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ENSAYO SOBRE EL LIBRO DE LA PEDAGOGÍA DE LA ESPERANZA

TLILIANA2 de Octubre de 2014

3.080 Palabras (13 Páginas)3.073 Visitas

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AUTORAS:

ESPINOZA KARLA C.I. 19.286.926

NOGUERA NORMA C.I. 9.002.758

TORREALBA ROXY C.I.13.050.376

TORRES LILIANA C.I. 9.162.654

VALERA, JULIO DE 2014

PEDAGOGÍA DE LA ESPERANZA

El Libro La Pedagogía de La Esperanza fue escrito por Paulo Reglus Neves Freire, hijo de una familia de clase media de Recife, Brasil, nació el 19 de septiembre de 1921. Freire conoció la pobreza y el hambre durante la Gran Depresión de 1929, una experiencia que formaría sus preocupaciones por los pobres y que le ayudaría a construir su perspectiva educativa. Se matriculó en la Universidad de Recife en 1943, en la Facultad de Derecho, donde estudió filosofía y psicología del lenguaje al mismo tiempo. Realizó su doctorado en 1959 en Filosofía e Historia de la Educación con la tesis «Educación y actualidad brasileña», en la que se sientan las bases de su método, según el cual todo proceso educativo debe partir de la realidad que rodea a cada individuo.

En 1961 fue nombrado director del Departamento de Extensión Cultural de la Universidad de Recife, y en 1962 tuvo la primera oportunidad de aplicar de manera significativa sus teorías, cuando enseñó a leer y escribir a 300 trabajadores de plantíos de caña de azúcar en tan solo 45 días. En respuesta a estos buenos resultados, el gobierno brasileño aprobó la creación de miles de círculos culturales en todo el país.

En 1964 un golpe de estado militar puso fin al proyecto: Freire fue encarcelado como traidor durante 70 días. Tras un breve exilio en Bolivia, Freire trabajó en Chile durante 4 años para el Movimiento Demócrata Cristiano por la Reforma Agraria, y la Organización para la Alimentación y la Agricultura de las Naciones Unidas. Trabajo 1 año en los Estados Unidos, en la Universidad de Harvard. En 1970 se trasladó a Ginebra donde trabajó en el Consejo Ecuménico de las Iglesias. En 1980 volvió a Brasil para “reaprender” su país. Sus obras más reconocidas son: La educación y la realidad Brasileña (1959), El propósito de una administración (1961), La alfabetización y la conciencia (1963), La Educación como práctica de la libertad (1967), Educación y conciencia: extencionismo rural (1968), Pedagogía del oprimido (1970), Pedagogía de la esperanza (1992), Pedagogía de la autonomía (1996) entre otras grandes obras del autor que en total fueron 34.

El presente ensayo describirá una de las obras más importante de Paulo Freire como lo es “La Pedagogía de la Esperanza”, el libro inicia con el prólogo realizado por Carlos Núñez Hurtado Arquitecto y Educador de origen Mexicano quien narra la experiencia que vivió en San José de Costa Rica en donde conoció a Paulo Freire en los foros académicos a los cuales asistió, y además pudo compartir en reuniones y conversaciones amenas mientras viajaban por Talamanca recorriendo los hermosos paisajes de la región; en esas conversaciones Freire les comentaba sobre las vivencias que había tenido en Brasil de niño, sobre todo cuando estuvo a punto de ahogarse en una playa de Brasil lo que le hizo reflexionar sobre el tema de la vida y la muerte.

Núñez, describe a Freire como un gran ser humano, auténtico, tierno y comprometido con las luchas sociales sobre todo en el área educativa de los países en los cuales había estado. De la misma manera, manifiesta que a través de él conoció el verdadero significado de la palabra participación componente esencial de la pedagogía en los tiempos actuales. Finaliza afirmando que hoy muchos años después Paulo nos invita a soñar y luchar por la esperanza, que nunca, como tampoco los sueños ha muerto.

Por lo antes expuesto, Núñez se convierte en impulsor de la educación popular en su país quien señalaba que el objetivo de la misma es "democratizar el proceso de enseñanza-aprendizaje, propiciar la autoestima de cada individuo, así como desarrollar la conciencia crítica, la generación de habilidades de pensamiento y la relación inseparable con su contexto y realidad. No como lo hace la educación tradicional, en la que lo que importa es el contenido y que el alumno lo aprenda, donde el método es de transmisión, vertical, autoritario, que parte de lo teórico, de lo abstracto, de lo lejano y no tiene ninguna conexión con la realidad. La educación popular, en cambio, parte de lo concreto, de lo cercano, de la sensibilidad y de la subjetividad del alumno" (Sánchez T., & Solórzano L. 2007).

