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La industria farmaceutica en Mexico

Síntesis 24 de Junio de 2020

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El presente trabajo de investigación consiste acerca de la Industria Farmacéutica en nuestro país, analizando y sintetizando puntos clave dentro de su estudio como es el caso de su evolución desde la época prehistórica hasta la actualidad, así como también contextos que han dejado huella dentro de su área, repercusiones en el mercado laboral, entre otros datos importantes.

En cuanto a los antecedentes, la farmacia fue un campo importante para los primeros pobladores en México, ya que desde el periodo nómada contaban con métodos curativos, como es el uso de algunas hierbas en rituales mágicos y religiosos a manera de curación y purificación que dieron el nacimiento a esta rama por hombres primitivos. Que, en efecto, fue una técnica importante de explicación de los padecimientos, ya que se han podido identificar teorías interpretativas de la acción de los medicamentos, así como una extensa gama de recetas y de metodologías benéficas. Esta etapa duró aproximadamente 4000 años cuando que las civilizaciones se asentaron, los nuevos movimientos ocasionaron tanto la eliminación de enfermedades como el surgimiento y aparición de otras. Durante los siglos I y IV de nuestra era, Tenochtitlan fue el centro cultural de Mesoamérica, donde existe un patrimonio relacionado con el médico farmacéutico, el cual es un mural llamado “Tlalocan” por Alfonso Caso en 1942 (Ruiz, 1997). Dicho mural, muestra un esquema del pueblo teotihuacano que hace interpretación al arte de curar. Posteriormente, fue escrito el Códice de la Cruz-Badiano en 1552, una obra destinada como regalo en la llegada de los españoles que pretendía ofrecer una perspectiva general de lo que era la medicina practicada por los médicos indígenas, proponiendo con qué y cómo preparar los compuestos y la forma de administrarlos o aplicarlos en diversas enfermedades (Treviño, 2010). Los procedimientos prehispánicos de México son sistemas de atención de la salud ricos en conocimientos y en recursos, que se desarrollaron en forma similar e independiente de todos los sistemas presentes en el mundo antiguo.

No obstante, aparecen eventos trascendentales en los siglos XVI y principios del XVII, donde era necesario aprobar varias pruebas ante el cabildo y el Protomedicato para ser boticario y poseer o administrar establecimientos herbolarios. En 1799 se ordenó la eliminación de este tribunal, separando por completo las facultades de medicina, de cirugía y de farmacia. Sin embargo, la elaboración de medicamentos a finales del siglo XIX estaba dada entre los boticarios y los farmacéuticos, donde la formación de los primeros se basaba en trabajos cotidianos y experiencia, mientras que los otros ya contaban con aprendizajes de la carrera de Farmacia en la Escuela Nacional de Medicina u otros colegios de provincia, fue así hasta 1833 donde surge esta enseñanza en la Ciudad de México por Valentín Gómez Farías, quien reestructuró los requisitos para obtener un título superior. Es hasta 1916 que se funda la Escuela de Industrias Químicas que se incorpora a la universidad el 5 de febrero de 1917. Finalmente, en 1919 nace la carrera de Químico Farmacéutico incorporada a la Escuela de Química (García, 2009). En las historias mexicanas de la farmacia se mencionan los nombres de Leopoldo Rio de la Loza, Lasso de la Vega, como contribuyentes en el área de investigación de esta ciencia en el país durante el siglo XX, que más adelante iniciarían nuevas aportaciones en la producción industrial. El Estado mexicano entre 1917 y 1940 nunca estructuró un plan a corto o largo plazo para el desarrollo de una industria farmacéutica. En estos años, los primeros gobiernos revolucionarios (sobre todo los de Carranza, Obregón y Calles) comenzaron a efectuar diversas modificaciones en el modelo económico con el objetivo de reactivar la industria nacional, la cual había sufrido estragos con la guerra civil (Godínez, 2014). Para 1944 se funda Syntex, la productora de hormonas sintéticas más grande a nivel mundial y en 1949, entra la primera empresa farmacéutica INQFA cuyo objetivo era fabricar materias primas en grandes cantidades que no se encontraran en el mercado local, donde más tarde pasó a transformarse en una compañía petroquímica estatal: la Industria Petroquímica Nacional S.A (Godínez R.R., 2019). Una de las repercusiones que más ha afectado en la industria farmacéutica fue en el año de 1974, donde se incrementó la garantía de la materia prima, generando que diversos productores buscaran otras fuentes de esteroides, ocasionando un colapso en tan solo tres años. En 1984 se publica la Ley General de Salud (LGS) que establece el derecho a la atención médica, así como a los medicamentos. Más tarde, se define el primer catálogo de medicamentos genéricos intercambiables, a finales del siglo XX (Becerril R.V.H, 2018).

