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María Lionza, Elegguá Y Dios. Una Sociedad Donde Todos Tienen Lugar. Religión En El S. XVII Y S. XIX Y Su Impacto En La Actualidad.


Enviado por   •  25 de Abril de 2014  •  1.423 Palabras (6 Páginas)  •  566 Visitas

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Vengo de una familia que se considera a sí misma católica – apostólica – romana, una familia que va en los días de los santos y vírgenes ‘importantes’ a misa y en Semana Santa a las procesiones. Pero mi familia no es solamente católica, en mi casa tenemos aquél rincón de la casa consagrado a los momentos de meditación y de oración. Momentos en los cuales advocamos nuestra fe a una serie de deidades que no solamente pertenecen a la religión católica, ese lugar, llamado ‘altar’. El altar de mi casa se encuentra repleto de deidades y advocaciones de distintas corrientes de adoración, como lo son una María Lionza, elevando su pelvis hacia una Virgen del Valle encargada de protegernos, frente a un Elegguá, deidad yoruba que encuentra su equivalente en el Divino Niño.

La religión es una parte importante de la vida de un individuo, define sus creencias y supersticiones, su fe. En el caso del venezolano la mayoría se reconoce como católico, según cifras aportadas por la Enciclopedia Hispánica el 92,7% de la población venezolana, para el año 2001, por otro lado el Programa de las Naciones Unidad para el Desarrollo (PNUD), expone una cifra del 96% de la población que se reconoce como católica romana. Dicha cifra puede haber sufrido variaciones, ya que, en los últimos se ha observado un aumento de seguidores en religiones protestantes, como los Testigos de Jehová y Evangélicos.

Pero hay una cosa que definitivamente llama la atención en el catolicismo de la población venezolana, y es su religiosidad popular, término definido por María Eugenia Talavera como una forma de expresión religiosa, que se manifiesta a través de creencias, prácticas y rituales que tienen lugar al margen de la religión oficial. Y esto se ve reflejado en la diversidad de elementos de la cual es objeto el culto venezolano. Dicha diversidad de elementos se expresan en los distintos cultos de adoración que rinde la población venezolana no sólo al Dios, católico, el cual debería ser adorado por sobre todas las cosas y como dios único.

Pero esto no es la norma de la sociedad venezolana, por ejemplo, basta con ir a una casa y observar un lugar especial dentro de su espacio doméstico dedicado a la adoración de advocaciones, santos y figuras. Para ponerles un ejemplo más gráfico, se encontraría en dicho altar una Virgen del Carmen, y al lado un José Gregorio Hernández acompañado de María Lionza y en una esquina un Eleggua. Y es ahí donde tiene lugar el sincretismo religioso que nos caracteriza, ya que, al menos en un altar convergen tres corrientes religiosas: la católica, la espiritista y la santería (o religión Yoruba); tres corrientes que en teoría deberían cancelarse y contradecirse una a la otra, pero no sucede así. Es por ello que me planteo las siguientes preguntas: ¿Por qué nuestra religiosidad es así? ¿De dónde viene este sincretismo religioso?

Para dar respuesta a estas preguntas sería preciso extrapolarnos en el tiempo y ubicarnos en el siglo XVII y XIX, siglo considerados de suma importancia para la formación de la sociedad venezolana. En el siglo XVIII, ya encontramos una Venezuela colonizada, formalizada una sociedad colonial, con reglas y protocolos a seguir, en fin un patrón social por el cual la élite y la población en general se regían. Para el siglo XIX en cambio, encontramos una Venezuela convulsionada por los movimientos independentistas en un principio y ya a mediados de dicho siglo encontramos una República naciente, la República de Venezuela.

Cabe resaltar que la religión católica tuvo un papel protagonista en todo el proceso de la formación social venezolana, desde el hallazgo de Venezuela, ha tenido una presencia importante, recordemos a esos monjes misioneros que llegaron con las primeras expediciones a evangelizar y culturizar a los indígenas. Bueno, ya para el siglo XVIII, evangelizar y culturizar no estaba dentro de las prioridades de las autoridades de la Iglesia católica, sino en la de velar por la moral y las buenas costumbres de la sociedad venezolana, para garantizar así su entrada al Cielo de sus almas, estableciendo así los límites de lo bueno y lo malo. Y es así como la Iglesia católica se encargaba de perseguir y condenar a aquéllos quiénes cometían delitos que iban en contra de la moral y las buenas costumbres anteriormente

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