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Los desafíos de la Unión Europea hacia la tercera década del siglo XX

HallstatticTesina9 de Noviembre de 2021

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Jesús Saúl Tapia Ramírez                                                                                                                                         Europa

Los desafíos de la Unión Europea hacia la tercera década del siglo XX

Hacia el 2020, la Unión Europea enfrenta varios desafíos que ponen en riesgo la legitimidad del sistema neoliberal de integración económica que en un inicio fuera el sustento de la UE. El auge de gobiernos con una aparente orientación económica nacionalista y del llamado euroescepticismo han puesto a prueba la efectividad de la Unión Europea para demostrar su funcionamiento ante un panorama poco favorable.

La retirada estadounidense del acuerdo firmado con Irán en 2015, crisis en Ucrania, la postura de Rusia al margen de los Estados bálticos, quema del eje Libia-Iraq-Siria, con sus terribles consecuencias en Europa en términos de contagio terrorista o afluencia de refugiados, la inestabilidad permanente en Sahel, el posible enfrentamiento, incluso militar, entre un eje Israel-Arabia Saudita- Estados Unidos y un eje Irán-Siria-Rusia, todo en el contexto de las amenazas cibernéticas, el aumento del autoritarismo en Europa y la máxima imprevisibilidad de la diplomacia estadounidense: rara vez la ecuación estratégica de la Unión Europea (UE) ha sido tan compleja, tan inestable y tan inquietante. (Di Maio, C. & Tomás, A., 2018).

¿Cómo se puede cambiar Europa para hacer frente a todos estos desafíos? ¿Se puede responder intensificando o reduciendo la colaboración europea? ¿Es mejor colaborar como un poderoso bloque económico solamente? ¿O colaborar también políticamente? En términos de colaboración económica, la UE ha recorrido un largo camino. Ha evolucionado de una unión aduanera a un mercado interno para convertirse unos años más tarde en una unión monetaria y económica (UME). (Ramió, 2018)

A pesar de que la UME es una realidad, el bloque europeo debe mirar hacia adelante y asegurarse de mantenerse como un actor económico global si desea enfrentarse a grandes desafíos adicionales: el envejecimiento de la población en Europa, el surgimiento de economías emergentes como China e India, etc.

La colaboración política en Europa es menos obvia porque afecta la soberanía de los estados nacionales. Los Estados son reacios a renunciar al poder a nivel europeo en términos como política exterior o colaboración policíaca. Sin embargo, está claro que un estado aislado difícilmente puede hacer frente a los problemas internacionales como la delincuencia transfronteriza, la migración ilegal o el calentamiento global. (González, F., & Hoffmann, S, 1999).

Si la UE quiere desempeñar un papel importante económica y políticamente, tendrá que cambiar la forma en que funciona. El Tratado Europeo, el Tratado de Lisboa, no sólo debe cambiar la Unión para trabajar eficazmente después de la última ampliación, sino que también debe permitir que la Unión Europea intervenga vigorosamente en un mundo que cambia rápidamente. Además, habrá que estimular el entusiasmo de los ciudadanos europeos por este proyecto. (Leicht-Scholten, C., Breuer, E., Tulodetzki, N., & Wolffram, A., 2011). 

Lejos de resolver la baja fertilidad y envejecimiento que caracteriza ya a la Comunidad Europa, las ampliaciones de 2004 y 2007 obligan a un enfoque multiescala. A nivel regional, las ampliaciones de 2004 y 2007 aumentaron significativamente el número y la proporción de regiones que combinan una variación natural negativa y migración neta negativa. El resultado es un aumento en el número de regiones y ciudades que experimentan despoblación, y muchas más están experimentando un envejecimiento de la población. (Di Maio, C. & Tomás, A., 2018).

El índice de dependencia de la vejez, es decir, el índice de personas de 65 años o más con respecto a la población de 15 a 64 años, es particularmente alto en varias regiones del centro y norte de Alemania, en el centro de Francia, Portugal, Suecia, el suroeste del Reino Unido, el norte de España y varias regiones de Grecia e Italia. (Ramió, 2018)

A nivel nacional, estas nuevas membresías dan como resultado la integración de estados que generalmente están escasamente poblados, pero con mayor frecuencia en una situación de envejecimiento debido a la baja fertilidad e incluso a la despoblación. En 2008, la tasa de fecundidad total era de 1.4 hijos por mujer en Lituania, la Chequia y Bulgaria; 1.3 en Rumania, Polonia y Hungría; y 1.2 en Eslovaquia. En varios países, la inmigración solo reduce la fuerza laboral. (Leicht-Scholten, C., Breuer, E., Tulodetzki, N., & Wolffram, A., 2011). 

