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Imbricación de sexo, género, sexualidad y clase en conflictos ecoterritoriales en Chía


Enviado por   •  3 de Julio de 2020  •  Ensayos  •  2.155 Palabras (9 Páginas)  •  99 Visitas

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Imbricación de sexo, género, sexualidad y clase en conflictos ecoterritoriales en Chía

David Osorio Vallejo

Investigación en Estudios Culturales I

Ochy: Si no lo ven en este momento, yo no sé…

Estudiante: Si no lo ven en este momento, lo verán

-En clase hablando sobre la imbricación en los trabajos-

Los subordinados deben obediencia eterna a sus superiores,

como las mujeres deben obediencia a los hombres…

el racismo se justifica, como el machismo, por la herencia genética:

los pobres no están jodidos por culpa de la historia, sino por obra de la biología.

Eduardo Galeano – Curso básico de racismo y machismo

Este semestre aprendí que los ejes de diferenciación clase, raza, género y sexualidad atraviesan todas las relaciones que entablamos, así como las dinámicas sociales constitutivas de nuestro problema de investigación. Antes no veía esto tan claro, ahora tengo más atisbos de luz al respecto. La estructura de este trabajo está dividida en dos, a saber, la primera es la imbricación de estas categorías en el planteamiento del problema, mientras que la segunda es cómo se relacionan en el marco teórico construido durante este semestre.

Como objetivo general de la investigación propongo:

Descubrir y analizar los dicursos, prácticas y relaciones entre constructores, habitantes, agentes ambientalistas y agencias estatales involucrados en los conflictos ecoterritoriales en el municipio de Chía

En este sentido, las prácticas y los discursos juegan un papel constitutivo en la generación de relaciones y es desde estos mismos puntos de análisis –discursos, prácticas y relaciones- que se configuran los conflictos ecoterritoriales. Una valoración distinta –muchas veces contradictoria- de una materialidad muy seguramente puede desembocar en conflicto. A continuación, menciono cómo veo en el planteamiento del problema la imbricación de opresiones por eje de diferenciación.

Realizar un análisis de este tipo va más allá de un ejercicio de interseccionalidad como expone Curiel (2014) un análisis desde la imbricación implica exponer cómo las experiencias de clase, género, sexualidad y raza han atravesado históricamente nuestra región desde el colonialismo hasta la colonialidad y cómo esto se ha expresado en ciertos sujetos –humanos o no humano (esta diferenciación ontológica es agregada por mí)-. No pretendo en este texto llegar a ese nivel de análisis, pero sí planteo realizar una aproximación consciente a estas categorías.

Con fines ilustrativos voy a tomar uno de los conflictos ecoterritoriales enunciado desde su materialidad. En un cuerpo de agua formado de manera natural por escorrentías se comienza a gestar vida compuesta por insectos, artrópodos, anfibios y avifauna. Sostengo que esta vida generada en este espacio privado es un bien común. Ante este fenómeno entidades municipales en cabeza de la Secretaría de Medio Ambiente comienzan a drenar este cuerpo de agua.

Se genera un conflicto: muchos habitantes de la zona sostienen que este es un lugar en el que han venido estas formas de vida y no se debe alterar desde un enfoque conservacionista; las entidades públicas municipales sostienen que al ser un predio privado no tienen jurisdicción sobre él –pero sí llegan a drenarlo (¿?)-; la Secretaría de Gobierno dice que este lugar está presupuestado para que se construyan viviendas, conjuntos cerrados; la CAR plantea como solución una reubicación de la avifauna en peligro a través de procedimientos de captura; la constructora responde a una carta que se le envió diciendo que no son propietarios del terreno. Ante estas prácticas y discursos desplegados alrededor de este espacio podemos ver cómo desde las perspectivas de la Secretaría de Gobierno y Ambiente de Chía –al igual que la constructora que eventualmente desarrolle la vocación urbanística de este espacio- la naturaleza está situada en una ideología del progreso y el desarrollo que justifica el abuso de la misma y su disposición al hombre para su explotación. Desde el género, esta es una visión instrumentalista y feminizada de la realidad material que entendemos como naturaleza con atributos virginales, exuberantes, puros, frágiles y claro está, proclive a la explotación y aprovechamiento violento ya sea extractivista, urbanístico o por apropiación.

Según las regulaciones existentes y las respuestas derivadas de los derechos de petición ingresados en los diferentes estamentos municipales –Secretarías de Gobierno, Ambiental y Planeación, principalmente- este cuerpo de agua que querían drenar será construido con viviendas de interés social. Tradicionalmente, la zona donde se ubica este lugar ha sido conocida dentro del municipio como un barrio popular. Durante un par de meses este cuerpo de agua contó con una filtración de aguas residuales que contaminó el hábitat de estos animales y cuerpos vegetales, lo que no solo representaba peligro para los seres no humanos de este lugar, sino también para los humanos que vivían en sus inmediaciones. De igual manera, a escasos 500 metros se encuentra la PTAR I (Planta de Tratamiento de Aguas Residuales) del municipio que tiene un impacto en el Río Frío y Río Bogotá debido a la carga contaminante que posa sobre estos y los olores que algunas veces esparce a los alrededores. Todo esto para decir que como menciona Galeano (2008) el mapa ecológico es también el mapa racial –y yo agregaría mapa de clase-, las fábricas –o en este caso plantas de tratamiento- más contaminantes y los basureros más peligrosos están ubicados en los bolsones de pobreza. Aquí vemos que desde la geografía existen ciudadanos de primer, segundo y hasta tercer nivel, se reviven narrativas que implican que la vida de algunas personas no valen nada, hay una exclusión y marginalización de poblaciones y lugares específicos.

En términos de raza, ¿quiénes son las personas blanqueadas que desde un lugar colonial determinan institucionalmente qué es lo que se puede o no hacer con la naturaleza? El lugar de enunciación y directrices de entidades como la CAR implican, en muchas ocasiones, una violencia epistémica y ecosistémica profunda que tiende a desconocer conocimientos y percepciones otras. El lugar de saber-poder construido sobre la naturaleza en sus formas de producción, circulación y consumo por parte de estas instituciones. Sostengo que existe una sacralización de los sistemas expertos y el discurso tecnocrático en la producción de conocimiento y la enunciación de las relaciones sobre la naturaleza. Este 12 de noviembre de 2019 a las 10 am fue convocada una mesa amplia de trabajo en las oficinas de la CAR en Bogotá para dialogar acerca de este cuerpo de agua, tendremos presencia de representantes de la municipalidad, la CAR, la ABO (Asociación Bogotana de Ornitología) y movimientos ambientalistas. Pondremos a prueba la hipótesis que enmarca el presente párrafo.

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