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La modernidad y el problema de sujeto


Enviado por   •  17 de Diciembre de 2018  •  Ensayos  •  6.720 Palabras (27 Páginas)  •  112 Visitas

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La Modernidad y el problema del sujeto[pic 1][pic 2]

Guido Fernández Parmo

Introducción

La Modernidad europea comienza hacia fines del siglo XV cuando el mundo feudal cristiano se encuentra con una serie de obstáculos imposibles de eludir. El mundo medieval, que llevaba casi mil años de existencia, se definía por una serie de ideas y características que le habían dado cohesión y permanencia.

A partir de esta unidad, vamos a ver el problema de la arkhé enmarcado en la problemática del sujeto. Como veremos, aquello que es el principio explicativo y el fundamento de las cosas será entendido como el sujeto del conocimiento. Es el sujeto quien fundamenta el conocimiento de todas las cosas. Como se verán más adelante, la Modernidad comienza con el problema del conocimiento, con el problema de las garantías que tenemos para afirmar que lo que conocemos es cierto y no algo errado. Teniendo al conocimiento como uno de sus problemas fundamentales, la Modernidad europea se centrará en el ser humano-individuo, más precisamente en el sujeto, para darle un suelo firme a los nuevos conocimientos. El problema de la arkhé es ahora el problema del sujeto.

Sin entrar en detalles, podemos decir que el Medioevo cristiano había sido una época Teocéntrica. El teocentrismo supone una concepción centrada en la religión y en la figura de Dios («teo»: theós en griego: dios o divinidad). Esto quiere decir que los principales aspectos de la vida estaban regidos y definidos desde una perspectiva religiosa: la concepción del mundo, los fundamentos políticos, los valores, las ideas, etc.  Dentro de esta concepción teocéntrica la Biblia ocupaba un lugar central. El Libro sagrado para los cristianos representaba un compendio de verdades incuestionables. Allí cualquiera podía encontrar la mirada exacta de cómo era la Tierra, qué era el ser humano y cuál era su destino, las características de la Naturaleza, plantas, animales y minerales. Al tratarse de un libro sagrado, la Biblia se había convertido en lo que se llama una Autoridad. Como veremos con Descartes más adelante, durante la Edad Media existía una forma de validar los conocimientos que se conoce con el nombre de «principio de autoridad». Para legitimar un conocimiento, para fundamentarlo y tener garantías de su verdad, ese conocimiento tenía que coincidir con lo que estaba escrito en esos textos considerados autoridades, es decir, en esos textos que la tradición reconocía como verdaderos, es decir, como textos que había alcanzado la verdad de las cosas. El texto más importante de estos era, por supuesto, la Biblia al tratarse de un conjunto de relatos y saberes avalados por Dios mismo.

Vamos a pensar el paso de la Edad Media a la Moderna a partir de tres rupturas o giros: del geocentrismo al heliocentrismo, de la imagen bíblica-religiosa de la Tierra a la imagen moderna-secular y del teocentrismo al antropocentrismo.

Del geocentrismo al heliocentrismo.

Un elemento importante de ruptura fue el cambio del geocentrismo al teocentrismo. Durante la Edad Media, se había considerado que la Tierra ocupa en el universo una posición central. Como dijimos, la Tierra era el escenario principal en donde se representaba el drama divino: la Creación, la aparición del ser humano, su pecado, y la salvación en el Hijo de Dios. La Tierra tenía que ocupar un lugar central.

Es en la Biblia en donde encontramos los fundamentos del geocentrismo, por ejemplo en el pasaje en donde Dios detiene el Sol en medio de los combates librados por Josué:

“Entonces Josué habló a Jehová el día que Jehová entregó al Amorrheo delante de los hijos de Israel, y dijo en presencia de los israelitas: ‘Sol, detente en Gabón; y tú, Luna, en el valle de Ajalón. Y el sol se detuvo y la luna se paró, hasta tanto que la gente se hubo vengado de sus enemigos’. ¿No está esto escrito en el libro de Jasher? Y el sol se paró en el medio del cielo, y no se apresuró a ponerse casi un día entero” (Josué 10, 12-13).

En pasajes como este se podían encontrar los fundamentos de la cosmovisión geocéntrica. La Tierra está en el centro del universo y el Sol gira en torno a ella.

Y entonces, Copérnico inaugura la Revolución Científica del siglo XVI al publicar La revolución de los orbes celestes en 1543. Esta revolución seguirá con Vesalio y su Sobre la construcción del cuerpo humano de 1543, con Galileo y sus fuertes críticas a la concepción aristotélica-ptolemaica dominante durante la Edad Media en libros como Diálogos sobre los principales sistemas del mundo (1632) o Discursos sobre dos nuevas ciencias (1636), con Kepler y su descubrimiento de las órbitas alrededor del sol, y finalmente con Newton y sus Principios matemáticos de filosofía natural de 1687.

Ya no cabía ninguna duda, la Tierra giraba alrededor del sol. Ante el avance de la revolución científica, la imagen medieval fue dejándose de lado progresivamente para darle lugar a la nueva imagen del mundo de la ciencia moderna.

 

De la imagen bíblica-religiosa de la Tierra a la imagen moderna-secular: los mapas TO

Podemos pensar en la concepción de la Tierra y sus continentes como un ejemplo. Durante este período se creía que la Tierra era un disco rodeado de agua, algo así como un plato dado vuelta flotando en el agua. En este disco existían tres continentes: Asia, Europa y África. La cartografía de la época había propuesto un esquema para representar esto que define los llamados mapas TO. Un mapa TO define una circunferencia, la O, que representa el Océano circundante a la Tierra. Luego dibuja el Mediterráneo, la parte vertical de la T, y otros dos ríos, el Don y el Nilo, que formas respectivamente la parte izquierda y derecha del travesaño de la T. De esta forma, Asia forma el semicírculo superior, Europa el medio semicírculo de la izquierda y África un medio semicírculo de la derecha.  

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Además, estos tres continentes estaban habitados, según la creencia bíblica, por los descendientes de los tres hijos de Noé: Sem, Cam y Jafet. El primero se había dirigido a Asia, el segundo a África y el tercero a Europa.

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El mundo, la Tierra y toda la Humanidad se terminaban aquí. Como vemos, se trata de una imagen del mundo definida según principios religiosos; decimos, una imagen teocéntrica. Ahora bien, una vez que Colón llegó a América y de a poco estos europeos descubren que existe un continente entero nuevo con una población entera nueva, no hay cómo seguir sosteniendo la imagen religiosa de los mapas TO y de los hijos de Noé. Sencillamente, no hay forma de hacer entrar a América y a los americanos en la concepción del mundo sin presionar tanto que todo termine estallando en mil pedazos. Y eso es lo que ocurre.

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