A nivel de la UE, la migración neta es la fuerza impulsora del crecimiento de la población desde principios de la década de 1990. Para la Comunidad Europea, estas ampliaciones refuerzan la tendencia anterior hacia el envejecimiento. Por lo tanto, no solo no resuelven las notorias debilidades demográficas de la Unión Europea (baja fertilidad y envejecimiento), sino que también los acentúan y agregan regiones amenazadas de despoblación. (González, F., & Hoffmann, S, 1999).

Para tomar medidas sobre el déficit demográfico que se debe resolver, ahora debemos mirar las proyecciones. Según las proyecciones medias de Eurostat para 2060, el conjunto de la UE podría ver el envejecimiento de su población en aumento. (Di Maio, C. & Tomás, A., 2018).

Según dicha proyección, entre 2008 y 2060, sólo siete estados de la UE-27 podrìan mostrar un crecimiento natural positivo: Irlanda, Chipre, Luxemburgo, Reino Unido, Francia, Suecia y Dinamarca. Al mismo tiempo, para todos estos países, la migración neta proyectada sería positiva. (Arias, J. et al, 2006).

Los otros 20 Estados miembros de la UE-27 podrían tener un déficit de nacimientos en relación con las muertes durante el período 2008-2060. Estos países son Bélgica, Países Bajos, Finlandia, Austria, España, Malta, Estonia, Portugal, Grecia, Polonia, Chequia, Italia, Eslovaquia, Eslovenia, Rumania, Hungría, Alemania, Lituania, Letonia y Bulgaria. (Ramió, 2018)

Su déficit de población representaría una pérdida acumulada de 20,6 millones de personas. De estos 20 países, solo los tres estados bálticos tendrían una emigración muy baja. Por otro lado, la contribución de la migración neta a nivel de la UE-27 sería de 58,4 millones de nuevos habitantes, es decir, la población de Italia en 2008.

Después está la cuestión defensiva. El consenso que surgió gradualmente sobre la creación de una política europea de seguridad y defensa, desde 1999, nunca ha cuestionado la precedencia de la OTAN: el Tratado sobre La Unión Europea es muy claro a este respecto, afirmando que "la OTAN sigue siendo, para los Estados miembros, la base de su defensa colectiva y la autoridad para su implementación”. La importancia de la OTAN para la UE ha quedado clara luego de la creciente influencia rusa en los asuntos geopolíticos europeos. (Leicht-Scholten, C., Breuer, E., Tulodetzki, N., & Wolffram, A., 2011). 

Recientemente, además, contra viento y marea, la burocracia estadounidense ha reiterado la doctrina oficial iniciada en 1999 por Madeleine Albright: sin duplicación con los medios de la OTAN, sin desacoplamiento con los Estados Unidos, y sin discriminación contra países no pertenecientes a la UE. En otras palabras: sí a los esfuerzos presupuestarios y de desarrollo de capacidades de los europeos en la UE (se les pide que dediquen el 2% de su PIB a la defensa), no a la autonomía política de la UE en la toma de decisiones dentro de la OTAN (el famoso caucus europeo, todavía tabú). (González, F., & Hoffmann, S, 1999).

Fuera de la OTAN, los europeos son libres de decidir como mejor les parezca, al menos en teoría. Debido al miedo a una crisis con la OTAN, en caso de diferenciación política real entre Europa y Estados Unidos, los europeos parecen indecisos sobre cómo responder. Y, sin embargo, desde 2016, el concepto de "autonomía estratégica" se ha convertido en uno de los mantras de los textos oficiales de la UE sobre la Política Común de Seguridad y Defensa. Es parte de los objetivos asignados a la misma. (Van Meurs, W et al. 2018). 

La creación del Fondo Europeo de Defensa propuesto por la Comisión para fortalecer la base industrial de Europa, se encuentra en todos los textos importantes del Consejo Europeo de Política de Seguridad y Defensa. Aunque esta parecería una política adecuada, no está exenta de dificultades: Por un lado, los europeos están atrapados entre dos irracionales estratégicos. La política de Donald Trump, preocupante, impredecible, incontrolable, conduce a una mayor ambición estratégica y a la búsqueda de contraseguros colectivos. (Ramió, 2018)

Después de la retirada de la UNESCO iniciada bajo Barack Obama, el presidente Trump denuncia de hecho el multilateralismo en todas sus formas: retirándose de la COP21 sobre el clima, criticando a la OMC con punto muerto en el nombramiento de los jueces del caso, saliendo del Consejo de Derechos Humanos de la ONU, retiràndose del Tratado de 2015 sobre energía nuclear con Irán, etc. ¿Llegará a cuestionar a la OTAN? Estas preocupaciones llevan a los europeos a fortalecer considerablemente sus esfuerzos para consolidar su política de defensa común. (Van Meurs, W et al. 2018). 

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