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CHILE COMO POTENCIA AGROALIMENTARIA


Enviado por   •  4 de Noviembre de 2015  •  Apuntes  •  1.831 Palabras (8 Páginas)  •  63 Visitas

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En 2003 Nueva Zelanda exportó el equivalente a US$10 mil millones en productos agrícolas, sin incluir los forestales,  40% más de lo que exportaron en 1989.

Inversión en innovación y tecnología, mayor formación de recursos humanos y una estrategia clara es lo que le falta a Chile para ubicarse entre los 10 más grandes productores de alimentos del mundo. Se puede. Si no, basta mirar lo que hizo Nueva Zelanda en sólo 20 años. 

Cerca de 70 millones de ovejas pastaban en los campos neozelandeses en 1980. Hoy, los ovinos de la isla oceánica no superan los 40 millones. Aun así, los ganaderos están felices: aunque con menos animales, ganan más que en el pasado. La producción ovina es una de las principales fuentes de recursos de los casi 4 millones de habitantes de Nueva Zelandia, que tienen un ingreso per cápita de US$ 21.600, cinco veces mayor a los US$ 4.609 de los 15 millones de chilenos.

Es que en los últimos 20 años la nación oceánica pasó de ser una economía agraria con fuerte apoyo estatal y dependiente de Gran Bretaña a una economía de libre mercado donde la agricultura es uno de sus principales motores, ya que representa cerca del 17% del PIB neo-zelandés y cerca del 50% de sus exportaciones. En 2003, la isla oceánica de 268 mil kilómetros cuadrados exportó el equivalente a US$10 mil millones sólo en productos agrícolas, sin incluir los forestales, cerca de 40% más de lo que exportaron en 1989.

Ese mismo salto es el que quiere dar Chile, que espera de aquí al 2010 aumentar sus exportaciones agropecuarias de los cerca de US$ 6 mil millones actuales US$ 12.500 millones y convertirse así en un potencia agroalimentaria.

"Ya somos importantes, pero podemos constituirnos en jugadores relevantes, llegar a estar entre los 10 primeros", enfatiza Carlos Furche, director de Odepa.

Entonces, la pregunta es obvia: qué hizo Nueva Zelanda para llegar a su nivel actual y qué tiene que hacer Chile para conseguirlo.

No es una comparación gratuita. Las dos naciones, aunque a 10 mil kilómetros de distancia, tienen muchos aspectos en común: ambas son economías pequeñas y alejadas de los mercados internacionales y con sistemas productivos basados en recursos naturales. Por lo mismo, las dos requieren del comercio exterior para crecer, pues sus mercados internos son demasiado pequeños como para sustentar un desarrollo económico. Tienen una producción diversificada, una ubicación estratégica en el Pacífico y óptimas condiciones fitozoosanitarias y ambientales

La diferencia radica, además de la influencia cultural que significa ser descendiente de ingleses, en la importancia e inversión que la nación angloparlante otorga a la innovación, investigación y tecnología, asociados a los procesos productivos, en la calidad de la educación y formación de los recursos humanos; y en una estructura productiva basada en la asociatividad y que cuenta con una institucionalidad que delimita claramente la estrategia a seguir. Todos temas deficitarios en Chile.

Cambios cruciales

El salto de Nueva Zelanda fue producto de una decisión de sus autoridades, que establecieron una estrategia país para convertir la agricultura en el motor de su economía y, de esa forma, transformarse en productor de alimentos para el mundo.

Hasta la década del 70, cerca del 70% de la producción neozelandesa - principalmente carne de ovino y lácteos- se vendía a Gran Bretaña, pero su ingreso a la Unión Europea puso en serio riesgo la economía de la isla oceánica.

El primer giro de timón fue suave, pero con un norte claro: diversificar mercados y productos, impulsar la innovación y desarrollar el marketing, lo que derivó incluso en nuevas variedades de frutas o nuevos productos cárnicos como el ciervo.

No bastó con eso. Los subsidios estatales formaban parte de la estructura productiva, pero quedaron en tela de juicio con la crisis económica mundial de los '80. En 1984 el Estado ya no podía con la crisis financiera. Por eso el segundo golpe de timón fue drástico en reformas y en apertura de todas las áreas de la economía.

"Los subsidios se eliminaron de un día para otro. Lógicamente, entre los productores hubo mucho temor, pero finalmente encontraron que podían competir sin ellos", explica Richard Mann, embajador de Nueva Zelanda en Chile.

Efectivamente, a pesar de no tener ya el apoyo económico, desde ese año la productividad agrícola ha crecido en 5,9% anual y sus carnes, lácteos y frutas llegan a gran parte del mundo (exportan el 99% de su producción láctea).

La liberalización, vale la pena hacer la salvedad, no fue total. Hasta los '90 tuvieron los boards, sistema centralizado de organización para la venta y marketing de los productos exportables. La filosofía que imperó para crearlos fue que un país pequeño como Nueva Zelanda tenía que organizarse internamente para poder tener un impacto en los grandes mercados.

A medio camino

Hoy Chile está a mitad del camino recorrido por Nueva Zelanda.

Con acuerdos comerciales que le abren mercados en diferentes puntos del planeta el país avanza rápido. Lo prueba la continua expansión de sus exportaciones, que este año serán 15% mayores que en 2003.

"En los últimos años hemos dado un salto cualitativo en volumen y valor, duplicando nuestras exportaciones entre 1990 y 2004, y tenemos perspectivas de volver a hacerlo de aquí al 2012", dice Furche.

No obstante, para alcanzar a Nueva Zelanda, tenemos desafíos.