Hacia la época contemporánea, la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios inicia operaciones en 2001 como miembro descentralizado de la Secretaría de Salud, es decir, cuenta con autonomía técnica, administrativa y operativa, cuya finalidad es proteger la salud de la población (COFEPRIS, 2015). Pese a tal acontecimiento, en agosto de 2008, surge una modificación en las reformas de los artículos 168 y 170 del Reglamento de Insumos para la Salud, donde por decisión del gobierno mexicano se elimina el denominado “requisito de planta” para la importación de medicamentos, que consistía en la obligación de contar con una fábrica o laboratorio establecido en territorio mexicano. Actualmente, basta con cumplir con los requisitos antes señalados para que los medicamentos provenientes del extranjero sean importados y comercializados en el país sin necesidad de contar con una planta en el país. Esta medida supone una decisión trascendental para la salud pública de México. Por una parte, se estará incrementando la oferta de medicamentos en el país, lo cual incidirá en la disminución de los precios de dichos productos; y, por otra parte, se estarán promoviendo mayores condiciones de competencia en el mercado interno mexicano (Economía, 2008). En 2010, COFEPRIS establece las disposiciones generales para reconocer acuerdos de equivalencia con otros países y así agilizar el proceso de obtención del registro sanitario. En la actualidad, este órgano como autoridad reguladora de fuertes industrias en México siempre había tenido cuidado de aplicar reciprocidad en cualquier medida o convenio internacional. Así por ejemplo en los acuerdos de equivalencia para reconocimiento recíproco de registros entre México y las demás naciones, eran de mutuo beneficio para importar y exportar fármacos u otros productos de consumo humano. México ya tenía acuerdos firmados de trato recíproco con Estados Unidos, Canadá, Japón, Australia, Brasil y la Unión Europea, los cuales ya no serán posibles, dejando de lado el golpe a la industria establecida en el país, nos deja vulnerables ante la calidad de los medicamentos importados sin registro, con el consecuente riesgo sanitario para la población. Al no cumplir los estándares, se tomarán medidas para presentarlo a los reguladores de los países que los avalan. Si bien, actualmente gran parte de los medicamentos que necesita la población de nuestro país se producen en suelo mexicano y existen diversas compañías farmacéuticas de capital nacional que compiten en el mercado, estas últimas todavía permanecen, después de ocho décadas, en desventaja en ciertos aspectos frente a las empresas transnacionales (Godínez R.R., 2019). Una propuesta para el fortalecimiento actual de la industria farmacéutica de capital mexicano sería implementar políticas que combinen el proteccionismo y el libre comercio internacional, utilizando a este último para potenciar el desarrollo del mercado interno. Esto asociado al fomento de la vinculación entre universidades, centros de investigación y empresas farmacéuticas privadas, redundaría en un mayor tránsito de proyectos del laboratorio a la fábrica, disminuyendo paulatinamente la necesidad de este sector industrial de innovaciones y tecnología extranjera (Godínez R.R., 2019). Podemos considerar para este análisis que la materia prima de las compañías farmacéuticas son los productos. La oferta de esta materia prima ha descendido dramáticamente y la demanda continúa siendo alta y en crecimiento debido a la creciente presión sobre los productos ya comercializados generando la necesidad de renovar rápidamente los portafolios para mantener los crecimientos de ventas, los márgenes y por tanto poder sostener los costes de estructura adquiridos. Este panorama implica un gran reto para la industria mexicana, al que se suma la falta de recursos económicos para la investigación y desarrollo de nuevos medicamentos; la principal actividad de las empresas de capital nacional es la fabricación de productos una vez que se ha vencido la patente (Astudillo, 2012).

