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Historia De Las Transformaciones Ecológicas De Un Humedal


Enviado por   •  9 de Mayo de 2013  •  2.761 Palabras (12 Páginas)  •  386 Visitas

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Historia de las transformaciones ecológicas de un humedal

costero del Caribe: la Bahía de Cartagena

Juan Manuel Díaz M.

Los seres humanos han modificado el paisaje natural a lo largo de la historia. Los paisajes más favorables para la vida, especialmente aquellos donde se han desarrollado grandes asentamientos, han sido generalmente también los más intensamente transformados.

Después de su ocupación por los primeros pueblos indígenas hace unos 8,000 años, la configuración de los ecosistemas Colombianos permaneció prácticamente inalterada hasta la llegada de los españoles en el siglo XVI. Durante los siguientes cuatrocientos años, la transformación de los paisajes y ecosistemas tuvo lugar a un ritmo relativamente lento hasta comienzos del siglo XX. A partir de entonces y en el transcurso de las décadas subsiguientes, el ritmo de transformación se incrementó de manera vertiginosa. La transformación, aunque se hace particularmente evidente en los ecosistemas terrestres a través de la pérdida de coberturas boscosas para dar paso a espacios para la agricultura, ganadería, minería a cielo abierto e infraestructura, ha involucrado también a los acuáticos continentales y a los marino-costeros. Entre estos últimos se destacan particularmente los profundos cambios ocurridos en tiempos recientes en algunos estuarios-humedales costeros del Caribe, como la Ciénaga Grande de Santa Marta (Botero y Mancera, 1996; Vilardy, 2009), la Bahía Cispata y la Bahía de Cartagena (Vernette et al., 1977; Invemar, 1997; Díaz y Gómez, 2003).

El presente trabajo sintetiza la sucesión de transformaciones y sus causas ocurridos a lo largo de cinco siglos en la Bahía de Cartagena, a la luz de los cambios que se evidencian en series de cartografía histórica, fotografías aéreas, deducciones a partir de documentación sobre obras de infraestructura y del desarrollo urbano de la ciudad de Cartagena y de observaciones en campo realizadas por el autor desde el año 1978.

La Bahía de Cartagena (Fig. 1) es actualmente un cuerpo de agua semicerrado, con una extensión aproximada de 80 km2, incluyendo las ciénagas y caños asociados, y una profundidad promedio de 21 m (Pagliardini et al., 1982). Su origen está relacionado con una cadena de formaciones coralinas del Terciario orientadas paralelamente a la costa en sentido SW-NE, las cuales resultaron emergidas en el transcurso del Cuaternario por movimientos glacioeustáticos (Burel y Vernette, 1982). La bahía se comunica con el mar a través de dos bocas, pero el acceso al puerto se efectúa sólo a través de una de ellas, Bocachica, de unos 400 m de ancho, en el sector suroccidental de la bahía, en tanto que Bocagrande, aunque es la más cercana a la ciudad y es más amplia (1,300 m), es navegable sólo para embarcaciones de pequeño calado debido a una escollera artificial que la atraviesa y que restringe considerablemente el intercambio de masas de agua entre la bahía y el mar abierto (Andrade et al., 1988).

Fig. 1. Carta naútica COL-241 que muestra los principales rasgos

de la Bahía de Cartagena

Los rasgos geomorfológicos y las condiciones climáticas e hidrológicas, así como la interpretación de mapas antiguos (cf. Vernette et al., 1977, 1984; Marco, 1988), permiten inferir que la Bahía de Cartagena era originalmente, al menos en la época de arribo de los primeros conquistadores, un cuerpo de agua semicerrado, de aguas relativamente calmas, transparentes y estenohalinas, bordeada por bosques de mangle en los sectores más internos y por playas y barras de arena en las áreas más dinámicas. Tales condiciones propiciaron el desarrollo de un ecosistema de mosaicos en el que las formaciones coralinas franjeantes y de parche se combinaban con praderas de pastos marinos y rodales de mangle en el interior de la bahía (cf. Vernette et al., 1977; IDEADE, 1993; Díaz y Gómez, 2003). Para ese entonces, los alrededores de la bahía eran habitados por las naciones calamarí del grupo Karib, llamados Caribes por los españoles, quienes seguramente practicaban la pesca y extraían crustáceos y moluscos de los manglares y arrecifes de la bahía como componentes importantes de su dieta. Los bosques secos, acompañados de matorrales, intercalados con extensos humedales y pantanos de manglar dominaban el paisaje costero.

La comparación detallada de los mapas históricos de los siglos XVI y XVII (Fig. 2) revela que las bocas que comunicaban la bahía con el mar abierto, especialmente la Boca Grande, eran sistemas geomorfológicos muy dinámicos que intermitentemente constreñían el intercambio de agua entre la parte interna de la bahía y el mar, posiblemente dependiendo de las variaciones estacionales en la intensidad de los vientos, el oleaje y la corriente de deriva litoral. Sin embargo, todo parece indicar que las aguas del interior de la bahía mantenían condiciones relativamente constantes de temperatura, salinidad y turbidez que favorecían la estabilidad en la composición y estructura de las comunidades biológicas predominantes, tales como los manglares, las praderas de pastos marinos y las formaciones coralinas.

Fig. 2. Mapas históricos del área de la Bahía Cartagena de los siglos XVI y XVII. Los óvalos rojos indican la localización de la desembocadura del Canal del Dique, construido en la segunda mitad del siglo XVII

No obstante, una vez se estableció el asentamiento español en el norte de la bahía y se inició la construcción de la ciudad amurallada, es de suponer que se causaron los primeros impactos puntuales sobre las formaciones coralinas y los manglares de dicho sector debido a la extracción de rocas coralinas y leña como materiales para construcción.

En la segunda mitad del siglo XVII, los españoles realizaron dos obras de ingeniería que marcarían el inicio de transformaciones muy significativas en las características ecológicas de la Bahía de Cartagena y otros humedales adyacentes. En primer lugar, con el fin de impedir el ingreso de las embarcaciones piratas por la Boca Grande, se construyó una escollera submarina de roca a todo lo ancho de la misma (Lemaitre, 1982), con lo cual debió reducirse en cierta proporción el intercambio de aguas entre el interior de la bahía y el mar abierto. Adicionalmente, mediante la interconexión de una serie de ciénagas y el dragado de caños que hacían parte de una antigua estructura fluvio-deltáica, se construyó el Canal del Dique, que facilitaría la comunicación entre

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