Sociologia
ladripo15 de Mayo de 2014
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SOCIOLOGIA DEL TRABAJO
I. INTRODUCCIÓN.
http://www.gestiopolis.com/recursos4/docs/eco/socitrabdehoy.htm# I.%20INTRODUCCIÓN.
Una ciencia social se constituye, reformula sus paradigmas 'normales', se adapta a las circunstancias, en virtud de múltiples influencias. Y desde luego, no sólo como consecuencia de las demandas sociales que se le formulan, de los avances teóricos y metodológicos logrados en su propio seno. También lo hace por la hibridación conceptual que le pueden facilitar otras ciencias, sean 'sociales' o no. E incluso por la importación de conceptos y abordajes más desarrollados, que ponen a prueba su capacidad para asumir, integrar, 'digerir' o adoptar sus marcos complejos.
Ahora bien, teniendo presentes esas y otras influencias en la constitución del conjunto de saberes que denominamos 'Sociología del Trabajo', nuestro énfasis principal para abordar la constitución del campo, pensando especialmente en América Latina, ha de ser el propio trabajo y su evolución. Para poder explicar científicamente el conjunto de relaciones sociales, cuya punta del iceberg es lo que llamamos 'trabajo' la Sociología del Trabajo debe, en primer lugar, ajustar sus lentes, enfocar la mirada, hacia el trabajo realmente existente en cada sociedad.
Obviamente, otros puntos de mira son posibles, y el debate sobre la constitución de la Sociología del trabajo, también en América Latina, tiene una vitalidad que no se agota en nuestros días (Rojas y Proietti, 1996). Pero, la corriente principal de este saber parece hoy en día decantarse por asumir su definitiva constitución en los últimos diez años (Abramo y otros, 1997), sin perjuicio de reconocer sus orígenes, sus evoluciones, su ida y vuelta a los procesos de trabajo concretos, su vinculación con los actores sociales, su inserción en los vaivenes tantas veces dramáticos de la situación política en cada país.
El II Congreso Latinoamericano de Sociología del Trabajo, celebrado en Aguas de Lindoia, Brasil, en diciembre de 1996, ha culminado toda una serie de iniciativas personales e institucionales que han condensado una actividad importantísima de los años recientes, con sus otros dos epicentros en el I Congreso Latinoamericano, celebrado en México en 1993, y en el I Encuentro también Latinoamericano celebrado en Puerto Rico en 1994, y a su vez alimentados por las secciones sobre trabajo incluidas en los congresos de la Asociación Latinoamericana de Sociología, el primero de ellos en el arranque de esta etapa de consolidación, el celebrado en La Habana en 1991. Y no menos importante ha sido la entrada de la sociología del trabajo latinoamericana, con fuerza y personalidad propia, en las instituciones internacionales : desde el congreso mundial de sociología del Bielefeld, en 1994, su presencia y protagonismo son destacados.
Precisamente las ponencias, materiales, debates y apuestas del Congreso de Lindoia, sirven de pórtico y entorno de un abordaje como el que aquí vamos a proponer: porque son, simultáneamente, una buena muestra de la riqueza de enfoques, de la amplitud de miras que se ha dado la Sociología del Trabajo, de la complejidad de su mirada hacia la realidad del trabajo en America Latina; y por otro, porque revelan también los cambios en los propios estudios del trabajo, porque son un buen muestrario de las tareas que hoy tiene ante sí esta disciplina, precisamente en relación con lo que más arriba indicábamos, si quiere ajustar sus lentes, su capacidad de ver e interpretar, a la realidad cambiante del trabajo. Tareas que se recogen en cada uno de los capítulos que componen este Tratado, que no es sino un paso más, de gigante, en la consolidación de esta disciplina, con una particular riqueza que le da el campo propio al que se aplica, como hemos dicho, sí, pero, también el que quienes forman este colectivo de mujeres y hombres, dedicados a analizar, interpretar (e intentar cambiar...) la realidad social del trabajo, sean hoy en día, más que nunca miembros prominentes del colegio invisible, de la comunidad científica internacional. Con ello queremos subrayar que, siendo esta una obra pensada para América Latina, lo es, desde luego, desde la participación y adecuación de los paradigmas que se discuten hoy en día en la escena internacional.
Por ello, en las páginas que siguen recuperamos algunos de los jalones que, a nuestro juicio, fueron poniendo las bases sobre las que hoy está constituida la Sociología del Trabajo en su corriente principal, de la que este Tratado forma parte [1][1].
