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Resumen De Capitulo II - El Otro Sendero


Enviado por   •  13 de Noviembre de 2012  •  5.396 Palabras (22 Páginas)  •  2.716 Visitas

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CAPITULO II: EL COMERCIO INFORMAL

A medida que la ciudad fue llenándose de gente y su espacio urbano se fue informalizando, otras actividades económicas comenzaron a sufrir una evolución equivalente. Una de ellas fue el comercio empezó a ser realizado masivamente al margen y hasta en contra de las normas estatales nominalmente encargadas de regularlo. Surgió así el comercio informal que, en lo esencial, se desarrolla en las calles, bajo la denominación común de comercio ambulatorio, y en mercados construidos específicamente para salir de las mismas.

Estos mercados funcionan sin contar con algún tipo de licencias, dar facturas ni pagar impuestos. Algunos ambulantes empezaron a edificar sus propios centros de abastos con prescindencia de las disposiciones legales sobre terrenos inválidos o sobre lotes legalmente saneados.

En un censo realizado por el Instituto Nacional de Estadística (INE) en 1976, nombraba a 58284 ambulantes en los veintinueve distritos principales de la capital. En enero de 1985 el Instituto Libertad y Democracia (ILD), realizo un nuevo censo de ambulantes en la misma área trabajada por el INE en el 76’, encontrando que solo existían 84327 ambulantes en la ciudad, luego en enero de 1986 se volvió a repetir el ejercicio, hallando esta vez 91455 vendedores ambulantes.

Asimismo, el censo determino que los ambulantes se encuentran principalmente en los barrios populares. Los quince distritos considerados albergan al 80% del total de ambulantes de la ciudad.

Finalmente, el censo revelo que el 90% de los ambulantes se encuentra dentro de los límites de edad que convencionalmente se conocen como Población Económicamente Activa (PEA) y que el 54% del total está constituido por mujeres. En total unas 314000 personas dependen del comercio ambulatorio.

De otro lado, de acuerdo con un muestreo realizado en base al censo de 1985, el volumen de ventas brutas es cuantioso: 6.2 millones de dólares por semana, unos 322.2 millones de dólares al año; por consiguiente cada ambulante por cada 100 dólares de ventas, obtienen 18.30 de ganancia.

En un trabajo de campo paralelo al censo de 1985, los investigadores descubrieron que existían en la capital doscientos setenta y cuatro mercados informales frente a cincuenta y siete construidos por el Estado.

Semejantes evidencias sirvieron también para determinar la importancia social del comercio informal, dado que unas 439000 personas dependen de la actividad, sea ambulatorio o dentro de mercados.

Modalidades de comercio informal

Si bien este tipo de comercio tiene dos modalidades claramente definidas – el comercio ambulatorio y los mercados informales-, no se trata de compartimientos estancos, sino de distintas etapas de un mismo fenómeno, porque la persona que empieza de ambulantes no lo hace con la idea de quedarse en las calles para siempre, sino con el propósito de trasladarse algún día hacia mercados fuera de la vía publica, para desarrollar el comercio en condiciones más favorables.

El comercio ambulatorio

Tradicionalmente el comercio ambulatorio ha sido considerado como la actividad informar por antonomasia, que consiste en el desarrollo de actividades comerciales en la calle, al margen de las disposiciones legales.

El término “comercio ambulatorio” resulta equívoco, dado que no todos los “ambulantes” deambulan; sin embargo, se trata de la denominación más difundida.

En ese sentido podemos hablar de dos clases de comercio ambulatorio. La primera es la itinerante; la segunda, la que se ubica en un lugar fijo dentro de la vía publica.

Itinerante

Esta primera clase de comercio ambulatorio es la que desarrolla los que compran pequeñas cantidades de baratijas, golosinas o víveres no perecibles y deambulan por las calles tratando de venderlos entre las personas que encuentran a su paso.

Este tipo de ambulantes no posee mayor capital físico ni recibe mayormente crédito, de manera que tienen que asumir su propia financiación y trabajar por lo general al contado. Al comenzar a trabajar aprende de otros ambulantes y observa los diferentes productos, precios y condiciones en se venden. De este modo, descubre que las calles son la escuela donde se aprende que bienes son necesarios y qué valor tiene esa necesidad.

La reiteración de un circuito de ventas hace que el ambulante empiece a identificarse con sus clientes y con otros vendedores que operan cerca suyo. Esta progresiva identificación genera reputación que le permitirá no solo ganar la confianza de sus clientes, sino también el crédito de sus proveedores. Por supuesto aspira a la estabilidad.

Lugar fijo en la vía pública

Esta segunda clase de comercio ambulatorio supone que el comerciante ha dejado de deambular, ha identificado un lugar y se ha instalado en él para desarrollar su actividad. Implica, por consiguiente, una invasión de las calles. Los ambulantes no invaden arbitraria ni casualmente, sino luego de un complejo cálculo económico. El ambulante evalúa también otros valores, como la resistencia que le puedan oponer los ambulantes que ya están en el emplazamiento, o los vecinos que puedan resultar perjudicados por el desarrollo de la actividad y las autoridades. También, el ambulante evalúa si es posible llegar a un arreglo para complementarse con otras personas que también desarrollan su actividad en las calles, especialmente con los transportistas, debido a que estos producen grandes concentraciones de gente alrededor de las intersecciones de sus rutas, así como en sus paraderos iniciales o terminales.

La invasión de las calles

El ambulante por lo general actúa individualmente. Además, no lo hace en un solo momento, sino de a pocos, como tratando de confirmar sus propios cálculos y la posibilidad de que ocurran consecuencias previstas. Cuando se da una formación de asentamientos informales; los ambulantes vecinos celebran, más bien, contratos de sociedad una vez invadida el área, para crear organizaciones informales de autodefensa o promover la construcción de mercados a fin de salir de las calles.

Cuando el ambulante individual ocupa una ubicación permanente, inevitablemente se rodea de otros ambulantes. Juntos pueden reconocer que la seguridad, limpieza, calidad y variedad de los productos disponibles y la congestión de clientes afectan al flujo de compradores y que, en su conjunto, comparten un interés por maximizar ese flujo. De este modo, lo ambulantes van desarrollando diferentes tipos de emplazamientos en la vía pública, que los investigadores del ILD han clasificado en “cinturones” y “paraditas”.

Los

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