LA VIDA EN LA ESCUELA Y SU ENTORNO. ¿PRESENCIA DE LA EDUCACIÓN FÍSICA?
oskr567829 de Septiembre de 2013
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LA VIDA EN LA ESCUELA Y SU ENTORNO. ¿PRESENCIA DE LA EDUCACIÓN FÍSICA?
MARIA LAURA PEÑA MEDINA
Empecé a laborar en una primaria suburbana que estaba muy cerca de la ciudad de Morelia; al llegar me sorprendió, con agrado, la sonrisa y la mirada tímida de las niñas y los niños. Unos días después me enteré de que sólo habían tenido profesores de educación física varones y que el que yo fuera mujer los inhibió al principio. Los profesores de aula me recibieron con reserva y cierto recelo ante las manifestaciones de gusto de las niñas y los niños que entusiasmados acudían a mi clase. Entre mis primeras observaciones noté la diferencia en las expresiones matrices de los alumnos: las niñas eran más reservadas y pasivas y los niños más atrevidos y activos.
Concebía que mi labor era especial, ya que durante mi formación docente prevaleció el argumento:"La educación física es muy importante en el aprendizaje de las niñas y los niños"; esto empapaba de orgullo y placer mis actividades diarias. Pero un día me entretuve a la salida de la escuela y tuve tiempo de escuchar la conversación entre una madre y su hijo:
Mamá: -¿Qué viste en la clase de Español?
Hijo: -Los verbos.
Mamá (me vio y le preguntó otra vez): -¿Y en educación física?
Hijo (no se dio cuenta de que yo estaba parada frente a su mamá y le contestó espontáneamente): -Ah... No sé... ¡Nada!
Sentí cómo subía la temperatura en mi cara, apenas pude mirar a la señora y me retiré sintiendo mis pies arrastrándose pesadamente sobre la tierra. De camino a mi casa trataba de controlar mis pensamientos y emociones: ¿qué ven en mi clase?, ¿qué aprenden en educación física?, ¿qué les enseño? A partir de ese momento me propuse concretar contenidos, que las niñas y los niños identificaran las actividades que "veíamos" y, por supuesto, que aprendieran.
Observando e interactuando con todo el grupo en general, me encontré con varios factores limitantes, por ejemplo:
• La idea cultural de lo que es la educación física.
• Las diferentes competencias matrices de las niñas y los niños.
• La poca experiencia escolar en educación física de los padres de familia en su propia formación.
• La visión y creencias de los maestros y directivos de la escuela.
• Los diferentes motivos que hacían "especial" a mi área en relación con las otras asignaturas.
• Los aciertos o ausencias de mis anteriores colegas en el área.
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• El impacto de los medios masivos de comunicación como referentes del deporte frente a la educación física, entre otros.
Me dispuse a concretar acciones para abarcar y profundizar en este asunto y cada mes detallé un tema para los objetivos del programa, el cual comunicaba a los alumnos en clase. Inicié sesiones de matrogimnasia con los grupos de 1° Y 2° grados. Propuse juegos recreativos para los niños y las niñas de 3° y 4° grados, sobre todo durante el recreo. Con alumnos de 5° y 6° grados abordé iniciación deportiva orientada al voleibol, al basquetbol y al futbol. Plasmé domésticamente las huellas de los pies de las niñas y los niños, revisándolas con ayuda de un amigo que es médico, y organicé una charla con los padres de familia acerca del pie plano y del uso correcto del calzado formal y del tenis. Abrí un pequeño espacio de orientación a la hora del recreo para hacer ejercicio con las maestras de las otras áreas, me acerqué más a las alumnas y los alumnos durante los recreos y al momento de la salida. En fin, llevé a cabo actividades sencillas y muy conocidas por los colegas de educación física.
En el transcurso de dos años pude reconocer que las alumnas y los alumnos:
• Integraban a su lenguaje el llamar a la asignatura Educación Física y ya no sólo como "deportes" o a mí como la "maestra de física", además de que empezaron a manejar otros términos como: gimnasia, juegos organizados, atletismo (aunque a veces dijeran acletismo).
• Entendían y realizaban el "calentamiento", y comprendían por qué y para qué el uso de ropa adecuada y tenis.
• Consideraban el término y evaluación de cada tema/contenido y se preocupaban por su calificación en educación física.
También pude observar que las maestras y los maestros de aula se asomaban más a mi clase e incluso participaban en mi "aula abierta" para enterarse de qué tema o actividad estábamos realizando. Es decir, se desencadenaron toda una serie de aspectos que me hacían sentir y palpar la importancia y presencia de la educación física en la escuela primaria.
