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LAS FUNCIONES SOCIALES DE LA ESCUELA

ysabellopez25 de Febrero de 2014

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Mg. Marga Ysabel Lopez Ruiz

25/09/2012

“LAS FUNCIONES SOCIALES DE LA ESCUELA”.

Contenido

INTRODUCCIÓN

1. Preparación para el trabajo……………………………………………1

2. Formación de ciudadanos……………………………………………. 5

3. Integración a la sociedad civil…………………………………………8

4. Meritocracia escolar y Consenso Social……………………………11

BIBLIOGRAFÍA………………………………………………………………..16

Introducción

La escuela es una institución multifuncional que desempeña distintos cometidos en relación al sistema social global o sus subsistemas más relevantes. Carece de sentido explicar su existencia, sus características o sus cambios en virtud de su sola dinámica interna o recurriendo a explicaciones causales unilaterales. En esta monografía vamos a detenernos en las que se consideran las funciones más importantes, que se desarrollan en relación con las esferas del Estado la economía, el resto de la sociedad civil.

El conocimiento adecuado de lo que la escuela es una condición sine qua non para que cualquier propuesta de cambio no quede solo en un mero deseo de ser articulable en una u otra estrategia de transformación o, simplemente, en un norte para la actividad individual, sino mas bien sea un punto de partida teórico para la creación de políticas educativas más acordes al mundo actual donde mas de 100 millones de niños y niñas, no tienen acceso a la enseñanza primaria;.

El presente trabajo investigará cuatro funciones esenciales de la escuela:

1. PREPARACIÓN PARA EL TRABAJO

2. FORMACIÓN DE CIUDADANOS

3. INTEGRACIÓN A LA SOCIEDAD CIVIL

4. MERITOCRACIA ESCOLAR Y CONSENSO SOCIAL

1. PREPARACIÓN PARA EL TRABAJO

La formación de los jóvenes para su incorporación al trabajo es sin lugar a dudas, en la práctica, la función más importante de la escuela. Aunque desde una u otra perspectiva puedan considerarse más importantes otros cometidos de la educación como la incorporación a la vida política en una sociedad democrática o, simplemente, el desarrollo personal, el hecho es que la organización y el funcionamiento de la escuela están básicamente determinados por sus funciones de capacitación y socialización para el trabajo y que los jóvenes o sus padres, cuando se ven llevados a adoptar decisiones sobre la escuela, lo hacen esencialmente pensando en las consecuencias de cada una de cara a su posterior tránsito a la vida activa y sus oportunidades en la misma, especialmente en el caso de los jóvenes varones pero también y de manera creciente en el de las mujeres.

Hay una conexión obvia, incluso demasiado obvia, entre la escuela y el mundo del trabajo.

Todos los puestos de trabajo requieren unos conocimientos y aptitudes mínimos y generales y cada uno de ellos exige, además, otra serie de saberes y capacidades específicas. En consecuencia, se reclama de la escuela ofrezca a todos ese denominador común general, más las bases necesarias para emprender aprendizajes específicos, encarnados ya en ramas especializadas de la enseñanza reglada o no reglada y conducente a tales o cuales puestos de trabajo.

Por otra parte, se supone que la gente ocupa un lugar u otro en la estructura ocupacional de acuerdo con las capacidades y destrezas adquiridas, que a su vez dependen de sus capacidades innatas, su esfuerzo personal, sus disposiciones, etc., tal como se muestran en la escuela.

En una jerga más sofisticada, esto es lo que han venido defendiendo y defienden los enfoques en sociología y economía de la educación conocidos, respectivamente, como funcionalista o técnico-funcionalista y del capital humano

• Enfoque Funcionalista: la innovación tecnológica hace que los puestos de trabajo sean cada vez más complejos, los trabajadores necesitan por ello una formación cada vez más elevada y la escuela suministra esa formación.

• Enfoque del Capital Humano: la educación es una inversión que las personas hacen en sí mismas -capital humano-, y las oportunidades y los ingresos que cada cual alcanza son función de su mayor o menor productividad en el trabajo, que depende del fondo común que todos poseen -la capacidad de trabajar- más la inversión específica y diferencial que han realizado en sí mismos.

Ambas teorías se sustentan en la evidencia del desarrollo tecnológico, el aumento en número de personas y en tiempo de la escolarización y la asociación estadística relativamente estrecha entre nivel de educación e ingresos.

Ambas suponen, además, que la escuela es o puede llegar a ser el mejor instrumento para garantizar a todos una igualdad de oportunidades de partida.

