Justificación y objetivos (2) de este documento para el Tema “el ser humano sujeto de la ética”.
Oscar David Gallon RoseroApuntes17 de Agosto de 2016
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Del ser humano como obra maestra
Justificación y objetivos (2) de este documento para el Tema “el ser humano sujeto de la ética”.
Lo que es hoy el hombre no ha sido el resultado de algo inmediato; en realidad, el hombre de hoy se ha ido formando a través de las vivencias y cambios de estilos de vida que se han presentado a lo largo de la historia debido a revoluciones y demás eventos que han influenciado sobre el ser del hombre. A pesar de esto, han surgido personajes que constantemente han estado al pie de la situación y han tratado de proponer diferentes pensamientos para conseguir que la sociedad continuara siendo solidaria, honesta, responsable, etc. Sin embargo, esto no ha dado mucho resultado ya que cumplir algunas de las ideas se hizo complicado, y porque los grandes poderes que rigieron y rigen el mundo no quisieron ni desearon llevar a la humanidad a un nuevo comienzo.
Algunos de los objetivos que se pueden extraer de la lectura son los siguientes:
Revelar el cambio que ha tenido la moral del ser humano desde que se logró sustituir el debate, la crítica, la pasión por la instrucción de la doctrina, del dogma, por medio de la rebelión y revoluciones que de una forma u otra han terminado siendo cuestionadas por sus actos “morales” cometidos a lo largo de los años.
Analizar desde un enfoque argumentativo, mediante el debate y la oración las propuestas de mejoramiento más relevantes en la sociedad desde el siglo XVII partiendo de la frase de Hamlet “Qué obra maestra es el hombre”.
Identifique en el documento una frase que sea la TESIS de W. Ospina en este texto, donde Plantee QUIEN es el ser humano.
“Pero con el espíritu renovador habíamos llegado a un alto aprecio de nuestra condición humana. A la plenitud de la idea del individuo, madurada por las meditaciones de Descartes, por las imaginaciones de Francis Bacon y de Tomás Moro, por el arte del retrato, se añadirán con el tiempo la invención de la novela, el diálogo leal y persistente entre dos casi incompatibles, los personajes de Cervantes, y la galería de criaturas de Shakespeare, que parece abarcar y fijar todo el espectro de lo humano”.
Identifique y analice el impacto de la idea de progreso tecnológico del siglo XIX: el poder científico. Escriba dos citas del texto.
El progreso tecnológico marcó la diferencia entre las épocas, la revolución y la rebelión han llevado al mundo a un abismos que si bien tiene aires de libertad y democracia no deja de ser una simple fachada de las grandes industrias para crear la necesidad inexistente de bienes no requeridos por parte del ser humano, situación que perdura y se afirma más en la actualidad con la existencia de grandes multinacionales que controlan los gobiernos y organizaciones del mundo, y patentan el conocimiento. Es por ello que W. Ospina menciona lo siguiente: “El Siglo XIX fue el siglo de la Revolución Industrial. Todavía hoy se piensa que la industria fue exclusivamente la solución salvadora de la humanidad, ante su necesidad creciente de bienes de consumo por una proliferación demográfica cada vez más urbana y llena de nuevas necesidades”. Adicionalmente, es importante mencionar que con la Revolución Industrial sí se logró un gran avance tecnológico y científico; sin embargo este únicamente benefició a las compañías, y perjudicó a las minorías, el campo, el pensamiento de la humanidad, en especial a los que “controlan el mundo”, y notablemente a la naturaleza y todos sus recursos.
En la actualidad el consumo de minerales y la explotación de recursos naturales por parte de empresas e industrias es excesivo. Esto ha ocasionado grandes desastres naturales (por ejemplo el aporte al calentamiento global y la reciente muerte de una gran cantidad de animales) y ha producido una conglomeración de pobreza en muchos lugares ya que estas grandes potencias tienen la capacidad e influencias de no solo hacer uso de los recursos que en sus países se encuentran, sino que aprovechan los de los países menos desarrollados con la ayuda de los gobiernos, tal como el colombiano, que constantemente da vía libre a las multinacionales para la explotación por ejemplo de los minerales y la corrupción o sacrificio de ecosistemas naturales como los páramos. Es por ello que W. Ospina afirma “Hoy todos somos testigos de la irracionalidad con la que se consumen los recursos del mundo. Las naciones industrializadas tienen acceso no sólo a los bienes de su territorio sino a los recursos de los territorios menos desarrollados, ya que tienen mayor capacidad de compra, pero el mercado como único criterio de valoración de los bienes del mundo, a pesar de ser predicado como el más justo factor de equilibrio, nos muestra pueblos enteros sumidos en hambre y desnutrición, pueblos enteros azotados por la plaga, pueblos enteros azotados por las guerras y enfermedades bíblicas, y los pueblos prósperos beneficiándose del comercio en todo el planeta, a salvo de las desigualdades y las maldiciones”.