Entendí por qué cuando era estudiante de la licenciatura en la escuela normal, algunos docentes nos recalcaban mucho el que no íbamos a ser deportistas, entrenadores o "entretenedores", entre otras cosas. También supe que el énfasis en la exaltación de la técnica deportiva o la metodología en el entrenamiento deportivo no podían aplicarse bajo esa óptica en mi escuela primaria, que en realidad nos habían dado reseñas breves de todo y no se habían profundizado ni orientado los elementos sustanciales hacia la docencia en educación básica. 12
Sólo hasta que fui la responsable de todo un centro escolar empecé a aprender en realidad lo que era la práctica docente de mi área. Platiqué mucho con los miembros de los diferentes sectores de la comunidad escolar de cosas como su entorno social y cultural, tuve que estar más presente en el tiempo fuera de mi clase y, sobre todo, aprendí a escuchar y observar el comportamiento de estos agentes, sus relaciones, intereses y necesidades. La mayoría de las veces trabajé sin material deportivo debido a las carencias y busqué que esto no interfiriera con el desempeño de mis actividades, más bien comprendí que al aceptar las propuestas de alumnas y alumnos las clases se enriquecían y podíamos improvisar con creatividad y material de bajo costo.
Es fundamental registrar estas acciones como parte de nuestras experiencias, para llevar a cabo el seguimiento con el fin de no olvidarlas y lograr una continuidad de los avances que se persiguen; considerar la planeación como un punto inicial y no como un todo ya elaborado; no tener miedo de los cambios y las adaptaciones necesarias de efectuar, y transformar y adaptar el estilo personal al contexto escolar.
Tiempo después tuve la oportunidad de integrarme a una escuela de nivel preescolar en una institución cuya metodología de trabajo se basaba en los Centros de interés del Dr. Ovidio Decroly, y donde el personal tenía mucha experiencia y preparación. Allí, la educación física no había sido considerada como asignatura y más bien se trabajaban sesiones de expresión corporal en espacio cerrado, lo que me representó un reto, pues tuve que deslindarme de una práctica tradicional y crear estrategias y medios adecuados al nivel de los niños pequeños. En ese tiempo en el estado -en muchos lugares todavía-, las educadoras impartían la clase de educación física y sólo una persona coordinaba y orientaba las actividades de todo el nivel; esto se daba tanto en el sector oficial como en el privado. El área,: por consiguiente, no tenía antecedentes en el contexto de este nivel, por lo que fue difícil hacer las propuestas, aunque en realidad lo que se proponía podía ser aceptado debido al desconocimiento de esta actividad; sin embargo, cabe señalar que existía el programa orgánico funcional, que ofrecía una guía específica para la educadora. De cualquier manera, esto me acercó a formas de movimiento creativo como la rítmica y la expresión corporal, y sobre todo al juego en su diversidad; pero el juego no como un fin sino como un mediador de aprendizajes, estrategias y formas de comunicación con alumnas y alumnos. En lo particular, el nivel preescolar me apasionó tanto que las niñas y los niños lograron "meterme" en su mundo durante 15 años. Esto le dio mucho sentido a mi concepción como educadora física.
Al tiempo que trabajé en preescolar, lo hice también en el nivel secundaria. Pero después de haber convivido con "mis" alumnas y alumnos de la primaria que ansiosos aceptaban mis propuestas y "hacían lo que les pedía", y luego de plantear un método específico con las niñas y niños de preescolar en un ambiente autogestivo-creativo, tuve más tarde que enfrentarme a la escuela secundaria e interactuar con las adolescentes y los 13
adolescentes en un medio tradicional, donde la relación maestro-alumno es distante, con jóvenes inquietos, alumnas con resistencia al movimiento y donde me vi aislada del resto de los maestros y directivos, con todo esto me volví a sentir en "cero". Impartir un programa básicamente deportivo con evaluación cuantitativa me llevó a confeccionar un seguimiento muy sistemático y objetivo. La conducción de las clases en esa escuela secundaria y las formas de relación y participación de alumnas y alumnos era rígido y convencional, no había contacto con padres de familia y debía prever desde transportar el material, el pase de lista y observar el uniforme deportivo, hasta la evaluación expresada en una calificación como requisito administrativo; esto me mostró otra cara real de la práctica docente. En ese momento consideré que las valiosas asignaturas deportivas de mi formación, eran incipientes al llevarlas al terreno de la docencia.
También busqué el modo de acercarme a contextos rurales
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