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NUEVA RETÓRICA Y LOS VALORES


Enviado por   •  23 de Octubre de 2012  •  2.658 Palabras (11 Páginas)  •  658 Visitas

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LA NUEVA RETÓRICA Y LOS VALORES

La nueva retórica se define como una teoría de la argumentación cuyo objeto de estudio son las técnicas discursivas que tienden a provocar o acrecentar la adhesión intelectual de los hombres a las tesis que se les presentan para obtener su acuerdo. También examina las condiciones que hacen posible el comienzo y desarrollo de la argumentación así como sus efectos. La definición señala en qué sentido la nueva retórica es una continuación de la clásica y en qué se distancia de ella. La nueva retórica continúa la retórica de Aristóteles en tanto se dirige a todo tipo de auditorios. Abarca lo que los antiguos denominaban dialéctica (la técnica de la discusión y el debate por medio de preguntas y respuestas, que trataba principalmente sobre cuestiones opinables), analizada por Aristóteles en sus Tópicos; incluye el razonamiento que Aristóteles calificaba como dialéctico para distinguirlo del razonamiento analítico de la lógica formal. Esta teoría de la argumentación es llamada nueva retórica porque Aristóteles, a pesar de que reconocía la relación entre retórica y dialéctica, solo desarrolló la primera en función de todo tipo de auditorios.

Debe notarse, asimismo, que la nueva retórica se opone a la tradición de la retórica moderna puramente literaria denominada más precisamente estilística ya que reduce la retórica al estudio de las figuras de estilo porque no se ocupa de las formas discursivas por su valor estético u ornamental sino solamente en su calidad de medios de persuasión y, más especialmente, de medios de creación de presencia es decir, medios para traer a la conciencia de los destinatarios aquellas cosas que no están inmediatamente presentes a través de técnicas de presentación.

La elaboración de una retórica así concebida tiene un innegable interés filosófico porque proporciona una herramienta complementaria de la lógica tradicional, que es una técnica de demostración o de prueba necesaria de acuerdo con las reglas de deducción o inducción. Esto permitirá a los hombres no solo verificar y probar sus creencias sino también justificar sus decisiones y elecciones. Así, la nueva retórica, al elaborar una lógica para los juicios de valor, es indispensable para el análisis del razonamiento práctico.

PRESENTACIÓN SISTEMÁTICA DE LA NUEVA RETÓRICA

Relaciones personales con el auditorio

La argumentación, ya sea que se la llame retórica o dialéctica, siempre se propone persuadir o convencer al auditorio al que se dirige, del valor de las tesis para las que busca aprobación. Dado que el propósito de toda argumentación es ganar o reforzar la adhesión de un auditorio, debe preparársela teniendo en mente este auditorio. Inversamente a lo que sucede con la demostración, no puede ser concebida de manera impersonal. Por el contrario, es esencial que se adapte al auditorio para ser eficaz. En consecuencia, el orador debe buscar construir su discurso argumentativo sobre tesis ya aceptadas por su auditorio. La principal falacia en la argumentación es la petitio principii (“petición de principio”), en la que el hablante presupone que el auditorio acepta una tesis que en realidad rechaza, aun implícitamente. Tomada en un sentido amplio, la nueva retórica puede tratar los temas más variados y dirigirse a los más diversos auditorios. El auditorio puede implicar solo la deliberación individual interna del sujeto o bien puede involucrar a otra persona en un diálogo. El discurso puede dirigirse a varios auditorios particulares o a la Humanidad en su conjunto lo que podría llamarse el auditorio universal; en este caso el orador apela directamente a la razón.

La retórica clásica estaba dirigida tradicionalmente a un auditorio compuesto por una multitud de oyentes generalmente no competentes, reunidos en una plaza pública; la argumentación, sin embargo, puede estar dirigida a auditorios altamente calificados, tales como miembros de una academia o alguna sociedad ilustrada. De esto resulta que la eficacia no es el único medio para juzgar el valor de un argumento, ya que este valor también depende de la calificación y competencia de los intelectos que se busca persuadir. Un argumento puede persuadir a un auditorio de personas menos informadas y no tener efecto alguno sobre un auditorio más crítico. Para Platón, la argumentación digna de un filósofo debía convencer a los mismos dioses.

Bases de acuerdo y tipos de argumentación

El orador, para tener éxito en su cometido, debe partir de tesis aceptadas por su auditorio y reforzar esta adhesión por medio de técnicas de presentación que introduzcan los hechos y valores sobre los cuales se fundan sus argumentos. Así, el orador puede recurrir a procedimientos literarios, usar figuras retóricas y otras técnicas de estilo y composición propias de la literatura.

Si el discurso se dirige a un auditorio no especializado, apelará al sentido común y a principios, valores y loci o “lugares” comunes. El acuerdo sobre los valores comunes es general, pero su objeto es vago y mal definido. Así, la apelación a valores universales como el bien y la belleza, la verdad y la justicia, la razón y la experiencia, la libertad y la humanidad no dejarán a ninguno indiferente pero las consecuencias que pueden extraerse de tales nociones variarán con el significado que cada individuo les asigne. Por eso, un acuerdo sobre valores comunes debe ir acompañado de un esfuerzo por interpretarlos y definirlos para que el orador pueda adaptar el acuerdo a sus propósitos. Si el discurso se dirige a un grupo especializado como un grupo de filósofos o juristas o teólogos la base del acuerdo será más específica. Para pasar de las premisas aceptadas por un auditorio a las conclusiones que busca establecer, el orador puede usar argumentos de diversos tipos de asociación y disociación.

Las figuras tradicionales de la retórica son habitualmente argumentos abreviados como, por ejemplo, la metáfora, que es una analogía abreviada.

Los argumentos asociativos transfieren la adhesión de las premisas a la conclusión, por ejemplo, la asociación persona-actos autoriza a pasar del hecho de que un acto es valiente a la consecuencia de que el agente es una persona valiente. La argumentación conduce a la disociación de conceptos si la apariencia se opone a la realidad. Normalmente, la realidad es percibida a través de apariencias que se toman como signos que se refieren a ella. Sin embargo, cuando las apariencias son engañosas, debe admitirse,

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