La caracterización de la industria farmacéutica genera un impacto directo en 161 ramas de la actividad económica, de las 259 en las que se clasifica la matriz de insumo-producto, crea cerca de 87 mil empleos directos y poco más de 400,000 indirectos, aporta 7% del Producto Interno Bruto (PIB) manufacturero en México. Las empresas en esta industria cuentan con 116 personas ocupadas por cada unidad económica contra alrededor de 10 personas por cada una, en la industria manufacturera en general (INEGI, 2017). La cadena de valor en la industria farmacéutica es compleja ya que se relaciona con diversos marcos científicos y normativos estrictos. La política farmacéutica mexicana se enfoca en la calidad de los productos comercializables y un alto enfoque en la prevención de enfermedades. Cabe mencionar, que, al paso de los años, los operadores logísticos no sólo quieren ofrecer servicios de almacenaje y distribución para la industria farmacéutica, sino que también aspiran encargarse del empaque de los medicamentos e incluso hasta del transporte de órganos o pacientes, pues tradicionalmente los servicios de maquila se prestan entre los mismos laboratorios. Entonces si a una farmacéutica se le descompone su máquina entabletadora, puede solicitar a otro laboratorio que le preste el servicio, previo aviso a la COFEPRIS. Por el momento, en nuestro país, algunas empresas ya ofrecen servicios de etiquetado de los productos o el armado de promociones. Tal es el caso de Maypo, una empresa mexicana con 27 años de experiencia en el almacenamiento y distribución de medicamentos, que ofrece servicios de impresión de leyendas, armados de kits o etiquetado de los productos (Martell, 2019). El mercado farmacéutico en particular es cambiante y ha transcurrido por una etapa de gran crecimiento de este tipo de actividades. A consecuencia de la globalización, se llevaron a cabo gran cantidad de uniones estratégicas adquisiciones y fusiones de grandes compañías multinacionales, las grandes empresas absorben a pequeñas o medianas empresas y en uno que otro caso ocurre en viceversa. Lo anterior no es exclusivo de un segmento de los mercados globales, ya que se presenta en todos los sectores, pero en los últimos años al que más ha sido afectado es al farmacéutico mundial. Por ejemplo, tenemos el caso de la fusión ocurrida en agosto de 2004, entre las empresas europeas Aventis y Sanofi-Synthelabo. Este tipo de fusión en la cual empresa SanofiSynthelabo adquirió a la empresa Aventis generó que la nueva compañía SanofiAventis, se posicionará en el mercado mundial en el 7° puesto cuando antes mantenían en forma separada el puesto 19 y 11 respectivamente, así mismo, se establecieron el puesto número 1 de Europa, en una sola operación. (Villanueva, 2005). Como puede verse, detrás del interés científico de la investigación proveniente de la IF está el interés mercantil: investigar en enfermedades que afecten a muchos que son las que “valen la pena” (no así las que representen mayor carga de enfermedad), optimizar el tiempo para ahorrar millones de dólares, lograr comercializar un medicamento antes que la competencia, fusionarse para salir adelante, etc. (Moreno, 2011). Una de las razones de interés general para promover la industria farmacéutica en México durante el siglo XXI, es impulsar la creación de centros o grupos autónomos de investigación y desarrollo tecnológico, los que abordaran en forma integral problemas específicos, tanto desde el punto de vista claramente científico y técnico, como económico, social y humano, puesto que, en plena década, el país se ve escaso en instrumentos especializados. Desde una perspectiva nacional, la dependencia tecnológica es un proceso endémico que ha resultado en problemas económicos mayores al generar desequilibrios externos, reducir el fondeo de la inversión, y ser un factor que contribuye a la pobreza de la nación (RAMÍREZ, 2004). El nivel económico y tecnológico de un país se mide entre múltiples factores por la inversión que hace en investigación y desarrollo científico y desde luego ese indicador dice mucho de lo que será el futuro de esa nación, si como México mantendrá su estatus dependiente o si comenzará a despegar para colocarse entre los representantes que marcan los mejores niveles de vida.

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