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La crisis de la teoría crítica moderna


Enviado por   •  16 de Octubre de 2022  •  Resúmenes  •  3.559 Palabras (15 Páginas)  •  40 Visitas

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La realidad, cualquiera que sea el modo en que la concibamos, es considerada por la teoría crítica como un campo de posibilidades y la tarea de la teoría consiste precisamente en definir y valorar la naturaleza y el ámbito de las alternativas a lo que está empíricamente dado. No parece que falten en el mundo de hoy situaciones o condiciones que nos susciten incomodidad o indignación y nos produzcan inconformismo. En lo que concierne a la promesa de igualdad, los países capitalistas avanzados con el 21% de la población mundial controlan el 78% de la producción mundial de bienes y servicios y consumen el 75% de toda la energía producida. Los trabajadores del Tercer Mundo en el sector textil o electrónico ganan 20 veces menos que los trabajadores de Europa o de Norteamérica, realizando las mismas tareas y con la misma productividad.

Desde que la crisis de la deuda reventó al inicio de la década de los años 80, los países deudores del Tercer Mundo están contribuyendo, en términos líquidos, a la riqueza de los países desarrollados, pagando a estos, como media anual, más de 30.000 millones de dólares de lo que recibieron en nuevos préstamos. Tercer Mundo se redujo en cerca de un 30%. Mientras tanto, sólo el área de producción de soja en Brasil daría para alimentar a 40 millones de personas si en ella fuesen cultivados maíz y frijoles. En el siglo XX han muerto más personas por hambre que en cualquiera de los siglos precedentes.

La distancia entre países ricos y países pobres y entre ricos y pobres en el mismo país no ha cesado de aumentar. En lo que respecta a la promesa de libertad, las violaciones de los derechos humanos en países que viven formalmente en paz y democracia asumen proporciones avasalladoras. Inglaterra aumentaron un 276% entre 1989 y 1996, la violencia sexual contra las mujeres, la prostitución infantil, los niños de la calle, los millones de víctimas por minas antipersonales, la discriminación contra los toxicodependientes, los portadores del VIH o los homosexuales, el juicio de ciudadanos por jueces sin rostro en Colombia o en Perú, las limpiezas étnicas y el chauvinismo religioso, son apenas algunas de las manifestaciones de la diáspora de la libertad. En lo concerniente a la promesa de paz perpetua, que Kant formuló tan elocuentemente, mientras que en el siglo XVIII murieron 4,4 millones de personas en 68 guerras, en el siglo XX murieron 99 millones de personas en 237 guerras.

Entre el siglo XVIII y el siglo XX, la población mundial aumentó 3,6 veces, mientras que los muertos por guerras aumentaron 22,4 veces. En los últimos 50 años el mundo perdió cerca de un tercio de su cobertura forestal. Las empresas multinacionales detentan hoy derechos de tala de árboles en 12 millones de hectáreas en la selva amazónica. La desertificación y la falta de agua son problemas que van a afectar aún más a los países del Tercer Mundo en la próxima década.

Esta breve enumeración de los problemas que nos causan incomodidad o indignación es suficiente para obligarnos a interrogarnos críticamente sobre la naturaleza y la calidad moral de nuestra sociedad, y a buscar alternativas teóricamente fundadas en las respuestas que demos a tales interrogantes. Estas interrogaciones y esa búsqueda estuvieron siempre en la base de la teoría crítica moderna. De ahí que la teoría crítica no pueda aceptar los conceptos de «bueno», «útil», «apropiado», «productivo» o «valioso» tal y como el presente orden social actual los entiende, resistiéndose a concebirlos como presupuestos no científicos con respecto a los cuales nada se puede hacer. Por ello, la identificación del pensamiento crítico con la sociedad está siempre repleta de tensiones.

Por un lado, se asienta en una concepción retrógrada de la naturaleza, incapaz de ver la relación entre la degradación de ésta y la de la sociedad que sustenta. La quiebra del espejismo del desarrollo es cada vez más evidente, y, en vez de buscar nuevos modelos de desarrollo alternativo, tal vez haya llegado la hora de comenzar a crear alternativas al desarrollo. La crisis de la teoría crítica moderna tiene, en este punto, algunas consecuencias perturbadoras. Durante mucho tiempo, las alternativas científicas fueron inequívocamente también alternativas políticas y se manifestaron a través de iconos analíticos distintos, lo cual tornaba fácil distinguir los campos y las contradicciones entre ellas.

La crisis de la teoría crítica moderna arrastró consigo la crisis de la distinción icónica y los mismos iconos pasaron a ser compartidos por campos anteriormente bien demarcados, o, como alternativa, se crearon iconos híbridos constituidos eclécticamente con elementos de diferentes campos. Así, la oposición capitalismo/socialismo fue siendo sustituida por el icono de la sociedad industrial, la sociedad postindustrial y, finalmente, por la sociedad de la información. En resumen, las dificultades para construir hoy una teoría crítica pueden formularse del siguiente modo. Las promesas de la modernidad, al no haber sido cumplidas, se transformaron en problemas para los cuales no parece haber solución.

Entre tanto, las condiciones que produjeron la crisis de la teoría crítica moderna no se convirtieron aún en las condiciones de superación de la crisis. Según una posición que podemos designar como postmodernidad reconfortante, el hecho de no haber soluciones modernas indica que probablemente no hay problemas modernos, como tampoco hubo antes promesas de modernidad. Según otra posición, que designo como postmodernidad inquietante o de oposición, la disyunción entre la modernidad de los problemas y la postmodernidad de las posibles soluciones debe ser asumida plenamente y debe ser transformada en un punto de partida para enfrentar los desafíos de la construcción de una teoría crítica postmoderna. Esta es mi posición que va a desplegarse con detalle en este libro.

No hay conocimiento en general, tal y como no hay ignorancia en general. Lo que ignoramos es siempre la ignorancia de una cierta forma de conocimiento y, viceversa, lo que conocemos es siempre conocimiento en relación con una cierta forma de ignorancia. Todo el acto de conocimiento es una trayectoria desde un punto «A», que designamos por ignorancia, hacia un punto «B» al que damos el nombre de conocimiento. Esto se debió al modo bajo el que la ciencia moderna se convirtió en conocimiento hegemónico y se institucionalizó como tal.

Al dejar de lado la crítica epistemológica de la ciencia moderna, la teoría crítica, a pesar de pretender ser una forma de conocimiento-emancipación, acabó por convertirse en conocimiento-regulación. Por el contrario, para la teoría crítica posmoderna, todo el conocimiento crítico tiene que comenzar por la crítica del propio conocimiento. En esta forma de conocimiento la ignorancia es el colonialismo, y el colonialismo se define por la concepción del otro como objeto y, consecuentemente, el no reconocimiento del otro como sujeto. En esta forma de conocimiento, conocer es reconocer y progresar en el sentido de elevar al otro de la condición de objeto a la condición de sujeto.

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