Asimismo, Gómez F. (2008) manifiesta que las bases de la educación popular concebida por Carlos fueron las lecturas de Freire en las que encontró que permanentemente, en forma transversal, hay cuatro ejes que recorren el pensamiento. Uno que tiene que ver con el conocimiento, con la esencia del hecho educativo. Eso referente al marco epistemológico. Otro tiene que ver con lo pedagógico y metodológico. Cómo haces el hecho educativo, cómo se trabaja el conocimiento. Por supuesto, desde la afirmación que toda educación tiene una posición ética, consciente o inconsciente, tiene valores que expresa. Esto implica un posicionamiento político, no desde el punto de vista partidario, sino desde la posición que uno tiene sobre el mundo.

Entonces, se puede decir, que el libro de la pedagogía de la esperanza de Paulo Freire, fue para Carlos Núñez una inspiración para realizar sus trabajos en las comunidades más desfavorecidas por los gobiernos de turno, llevando a los mismos una educación más humanista en donde el proceso de enseñanza-aprendizaje debe partir desde la realidad de su entorno, dejando atrás modelos mecanicistas que solo dejaban en los estudiantes teoría abstractas y no concretas; además se preocupó no sólo por lo que aprendieran sino por que tuvieran una esperanza más allá de lo que estaban viviendo.

Seguidamente, el primer capítulo de pedagogía de la esperanza menciona cuatro temas con los cuales Freire se basa para escribir, los cuales son: La justificación de la pedagogía del oprimido, la contradicción opresores - oprimidos, la situación concreta de opresión y los oprimidos, nadie libera a nadie, ni nadie se libera sólo. Los hombres se liberan en comunión. Freire sustenta una pedagogía en la cual el individuo tiene que hacerse cargo de su aprendizaje, en el cual el sujeto debe construir su realidad a través de las circunstancias que generan el devenir cotidiano.

Asimismo, reescribe la pedagogía del oprimido, reflexiona sobre ella, sus ideas, el contexto donde éstas se desarrollaron y tomaron forma, tanto político-social como personal. Aclarando que no sólo era válido entonces sino que lo sigue siendo. Freire pone de manifiesto la necesidad de la utopía y de la esperanza, a pesar de que el mundo en el que vivimos no se las considera útiles. Defiende que la educación debe tratar de desocultar la verdad, la educación es política y se defiende de los ataques recibidos por su politización, poniendo al descubierto la falsa neutralidad de sus críticos.

Freire habla de la esperanza como una necesidad existente, lo que nos mueve, lo que nos marca una dirección. Sin embargo, dice que aunque necesaria no es suficiente para transformar la realidad. La desesperanza nos anula y para vencerla hay que analizar el porqué de esa desesperanza. Para ello pone un ejemplo, sobre cómo en los días lluviosos estaba más deprimido. Dice que no basta sólo comprender para transformar, igual que no basta sólo con la esperanza. Es como cuando un obrero hace un objeto, sabe cómo será, lo tiene en su cabeza, pero hasta que no lo hace no toma verdadera forma.

A lo largo del texto, va intercalando recuerdos de momentos divididos con sus reflexiones sobre la educación. Comienza reflexionando sobre cómo empezó a ser educador, tras dejar su trabajo como abogado y rescatar lo que vivió en su infancia así como en su adolescencia aquello que ha hecho que piense y sienta de una manera, para reflexionar sobre todo el proceso, sobre todo lo vivido, que le llevó a la pedagogía del oprimido. Destacando su paso por el SESI (Servicio Social de la Industria), en su División de Educación y Cultura, donde trabajó con familias, sobre los castigos a sus hijos, que le hizo plantearse las consecuencias que podría tener llevándolo al plano político-social (democracia-libertad o dictadura-autoridad). Se dio cuenta de que al explicar a los padres, partía de su mundo y no el de ellos, cuando uno de los padres le dijo que ellos, si castigaban a sus hijos no era porque no les amasen, poniendo sobre la mesa las condiciones en las que vivía él y las del educador.

En el mismo orden de ideas, Freire destaca la importancia de que no se trata de educar al pueblo, sino de educarse con él, idea a la que vuelve a menudo, por su relevancia en la forma de concebir la educación desde una perspectiva libertadora y no bancaria. No se trata de leerles tu mundo sino de favorecer el que ellos puedan leer el suyo para transformarlo. Para esta transformación no basta sólo con la educación, aunque ésta sea necesaria, como la esperanza.

Brevemente, Freire habla sobre la complejidad de la personas, de la cantidad de cosas atribuidas y que a veces hacen perder la confianza. Relaciona esto con su exilio, con ese sentimiento de desesperanza. Comenta sobre la pérdida de identidad que se sufre en él, del conflicto de no dejarte atrapar por el pasado, la necesidad de educar esa nostalgia, de superar una visión de la realidad ideal que podría no corresponderse con la realidad real.

Sigue avanzando en sus recuerdos, ilustra su llegada a la embajada de Bolivia en la que paso un mes esperando que el gobierno

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