Aunque estas interpretaciones fueron dominantes en el campo de la educación durante mucho tiempo, particularmente en la etapa de crecimiento económico que llega casi hasta mediados de los años setenta, de entonces hasta hoy en la sociedad del siglo XXI han sido puestas crecientemente en cuestión por motivos diversos.

En primer lugar, porque el estudio de las condiciones y la cualificación del trabajo ha mostrado que la innovación tecnológica no conduce necesariamente a que las tareas desempeñadas por los trabajadores sean más complejas. Dada la diversidad en cualquier momento y la variabilidad en el tiempo de los puestos de trabajo, ninguna generalización es aplicable a todos ellos, pero si existe una tendencia predominante en lo que llevamos de siglo es precisamente la contraria. La mayoría de las innovaciones buscan el efecto de simplificar los puestos de trabajo o reducir la proporción de los mismos que exige realizar tareas complejas lo que permite abaratar los costes de la mano de obra, y generalmente lo consiguen.

En segundo lugar, la mayor parte de las personas desempeñan puestos de trabajo que poco o nada tienen que ver con las capacidades y conocimientos específicos que adquirieron en la escuela, y algo más pero no demasiado con su formación general, teniendo que aprender a realizar las tareas correspondientes mediante procesos de formación ad hoc o sobre el terreno.

En tercer lugar, la escolarización es muy corta y la vida muy larga, la escuela prepara estudiantes para un escenario laboral que cambia rápidamente al ritmo de la tecnología.

En cuarto lugar, la asociación entre nivel de estudios e ingresos y oportunidades de vida no tiene necesariamente una relación directa.

Relación Educación –Empleo

• Enfoque Credencialista: Esencialmente viene a decir que lo que cuenta en la relación entre educación y empleo no son los conocimientos y capacidades, sino simplemente los diplomas. En su versión más fuerte, el enfoque credencialista sostiene que los títulos escolares son meramente instrumentos de los que grupos e individuos se valen para defender o alcanzar ventajas relativas frente a los demás. Se prefieren las credenciales educativas a la cuna o el color de los ojos sencillamente porque gozan de mayor legitimidad y consenso sociales como justificación de la desigualdad. En versiones más moderadas, los títulos expresan algo, pero ese algo no son, como normalmente se supone, las cualidades cognitivas de las personas, sino otras cosas tales como sus rasgos y disposiciones personales o una estimación indirecta del tiempo que necesitarán para aprender a desempeñar el puesto de trabajo al que aspiran. Este enfoque encuentra apoyo en la importancia del nivel de educación -más que de su contenido preciso- en el mercado de trabajo y en la no correspondencia entre las capacidades que los trabajadores poseen y las que realmente tienen que ejercer en sus empleos.

• Enfoque basado en las Teorías de la Correspondencia: Su tesis central es que lo que vincula a la escuela con el mundo del trabajo no es fundamentalmente el aprendizaje cognitivo, sino el no cognitivo. No son las capacidades, conocimientos, destrezas, etc., sino los rasgos caracterológicos, las actitudes, las disposiciones psíquicas y la capacidad de integrarse de manera no conflictiva en un tipo u otro de relaciones laborales. Esta interpretación se basa en el pronunciado isomorfismo de las relaciones de producción -es decir, de autoridad y jerarquía, división de tareas y patrones de comportamiento en el lugar y la actividad cotidiana de trabajo- y las relaciones sociales de la educación -su correspondiente en el aula-, en la asimilabilidad de las diferencias en términos de relaciones sociales que presentan los diversos niveles y sectores de la estructura ocupacional y las que ofrecen los diversos niveles y ramas de la escuela que conducen respectivamente a ellos y en la enorme importancia demostrada de los rasgos no cognitivos en la determinación del éxito o el fracaso y la selección y la orientación escolares.

2. FORMACIÓN DE CIUDADANOS

El Estado y las instituciones políticas en general, de las que en un sentido amplio formamos todos parte sea como ciudadanos, súbditos, votantes, contribuyentes, sujetos de derechos y obligaciones, etc., constituyen una parte preeminente de la vida social. En realidad, pasamos más tiempo desempeñando el papel de trabajadores que el de ciudadanos, pero el Estado responde del orden social y lo protege en última instancia y, en su forma democrática, es uno de los principales pivotes del consenso colectivo que permite a una sociedad surcada por antagonismos de todo tipo no ser un escenario permanente de conflicto

Cada régimen político, cualquiera

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