II. LA SITUACIÓN 1960: LA CONSOLIDACIÓN DE UN PARADIGMA DE LA SOCIOLOGÍA DEL TRABAJO.
La segunda postguerra mundial conoce una gran implantación de la producción de masa, de lo que se ha convenido en denominar fordismo, en los países más desarrollados, los que hoy podríamos llamar 'centrales'. En ese contexto productivo, la sociología trata como preocupación fundamental, y especialmente la sociología norteamericana, de cómo adaptar al obrero común, al que en Europa se denominará el "especialista", a una tecnología que, en modo alguno, se considera modificable: el progreso técnico es ineluctable [2][2]. En 1946, la American Sociological Association consagra una sesión especial, por vez primera, a la sociología industrial.
Según Touraine, que habla de las "ambigüedades" de esta sociología norteamericana, la investigación se organiza en torno a los problemas psicosociológicos, y no en torno al trabajo mismo, que a su juicio, será la característica de la sociología europea, también 'industrial' en aquél momento, y pronto del trabajo. Según esto la Sociología del Trabajo parte "del trabajo y no del comportamiento del hombre en el trabajo, de las relaciones reales de los diversos aspectos del trabajo y de los diversos niveles de valorización y no de su impacto sobre el trabajador, de su unificación en el comportamiento del trabajador" [3][3].
Sólo hoy parece reconocerse ampliamente que la confusión lingüística ha dominado muchos debates estériles, fundados, en parte, en el poco fondo de quienes los emprendían. Uno de esos debates era, precisamente, el que creía que la 'Sociología Industrial', debía está denominación a haber nacido aplicada a la industria manufacturera, como hoy la entendemos. Y algunos han creído romper una lanza de modernidad diciendo que las 'industrial relations' eran, también una denominación marcada. Hoy, como decimos, se reconoce que 'industria', lo mismo en sus orígenes ingleses, que en francés o en buen castellano, significaba cualquier actividad industriosa, en la que se aplica el ingenio y la capacidad de las personas para transformar la naturaleza o las cosas. O ambas a la vez: ya no se descubre el Mediterráneo de que los 'industrial districts' de Alfred Marshall, obviamente, no solo podían referirse a la 'industria' de hoy en día [4][4].
Volver a los clásicos ilustra y esclarece los problemas. También los falsos debates. En un número monográfico del American Journal of Sociology, en marzo de 1952, titulado "The sociology of work", Everett Hughes plantea así la cuestión:
"All of this issue of the Journal treats of people at work; not all of it has to do with industry, even as currently defined. People nowadays do indeed speak of the 'restaurant industry', the 'advertising industry', and even of the 'amusement industry', although I am not sure they would include boxing in it. No one has yet, so far as I know, talked of the medical, educational, or labor-union industries, but I suppose someone will".
Y continúa diciendo que "the extension of the term 'industry' to include so much more than manufacturing is itself an interesting datum", quizá en la medida en que se toma el modelo de la industria como referente, y que, por ello, "it is not surprising that sociologists who study people at work should go along with the trend and call themselves 'industrial sociologist'.
Algunos podrán discutir si realmente la Sociología del Trabajo se desarrolla de forma consistente, esto es acumulando y superando una masa crítica de saber y reflexión sobre ese saber, pero desde luego lo que nadie discute es que los años 1959-1961 condensan y son testigos de una serie de acontecimientos, publicaciones, creación de revistas, y cambios de rumbo en los estudios vinculados con las ciencias sociales del trabajo. Este conjunto de hechos hace que pueda tomarse la situación 1960 como el momento de inflexión o cambio que, junto a otros desarrollos que tendrán lugar en los años inmediatamente siguientes, y prácticamente hasta el final de la década, constituyen un auténtico paradigma hegemónico, con todas sus modulaciones y variantes, en la comunidad científica, en muy distintos países. Así lo recoge el excelente informe-estado de la cuestión de Franco Ferrarotti, redactado en 1959, que destaca la influencia de la II Guerra Mundial en el fortalecimiento de la Sociología del Trabajo, y que da cuenta, a nuestro juicio con sagacidad, de los logros conseguidos y de los retos por venir: la "función social de la investigación social"; el naciente papel de la ergonomía: no hay dos obreros iguales; la necesidad de la interdisciplinariedad; la participación de los agentes sociales; el problema número uno del margen de maniobra del científico social, etc.
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