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RESPONSABILIDAD SOCIAL DEL CIENTIFICO


Enviado por   •  11 de Julio de 2018  •  Monografías  •  3.141 Palabras (13 Páginas)  •  93 Visitas

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Introducción

El siguiente trabajo trata sobre el tema de la responsabilidad social del científico, abarcando, sobre todo, el papel que este profesional juega con respecto a la sociedad en general. El objetivo de este documento es presentar los aspectos más relevantes en torno a esa temática, creando una discusión que conlleve a un mayor entendimiento.

La ciencia ha dado grandes aportes a la humanidad a través de los siglos, beneficiando todos los campos de actividades. De esta forma, han surgido nuevos paradigmas en donde los modos de vida van cambiando, y en donde se manifiestan nuevas maneras de pensar. En los avances científicos se han involucrado diversos expertos que han conformado un grupo o élite que maneja los objetivos y cursos de las investigaciones. Es a través de estas circunstancias que se ha planteado una contraposición hacia el resto de la sociedad, la cual en poca o mediana medida se mantiene informada acerca del acontecer del mundo científico. En contraposición, el científico se ha mantenido, en la mayoría de los casos, reacio a comprometerse con la responsabilidad que conlleva su papel en la sociedad.

Ante esto se plantea un panorama en donde el involucramiento del científico con la sociedad en general es un tema de gran relevancia. Esto debido a que conlleva a abrir puertas de diálogo entre distintos actores, como se irá viendo más adelante.

Para realizar este trabajo se hizo una revisión bibliográfica sobre el tema, basándose sobre todo en lo descrito por la Confederación de Sociedades Científicas de España (2005), en su ponencia Ciencia para la sociedad: la responsabilidad.

De la información extraída se exponen los conceptos más relevantes, los antecedentes históricos, los campos de aplicación y los aportes a la sociedad costarricense. Todo esto tratando entrelazar la información que ha sido recopilada.

Antecedentes históricos

El siglo XX ha sido un siglo único en la historia debido a que durante su transcurso se han producido muchos más cambios esenciales que en todos los siglos anteriores. Ciertos avances han aportado enormes beneficios a la sociedad, mientras que otros han sido un peligro para la propia existencia del ser humano. Acerca de estos cambios, el principal motor para impulsarlos ha sido el desarrollo de la ciencia y la tecnología. En este sentido, los científicos son los principales responsables de los principales beneficios de esos cambios hoy, pero además, lo son de las graves consecuencias a las que se ha tenido que hacer frente (Roblat, s.f.).

Anteriormente, se consideraba que la ciencia era un campo del saber que estaba desconectado de la vida cotidiana. Es así como los científicos vivían en sus sectores cerrados, debido a la creencia de que su trabajo no estaba vinculado con el bienestar de la sociedad en general. Las investigaciones se centraban en comprender, según se argumentaba, las leyes de la naturaleza, y como estas son inmutables y no se relacionan con sentimientos o pensamientos humanos, no se tomaba en cuenta el involucramiento con la sociedad (Roblat, s.f.).

De esta manera, se llegó a utilizar esta excusa para dejar de lado las responsabilidades ante la sociedad, argumentando que la ciencia solo se comprometía con los propios fines, o la ciencia no tiene involucramiento en la política, a la ciencia no se le puede culpar de su empleo indebido, o los científicos son profesionales especializados solamente. Sin embargo, al día de hoy, la ciencia ha acaparado un papel fundamental en casi todo aspecto de la vida cotidiana, sobre todo, en elementos relacionados con la seguridad mundial (Roblat, s.f.).

En el caso particular del sector universitario de Latinoamérica, es a inicios del siglo XXI en donde se construye el concepto de responsabilidad social universitaria (RSU). Esto en torno a los esfuerzos a nivel teórico y práctica de las iniciativas de la Red chilena “Universidad Construye País” y de la Red Latinoamericana de Universidades incentivada por la “Iniciativa Interamericana de Ética, Capital Social y Desarrollo”, la cual fue promovida por Noruega por medio del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), aunque esta iniciativa se mantuvo vigente hasta el 2009 (François, 2014).

Este movimiento se basó en la gestión de los cuatro impactos que las instituciones de educación superior generan. El primero se relaciona con los que vienen de la organización misma, incluyendo el propio campus y el personal. El segundo es el de los impactos relacionados con la formación de los estudiantes. En el tercer tipo se toman en cuenta los que provienen de los conocimientos que desarrolla desde sus programas de investigación y su producción epistemológica. El último tipo, involucra los impactos que son consecuencia de sus relaciones con el entorno social, sus redes, participaciones sociales, económicas y políticas (François, 2014).

Conceptos básicos

Investigador y sociedad

La sociedad en general valora los aportes de los avances científicos y tecnológicos al bienestar. Sin embargo, gran cantidad de personas no tienen noción de que la comprobación de las teorías y modelos no se encuentra en el entorno de la ciencia. Ante esto, una combinación de ambos hechos puede provocar pérdida de confianza hacia la ciencia en temas controversiales. En este sentido se debe buscar vías diferentes para concretar un contrato social múltiple del investigador con la sociedad, para la cual deben implementarse iniciativas que acerquen a ambos sujetos.

Por ejemplo, los programas de posgrado de las universidades pueden incorporar elementos de ética y responsabilidad social a los nuevos investigadores y tecnólogos. Las agrupaciones científicas tienen facilidades para presentar y debatir acerca de las responsabilidades sociales que los investigadores deben asumir. Otro aspecto importante a tomar en cuenta es el hecho del origen público de los fondos en las universidades, lo cual demarca un compromiso con la retribución hacia el resto de la sociedad. Sobre este asunto debe haber total transparencia de parte de la comunidad científica, ya que esos recursos llevan consigo un principio de correspondencia, como lo es su uso eficiente y verificable para la sociedad.

Una opción para lograr establecer una labor informativa es a través de las organizaciones de investigación, actividades informativas abiertas al público, comunicación de conocimiento a través medios electrónicos, difusión de resultados de investigaciones y de las normas éticas que rigen el quehacer científico.

Investigador como formador y divulgador

Un investigador debe tomar activamente el esfuerzo efectivo para incrementar los conocimientos sobre la ciencia, al mismo tiempo generando interés por parte de la sociedad en general hacia los avances en investigaciones que benefician el desarrollo. Sumado a lo anterior debe haber vocación por incentivar el camino de la ciencia en los jóvenes. Este esfuerzo debe abarcar numerosos aspectos, tales como:

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