Uno crucial es invertir en investigación y desarrollo. No se trata sólo de destinar más recursos. Nueva Zelanda le destina el 1,4% del PIB sectorial, el doble que Chile. Más aún, el 50% lo aportan los privados, mientras que acá el 90% lo entrega el sector público. Fuera de ello, hay un tema de focalización y de institucionalidad.

"En Chile debe haber una mayor participación del sector privado, pero también hay un déficit en el diseño de una institucionalidad y de claridad en la orientación de las políticas", enfatiza Furche.

Se refiere a la necesidad de identificar apuestas estratégicas donde concentrar energías y recursos y orientar hacia ellas la investigación, cosa que los neozelandeses efectúan desde hace 20 años.

De hecho, cuando en el '84 comenzó la reforma económica del Estado neozelandés se identificaron cuatro áreas productivas prioritarias: forestal; cultivos tradicionales y alimentos, horticultura y pecuarios. Luego se crearon cuatro centros de investigación (Crown Research Institute, CRI). Éstos, aunque de dependencia estatal, deben generar sus recursos, por lo que adecuan su trabajo a lo que el sector productivo necesita.

"Se desarrolló un enfoque al cliente. La investigación y tecnología se enfocaron a lo que el productor necesitaba. Y éste buscó cómo ser más competitivo para insertarse en el comercio global", recalca Mann.

Así por ejemplo, el Hortresearch se asocia con productores fruteros para investigar nuevas variedades, tecnologías y características buscadas por los consumidores.

Los lineamientos generales los dicta el Ministerio de Ciencias.

En Chile recién se comienzan a definir áreas prioritarias, como el sector lácteo y el cárnico, pero la investigación en esos temas aún es incipiente. Además, en general, si bien en el país se hace investigación, por parte del Inia, FIA y entidades académicas, ésta no se enfoca a las necesidades del mercado.

Pero, además, al no existir una sola entidad encargada de establecer las prioridades, se duplican esfuerzos y recursos,

"La innovación se refiere no sólo a temas productivos. Es identificar lo que nos permite dar el salto cualitativo", enfatiza Furche.

En Chile las empresas han invertido en mejoras tecnológicas. Un ejemplo es el de las carnes blancas, cuyo alto nivel es reconocido por la UE. Sin embargo, la mayor parte de los desarrollos han sido adecuaciones o introducción de tecnologías extranjeras.

"Sin desmercer lo que se hace en el país, en general nos hemos beneficiado de los adelantos de otros países. Pero llegó el momento de realizar desarrollos específicos para Chile", dice el director de Odepa.

Otro desafío es el de la asociación y la integración de la cadena productiva. A diferencia de Chile, donde la mayor parte de los productores prefieren correr con colores propios, en Nueva Zelandia existe una fuerte cultura de asociación de las granjas familiares en cooperativas. Éstas se agrupan con otras organizaciones hasta llegar a ser dueñas de la comercialización.

En Chile, la asociatividad es un principio incipiente que sólo algunos sectores intentan practicar.

"Somos una mínima parte del mercado global y podemos lograr más con la unión que con la competencia entre nuestras empresas. El trabajo compartido puede permitir un avance mucho más sustantivo y rápido", enfatiza María Eugenia Muchnik, jefa de proyectos internacionales de agroindustria de la Fundación Chile.

La calidad y formación de los recursos humanos es el otro gran obstáculo. Si bien el gasto en educación de fuentes públicas y privadas es de 4,6% del PIB, similar al de Nueva Zelandia, la calidad del capital humano es muy inferior a la de ese país. Un estudio de la OECD sobre el nivel de instrucción de la fuerza laboral arrojó que el 57% de la fuerza laboral chilena tiene un nivel bajo de comprensión lectora básica y sólo el 4,9% logra entender bien lo que lee. En Nueva Zelandia los resultados son inversos: 50% de la fuerza laboral lo comprende adecuadamente.

"La formación de los recursos humanos es vital a todos los niveles. Ello marcará la diferencia en la comprensión de los procesos y en los resultados finales. Si queremos creernos el discurso de que Chile será una potencia alimentaria, tenemos que tener claro que los niveles de exigencia, en todas las áreas, serán mucho mayores", recalca Furche.

OPINIONES

Ronald Bown

Presidente de la Asoex.

Lo importante es contar con una estrategia país en la que todas las instancias públicas y privadas puedan regirse por políticas predefinidas. Ésta debe considerar una dirección público-privada autónoma; presupuesto suficiente; coherencia de sectores públicos frente a ella; planes de acción de largo plazo, revisables cada cierto tiempo; campaña imagen país; apoyo a la asociatividad de las medianas empresas y un compromiso político transversal.

Juan Miguel Ovalle

Presidente de Apa-Asprocer.

Chile carece de una institucionalidad pública en materia de alimentos, como la tienen muchos países con los que competimos. Esta debe ser una politica compartida, ya que hoy se compite no a nivel de empresas, sino a nivel de países. Para posicionar al país como un proveedor confiable de alimentos es necesario fijar un estándar de calidad. En conjunto con el SAG hemos elaborado manuales de calidad que deben cumplir todos los que exportan carnes.

Alberto Montanari

Presidente de Chilealimentos.

Si bien Chile ya es una potencia alimentaria, es necesario que cada sector productivo y el Gobierno asuman un compromiso y se implementen las acciones necesarias. Para ello se deben aunar los esfuerzos sectoriales y alinear todos los esfuerzos comunicacionales, lo que supone contar con un estudio previo sobre la imagen país y sobre lo que se pretende lograr en el tiempo. Afortunadamente este último ya está en marcha.

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