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Los Fundamentalismos


Enviado por   •  19 de Noviembre de 2013  •  2.505 Palabras (11 Páginas)  •  272 Visitas

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Los fundamentalismos

Pace, Enzo y Renzo Guolo. Los fundamentalismos, México, Siglo xxi,

la irrupción de las corrientes denominadas “fundamentalistas”en los ajetreos teológicos y políticos representa un giro inesperado en la historiografía escrita desde y por el Occidente. Para el ingenuo observador, variados procesos habrían tornado improbable tal estridente politización de Dios, entre ellos la victoria decisiva del empirismo baconiano, el desciframiento de las leyes básicas del universo lunar y sublunar efectuado por Galileo y Newton, la aparición de la física cuántica, la inteligente comprensión de los contenidos y mecanismos del inconsciente, la nietzscheana declaración en torno a la “muerte de Dios“ y, sin concluir la lista, el ascenso del estudio “científico” de la historia, fenómenos que anuncian e institucionalizan el dominio irreversible de la Razón y el “des-encantamiento” definitivo del mundo y de las directrices que lo gobiernan. El hombre (el europeo al menos) habría dejado atrás el mito y la magia, consciente simultáneamente de sus limitaciones y de su poder sin fronteras. Los enciclopedistas y los iluminismos ilustrados habrían dispersado la oscuridad de otros tiempos. Candorosa y parcial percepción, pues soslaya el carácter contradictorio del siglo xx –el más breve de los periodos, como Hobsbawm subraya con tino, aunque también el más intenso–. Fue este siglo creativo y violento, liberador y represivo, individualista y totalitario, productivo y destructor. Contrapuntos que hoy ponen en tela de juicio las ingenuas ilusiones decimonónicas en torno al Progreso indefinido y a la categórica Razón. Y, en esta configuración, la efervescencia fundamentalista no debe sorprender. Acaso estuvo siempre allí, en el siglo que fue, sin que la mirada unilateral del Occidente pudiera captarla. El libro de Pace y de Guolo –dos historiadores italianos interesados en las reapariciones contemporáneas del espíritu religioso– representa un aporte didáctico en las indagaciones sobre la índole del fundamentalismo. No cabe descuidarlo. Para sorpresa del lector, los autores no inician el análisis presentando el caso musulmán. Señalan acertadamente que el fundamentalismo, como palabra e impulso, se encontraría en el universo protestante estadounidense de fines del siglo xix. La libertad concedida al creyente merced a la Reforma y la convicción de que Estados Unidos forma parte ontológica de la Tierra Prometida habrían fomentado una suerte de “patriotismo bíblico” (p. 18). Así, la absoluta verdad de las narraciones del Génesis, la incuestionable divinidad de Cristo, la virginidad impoluta de María y la certeza en la Segunda Aparición constituyen intensas convicciones que marcarán, a veces solapadamente, la vida política e ideológica de los Estados Unidos. Satanás y el mal estarían en otra parte. Se manifestaron en “el proceso del mono” (también conocido como el juicio a Scope ) que tuvo lugar en 1925 en Dayton, estado de Tennessee. Fervorosos creyentes quisieron entonces desterrar a Darwin del Paraíso, sin éxito. Pero no se declararon vencidos: el fundamentalismo protestante habrá de adoptar múltiples rostros hasta llegar a la Casa Blanca con Carter y Reagan (acaso cabeañadir a Bush). La Moral Majority y la Christian Coalition unen fuerzas con el fin de preservar el temple religioso del país, y los teReseñas/ 191 lepredicadores compiten sin inhibiciones con los shows de moda (pp. 24-5). Aparece una Nueva Derecha Cristiana y fervorosa que resiste a la descalabrada modernidad. Estudiantes, feministas y pacifistas son el enemigo. Y a ellos se suman los postulantes de la igualdad de los blancos y negros, de los heterosexuales y homosexuales, además del derecho al aborto y las objeciones a la globalización imperial. Estas desviaciones estarían oscureciendo el mapa cognitivo y emocional de millones de estadounidenses que ponen su confianza dolarizada en Dios. El reverendo Jerry Falwell habría sintetizado en emocionales sermones televisivos el carácter satánico de estas amenazas: “De lo que tiene necesidad Norteamérica es de volver a los antiguos valores que la han hecho grande” (p. 29). Los autores puntualizan que este fundamentalismo, a pesar de su singularidad blanca y protestante, procura ganar adeptos en América Latina. Con nuevas tácticas y mensajes, apela a los estratos socialmente marginados. Y los gana. El espíritu evangélico recorre México, Brasil y Argentina, gestando un curioso sincretismo entre la prédica protestante y las creencias mágicas de los grupos populares: una forma de suavizar los apocalipsis cotidianos que la miseria y la marginalidad traen consigo (p. 41). Este acento inicial en el patriotismo fundamentalista estadounidensees complementado con el análisis y la evaluación de los fundamentalismos de cuño musulmán y judío. Pace y Guolo subrayan que cada uno de ellos presenta una secuencia peculiar, con simbologías y protagonistas propios e incluso rivales de otras estructuras fundamentalistas. Premisa que cabe revisar, pues, como indicaré más adelante, no es desatinado identificar relaciones causales y complementarias entre ellas. El texto dedica amplio espacio al fundamentalismo islámico. Lo aborda en áreas periféricas del universo musulmán (India, Nigeria, Senegal, Mali, Sudán) como protesta contra las aberraciones religiosas y sociales de los poderes centrales. Éstos habrían tergiversado la fe y los dogmas, haciendo retornar al islam a los 192 / Reseñas tiempos de la “ignorancia” (yahilia). Se debe fortalecer por lo tanto su carácter monoteísta (tawjid), abandonar la tierra de los infieles o conquistarla a través de la guerra santa (yihad). Esta radical renovación teológica será obra del Esperado o el Mahdi, un enviado de Dios que fundará el Reino de los Justos (p. 45). En rigor, habría llegado en algún momento, en la persona de Sayyid Amhad Shadid (1776-1831), en Afganistán, pero su reinado fue breve debido a la ignorancia de las masas. Otras figuras mesiánicas aparecerán en el siglo xix: la más conocida fue Muhammad Amhad Adallah, que se proclamó el “Mahadi del Nilo” y encabezó el combate tanto contra los invasores blancos como contra los pecadores propios. Y en Arabia Saudita se implanta un fundamentalismo moderado en la forma del régimen wahhabita que preside ese país en la actualidad. Otras variedades del fundamentalismo musulmán se manifiestan en la Salafiyya, fundada por Jamal Al Din Al Afgani (1839-1897), quien ejercerá ascendiente ulterior en Siria, Egiptoy Argelia. En esta corriente se agrega un elemento básico: el combatea la modernidad cristiana y occidental que amenaza con su fuerza militar y con sus prédicas la integridad de la cultura musulmana, actitud que tomará fuerza y alcance con los Hermanos Musulmanes perseguidos hasta

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