica Vicuña “se aprecian actitudes muy pragmáticas orientadas a la perfección de las economías de mercado, en que los gobiernos se limitarán a establecer las normas de procedimiento para la libre competencia y las políticas públicas, dejando a los empresarios privados las decisiones importantes acerca de cómo y dónde operar. Los aranceles externos son generalmente bajos, y muchos se están reduciendo considerablemente, se han liberalizado las inversiones extranjeras, se han establecido pequeñas entidades funcionales cuando ha sido necesario, y tiende a haber un predominio de acuerdos informales en la consecución de metas realistas”[1].
Teniendo en cuenta esto, bajo los intereses visibles de cada actor, existen intereses implícitos, que no son tan evidentes teniendo en cuenta la realidad internacional tan compleja como es. Resulta prácticamente inverosímil creer que no existen intereses escondidos en estas relaciones “amistosas”, que implican tanta cantidad de riesgos, o un contacto directo entre estados traspasando sus fronteras, e involucrándolos en semejantes compromisos. Como ya sabemos, no existe un orden supranacional que rija en estas relaciones, ergo, su legitimidad es aún más incierta, o inestable.
En este contexto, resulta muy interesante explayar las relaciones entre Argentina, y dos potencias mundiales en la actualidad, como lo son Rusia y China. Para entender mejor su posición en el sistema internacional, y teniendo en cuenta el fenómeno de la integración, previamente nombrado, hablar de BRICS es menester. Extrayendo un fragmento del “Congreso Internacional de la Red de Integración Latinoamericana 2011”, “Desde hace décadas los países vienen adoptando forma de organismos internacionales agrupándose según su ubicación geográfica, sus intereses comerciales, magnitud de su economía, intereses climáticos, etc. En los últimos años, un grupo de cuatro países denominado emergentes, dado su alto crecimiento económico, comenzó a tener fuerte incidencia sobre la economía mundial, a través del importante comercio internacional con los países desarrollados. La sigla BRIC representa a los cuatro mayores países emergentes: BRASIL, RUSIA, INDIA y CHINA. En conjunto, ocupan el 22% de la superficie continental, suman el 27% del PBI mundial y, en términos de habitantes, reúnen el 41,6% de la población mundial”[2]. Es decir, que estos dos países cumplirían con la descripción de buenos vecinos, representando una oportunidad en el caso de generar lazos económicos. Más aún para países subdesarrollados, como lo es Argentina.
Las alianzas estratégicas con la Federación de Rusia y con la República Popular China, son consecuencia de lo que planteaba Néstor Kirchner en el año 2002, antes de ser presidente y luego, durante su presidencia", afirmó Julio de Vido. En aquel periodo, el presidente Kirchner urgió no solamente "el proceso de desendeudamiento" tras el 'default' de 2002, sino también la necesidad "de independencia y de soberanía respecto a los dictados de los organismos multilaterales de crédito, fundamentalmente del Fondo Monetario Internacional", explicó el ministro[3]. Se denota, que durante años se ha planeado la ampliación de lazos con estas potencias, y en la actualidad se ha intensificado aún más, en busca de la estabilidad económica, que después del default ocurrido nunca se pudo superar en su totalidad. Además, la salida de la crisis, de manera no convencional, llevada a cargo bajo el mandato de los Kirchner, presenta a estos dos países como los candidatos más atractivos para la región, como se establece en el artículo, la búsqueda de la independencia de los organismos multilaterales de crédito. En otras palabras, estas relaciones bilaterales, son apuestas hacia otros mercados, que no precisamente representan los ya establecidos de occidente. Rusia y China, son lo que podríamos entender como un aire fresco, de una región plenamente influida por los mercados de occidente, lideradas obviamente, por la otra gran potencia mundial, Estados Unidos. Así citando nuevamente un fragmento del “Congreso Internacional de la Red de Integración Latinoamericana 2011” “Los países rectores del mundo: EEUU, Japón, Australia, Canadá y países de la Unión Europea, están perdiendo lentamente sus posiciones. Esto ocurre por varias razones. La principal de ellas consiste en que Brasil, Rusia, India y China no pretenden imponer en las regiones subdesarrolladas sus valores políticos sino que estructuran sus relaciones sobre la base de una cooperación de provecho mutuo”[4]. El acercamiento del país a China y a Rusia, surge como consecuencia de la separación, y alejamiento del sistema económico financiero que rige el mundo.
La Argentina quiere potenciar el comercio de alimentos con Rusia y aprovechar las sanciones que impusieron la Unión Europea y Estados Unidos a Moscú por su posición frente al conflicto de Ucrania. La mayoría de los países latinoamericanos sufrieron de un lento crecimiento económico, lo que ha hecho que la región se dé cuenta de la necesidad de un ajuste de su estructura económica, cambiando las atrasadas infraestructuras a través de la cooperación con la región de Asia-Pacífico.Además, nuestro país envía a China el 60% de la producción total de su soja. De esta manera, el año pasado las exportaciones de la Argentina a China fueron por 6.358 millones de dólares. Así, China se ha convertido, después de Brasil, en el segundo destino de las exportaciones locales. Durante el Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico celebrado en noviembre de este año en Beijing, capital de China, algunos países latinoamericanos ya perciben que el principal motor para el crecimiento sostenible es la cooperación económica y comercial con los países asiáticos, incluyendo China.
Pero a su vez, estos países, especialmente los de Latinoamérica representan un abanico de oportunidades para las grandes potencias. Sus bastas tierras, y recursos explotables son más que tentadores para la intervención de grandes empresas multinacionales, sumadas a sus bajos costos, en relación a su inestabilidad interna y sus monedas devaluadas. Es decir, que ambas partes poseen algo que la otra desea, y por ello, el fomentar las relaciones y la integración es un paso sumamente necesario en búsqueda de perseguir sus intereses nacionales. Esta cooperación mutua, es lo que facilita el fenómeno de la integración, y en definitiva, es el punto de inflexión que más atrapa a estos países subdesarrollados, que buscan la estabilidad, pero no quieren perder ni su autoridad, ni su soberanía, en el marco de estas relaciones que traspasan las fronteras, y a su vez, las potencias buscan respaldar su desarrollo bajo relaciones bilaterales que sean productivas, en relación a costo – beneficio obviamente. Es decir, que las inversiones y asociaciones directas con la Argentina, puedan tener resultados significativos. Así, hay una necesidad mutua en la relación bilateral. “A ambos les viene bárbaro la situación de restricción externa y de cepo interno que vive la Argentina”, afirma Ariel Slipak, becario del Conicet y profesor regular en la UBA y en la Universidad Nacional de Moreno[5].
Sin embargo, y teniendo al pesimismo antropológico como estandarte, las relaciones de interés no son tan superficiales como las podemos visualizar a priori. Más precisamente porque estamos hablando de la relación de países pequeños y países grandes, en relación a sus capacidades, potencial, y su posición en la realidad internacional. A pesar de que el creciente estrechamiento de lazos más formales, y de la significancia del crecimiento de las relaciones comerciales con estos países tan importantes, existes muchos riesgos relacionado a lo implícito de estos acercamientos. Rusia busca un socio tecnológico y un respaldo a nivel geopolítico, por ejemplo. China, por su parte, necesita asegurarse para sí la energía y las materias primas que le permitan mantener su crecimiento en el orden del 7,5% anual. Para que esta relación funcione, Argentina debe garantizar el apoyo a Rusia, como un aliado geopolítico en América, y tiene que brindar los recursos a China, para que estos puedan seguir potenciando su crecimiento.
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