Señale y escriba 4 párrafos breves del documento y coméntelos desde el saber de la ética.
Las preocupaciones de la humanidad han cambiado dramáticamente en los últimos tiempos. Bastó un siglo para que Mark Twain pronunciara aquella frase abrumadora que Borges todavía repetía en las discusiones con los antisemitas: “Yo no pregunto de dónde es un hombre ni cuál es su religión ni su raza. Me basta con que sea un ser humano. Nadie puede ser nada peor”. El siglo XIX nos dejó sembrado el ideal del progreso, pero el siglo XX, casi desde sus inicios, nos puso a dudar de las virtudes de ese progreso científico y tecnológico. Con respecto al modelo político, Carlyle llamó a la democracia “El caos provisto de urnas electorales”, y en muchos lugares del mundo, incluidos algunos de nuestros países latinoamericanos la descripción es exacta. Borges la llamó “ese curioso abuso de la estadística” y es difícil estar en desacuerdo. El crecimiento irrestricto de las ciudades, que ha llevado al mundo a tener hoy varias megalópolis de más de 20 millones de habitantes y centenares de ciudades de varios millones, nos ha reformulado muchas preguntas, no sólo sobre la cultura y la política, sino sobre nuestra relación con la naturaleza. El auge avasallador del espíritu de lucro y el cumplimiento del anuncio de Marx según el cual todo tendería a convertirse en mercancía, nos formula preguntas nuevas y cada vez más urgentes sobre el dinero, sobre el trueque, sobre la gratuidad, y sobre un cúmulo de viejas virtudes olvidadas como la solidaridad y la generosidad. Hay pueblos que se resisten a la idea de que todo deba tener un precio, hay quien argumenta que la especie humana perecerá si no es capaz de recuperar las virtudes de dadivosidad, de la hospitalidad y de la gratuidad.
Tal vez el mejor ejemplo que podemos poner es el de las simientes. Como se sabe la principal característica de la naturaleza es su prodigalidad: la naturaleza derrocha el polen, derrocha las semillas, derrocha el semen, porque su principal propósito es evidentemente la perpetuación y la multiplicación de la vida. El hombre ha sido capaz de llevar su tremendo poder científico y tecnológico hasta el diminuto corazón de las semillas, donde está oculto el secreto, ha sido capaz de alterarlas con el fin de potenciar la productividad y de mejorar, desde su perspectiva parcial, las especies, pero en el fondo lo que quiere es hacerse dueño del secreto de la reproducción y la multiplicación de los bienes de la tierra, ponerles un precio, y para poder traficar con ellos amparado en los derechos ilimitados del conocimiento y escudado por la lógica de las patentes. El debate sobre la modificación del patrimonio genético de las especies nos compete a todos y debería ser más amplio, pero lo que aquí nos encontramos es una dramática disparidad en el acceso a la información y al conocimiento, que hace que las conquistas de la ciencia y de la industria caigan en manos de los traficantes mucho antes de ser debatidas por la humanidad. La privatización de los tesoros de la naturaleza, la oposición de un cálculo mezquino a la divina prodigalidad del mundo, es lo más parecido a un pecado que yo puedo concebir en nuestra época. Y tendría que encontrar alguna oposición y algún límite, incluso en términos jurídicos.
Ello nos lleva a plantearnos el tema de las limitaciones de la democracia. Cuando ésta fue concebida, en la Grecia clásica, se pensaba que era compatible con fenómenos como la esclavitud. En realidad Grecia no vivió jamás una democracia sino apenas una oligocracia, o una aristocracia; y el país que más proclamó el imperio de la igualdad en occidente, los Estados Unidos de América, llamó democracia inicialmente sólo a una etnocracia que toleraba en su seno una esclavitud más alarmante que la griega. Pues en Grecia ser esclavo era un accidente, era fruto de una derrota en la guerra, en tanto que en América desde el siglo XVI ser esclavo era una condena fatal debida al origen y a la raza. Muchos esfuerzos se han hecho en la historia por hacer a la democracia más verosímil, por ampliarla a las minorías étnicas, religiosas, sexuales, pero la entronización del poder económico como principal factor en la lucha política, y la escandalosa admisión sin debate de la publicidad como instrumento básico de las justas electorales, ha convertido a la democracia en un simulacro en buena parte del mundo. Hoy la mayor parte de las democracias del planeta no son más que el poder de las corporaciones, a veces legales, a menudo ilegales, sobre una humanidad embrujada por el resplandor de los medios.
Por supuesto
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