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LA UPMYS Y SU ROL EN EL DESARROLLO LOCAL EN ELOTA, SINALOA


Enviado por   •  8 de Septiembre de 2020  •  Documentos de Investigación  •  4.784 Palabras (20 Páginas)  •  221 Visitas

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LA UPMYS Y SU ROL EN EL DESARROLLO LOCAL EN ELOTA, SINALOA

Celso Iván Olivarría Núñez[1]

Aleyda Jovita Aragón López [2]

Resumen

La Universidad Politécnica del Mar y la Sierra (UPMYS), asentada en el municipio de Elota, ofrece siete carreras, entre ingenierías y licenciaturas. Hasta hace un par de años se incorporó la licenciatura en Administración de Empresas Turísticas para responder a la demanda de egresados de preparatoria, en tanto que muchos de ellos, por ser de escasos recursos, no pueden trasladarse a las universidades de las ciudades de Culiacán o Mazatlán. Desde hace años es sabido que, al egresar, los profesionistas se enfrentan a un mundo laboral adverso y competitivo. Aunque se tratará de las primeras generaciones en egresar de esta carrera, se están haciendo esfuerzos desde las aulas para que estos jóvenes formen empresas colectivas que generen y ofrezcan productos turísticos diversificados, más allá de los tradicionales (hospedaje y alimentación), además de que les permitan aprovechar el potencial territorial, patrimonial y paisajístico de su municipio.

        La UPMYS desempeña un rol como centro de formación de recursos humanos para las empresas de la entidad, pero también de profesionistas con espíritu emprendedor en aras de contribuir al desarrollo local y regional. Este es un trabajo en proceso, que aún no concluye, que describe y explora las potencialidades para que en el municipio se desarrolle una propuesta de turismo rural incluyente y sustentable, mediante la organización colectiva de los egresados del programa en mención.

Palabras clave

Universidad Politécnica del Mar y la Sierra, desarrollo local, turismo rural, Elota

Introducción

En 2014, el Consejo para el Desarrollo Económico de Sinaloa (CODESIN, 2014, p. 2) encargó la elaboración de un estudio “enfocado a evaluar el nivel de congruencia de la oferta educativa universitaria con las necesidades de posibles empleadores de los egresados de dichas instituciones.” El título, “Evaluación de la congruencia de la oferta educativa universitaria en Sinaloa”, por demás ambicioso, obtuvo algunos resultados, nada novedosos por cierto, pero no menos importantes: por un lado destacan que “los actores involucrados en el estudio sobre educación superior y su vinculación con el sector productivo en Sinaloa actúan conforme a la lógica económica de sus condiciones particulares”; luego, “por una parte, los alumnos eligen una carrera profesional en base a sus gustos y vocación, pero también en función de la expectativa de ingresos basados en la percepción que tienen en este momento”; finalmente, “las empresas contratan egresados en función de sus necesidades inmediatas. El grueso de ellas no tiene esquemas de planeación, investigación y desarrollo, por lo que seguirán reclutando contadores, administradores e ingenieros operativos que les ayuden a resolver sus requerimientos de corto plazo” (CODESIN, 2014, p. 118).

La evidencia empírica destaca algunos factores que inhiben que los profesionistas, se inserten al mercado laboral: a) no hay oportunidades, b) están sobrecalificados, c) requieren tener experiencia en el puesto solicitado, d) existe nepotismo al interior de empresas; e) el mérito pasa a segundo plano y, f) uno de los problemas más evidentes a nivel general es, como destaca Chavoya (2013, pp. 7-8), “la falta de correspondencia entre las profesiones y las demandas del mercado”. Esta situación provoca un entorno de frustración entre los profesionistas, quienes, después de haber invertido tiempo y recursos económicos en sus estudios, optan por recurrir a diversas estrategias de empleo, ya sea desempeñándose en actividades para las que no fueron capacitados, recurriendo a trabajos más informales -los cuales no les garantizan ningún tipo de prestación social- o, auto empleándose en pequeños negocios propios.

Hasta hace poco, la política económica estuvo sometida a los intereses del mercado, hoy, con la llegada de un gobierno progresista que tiende a privilegiar la vida colectiva por encima del mercado, creemos que es posible desarrollar una propuesta alternativa de desarrollo local, reorientar las prácticas productivas, promover el consumo de productos locales, incorporar saberes tradicionales, y sobre todo, retomar la soberanía sobre el territorio donde se llevan a cabo los procesos de reproducción social. En este punto bisagra, la UPMYS, debe hacer suya la idea de que “el compromiso de la universidad es grandioso y, para poder asumir su responsabilidad, debe aprender de la región con la cual está comprometida” (Aguirre, 2007, p. 218).

Para atender la demanda educativa, la entidad cuenta con 34 centros educativos, entre públicos y privados (algunos de los cuales repiten dada su política de regionalización, como la UAS, UdeO, UAD, entre otros, arrojando un total de 53). Así, en Ahome se encuentran 11, Badiraguato 1, Culiacán 22, Guasave 5, Mazatlán 12, Rosario 1 y Salvador Alvarado 1, que ofertan en conjunto 28 especialidades, 114 maestrías y 48 doctorados, ligadas a diversas disciplinas de las ciencias sociales, naturales y exactas (ANUIES, 2017).

Datos de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social -STPS-, señala que, en Sinaloa, al primer trimestre de 2017, la población económicamente activa ascendía a 1,376,285 de la cual, la población ocupada era de 1,328,463, mientras que la desocupada de 42,822. De los ocupados, 17.2 % se encontraban laborando en las actividades agropecuarias, 11.06 % en la industria manufacturera, 1.26% en industrias extractivas, 7.59% en la construcción, 19.36% en el comercio, 3.8% en los transportes, 34% en otros servicios, 4.4% en el gobierno y un 0.5% en trabajos no especificados. De igual manera, cabe destacar que la dependencia gubernamental aporta otras cifras que permiten tener mayor claridad sobre el panorama laboral en la entidad: del total de la población ocupada, 27.32% tienen solo estudios de primaria, 45.4% secundaria y preparatoria, 24.9% educación superior y solo 0.049% no especifica el grado de estudios (STPS, 2017, pp. 5 y 6). Las cifras anteriores son alarmantes dado que demuestran el bajo grado de especialización que se requiere en la mayoría de las actividades económicas de la entidad, al no existir una industria pujante que no absorba mano de obra altamente especializada.

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