Medio Ambiente
jorgegoz2511 de Diciembre de 2014
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INTRODUCCIÓN
La temática ambiental surge en la década de los ’70 como consecuencia del acelerado crecimiento económico registrado en los países industrializados durante la etapa de posguerra. Esta expansión económica, tras los beneficios que supuso, trajo aparejados una serie de problemas ambientales que comienzan a ser percibidos con preocupación por parte de los estados en particular y la comunidad internacional en general. Durante los años en los cuales se desarrolló la conflagración se produjeron avances científicos-tecnológicos sin precedentes en la historia mundial que, en su gran mayoría, se aplicaron a la industria bélica; una vez concluido el conflicto, como lógica consecuencia, se produce la reconversión industrial hacia la producción masiva de bienes en un contexto de creciente bienestar económico generando un cambio tanto cuali como cuantitativo en los patrones de consumo de bienes y servicios, llevando a las sociedades de los países centrales a estándares de vida nunca antes alcanzados.
La instalación de un modelo de alto consumo y producción implicó un aumento en la extracción y transformación de recursos naturales renovables y no renovables destinados a abastecer los requerimientos de los centros urbano-industriales, al tiempo que, como resultado, se incrementaba la generación de todo tipo de residuos. Este crecimiento económico basado en un consumo y producción recurso-intensivos trajo aparejadas las denominadas “consecuencias no deseadas”, resultado de las externalidades devenidas del modelo implementado que dieron lugar a un proceso de degradación del ambiente, hecho que se verificaba en la pérdida creciente de la calidad del aire, aguas y suelos. A la preocupación por los efectos negativos de la contaminación, que restaban calidad de vida a las sociedades económicamente florecientes, se sumaba otra relativa a la disminución y agotamiento de los recursos naturales no renovables . Al mismo tiempo, en el resto del mundo no desarrollado los problemas acuciantes nada tenían que ver con la industrialización y el consumo; este mundo se enfrentaba a agudas crisis alimentarias, a graves deterioros de los sistemas agrícolas y, en los países más pobres, al crecimiento demográfico que comenzaba a adjetivarse como “explosivo”.
En este contexto mundial de problemas ambientales diametralmente opuestos, un común denominador estaba implícito en todos ellos: el agotamiento de los recursos naturales, devenido del excesivo consumo “per capita” en uno de los casos, y por exceso de población en otros. Frente a un panorama que resultaba alarmante, la agenda de los estados comenzó a incluir la preocupación por la finitud y agotamiento de los recursos como un hecho que podía constituirse en una barrera para el crecimiento económico, en la medida en que más población en el mundo estuviera en condiciones de alcanzar niveles de consumo más elevados.
A pesar de lo mencionado, la percepción social acerca de que el crecimiento económico podía llegar a tener una limitante ambiental era débil; estos límites, básicamente, estaban asociados con el temor que producía la paulatina y creciente posibilidad de que se llegara a una fuerte restricción en la provisión de las materias primas y de los combustibles fósiles, indispensables para un modelo económico cada vez más consumista y petróleo-dependiente.
Los problemas como la contaminación, el deterioro del ambiente urbano y de los ecosistemas naturales se consideraban serios pero solucionables, basado en una visión optimista sobre los alcances de los adelantos tecnológicos que, eventualmente, generarían las herramientas para frenar y disminuir los efectos deteriorantes de la industrialización. Es en esta etapa se produce una auge de las denominadas tecnologías “al final de la chimenea” que permitían el tratamiento de los efluentes líquidos y de las emisiones gaseosas contaminantes. Sin embargo, la visión del problema era acotada y, por lo tanto, las soluciones a aplicar también lo eran. Este tipo de tecnologías de mitigación se caracteriza por solucionar los problemas una vez instalados, pero no atacaban la causa que se encontraba en los procesos de generación de los mismos ; lo cual no contribuía a la prevención del daño ambiental ni cambiaba la naturaleza de los procesos productivos hacia otros más limpios y eficientes, en términos de aprovechamiento de los recursos materiales y energéticos.
I. Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente Humano – Estocolmo’72
En el marco de las preocupaciones mencionadas, relativas al deterioro ambiental y al agotamiento de los recursos no renovables y, más aún, motorizada por las mismas se celebra la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente Humano, que tuvo lugar en Estocolmo del 5 al 16 de Junio de 1972 .
“...vemos multiplicarse las pruebas del daño causado por el hombre en muchas regiones de la Tierra: niveles peligrosos de contaminación del agua, el aire, la tierra y los seres vivos; “...destrucción y agotamiento de recursos insustituibles...”
Durante este primer hito en la historia de los eventos internacionales relacionados con la problemática ambiental se elabora una Declaración de 26 principios, “La Declaración de Estocolmo”, y “El Plan de Acción de Estocolmo” que incluye 10 recomendaciones, sobre la preservación del medio ambiente; asimismo se propone la creación de lo que sería el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente–PNUMA-. En el evento se hicieron presentes delegados de 110 países entre los cuales no se contaba a la Unión Soviética ni la mayoría de los países de su órbita. La secretaría general de la Conferencia estuvo a cargo del canadiense Maurice Strong.
La relevancia de esta Conferencia radica, precisamente, en que sentó las bases para la progresiva formación de una conciencia ambiental, y es a partir de este evento que cobra impulso la elaboración de legislación ambiental y la creación de organismos nacionales específicos en numerosos países , que fueron dando lugar a la instalación del tema en las agendas nacionales. Desde la Conferencia se puso énfasis en la necesidad de contemplar la dimensión ambiental en los procesos de planificación del desarrollo, teniendo en cuenta las limitaciones materiales y energéticas y el costo ambiental del modelo a seguir.
“... el hombre es a la vez obra y artífice del medio que lo rodea..., con una acción sobre el mismo que se ha acrecentado gracias a la rápida aceleración de la ciencia y de la tecnología..., “.
...”En los países en desarrollo, la mayoría de los problemas ambientales están motivados por el subdesarrollo. Millones de personas siguen viviendo muy por debajo de los niveles mínimos necesarios para una existencia humana decorosa...”
...”En los países industrializados, los problemas ambientales están generalmente relacionados con la industrialización y el desarrollo tecnológico.”
Estocolmo’72, se constituyó en el primer intento de analizar el origen de los problemas ambientales y de los posibles caminos a seguir para minimizarlos. Al momento de la celebración de la Conferencia, el pensamiento predominante connotaba una antinomia entre el crecimiento económico que debía darse a fin de superar la pobreza en el mundo subdesarrollado y la preservación ambiental, en el cual resultaba casi imposible pensar que la expansión de éste dejara de conducir inexorablemente a la degradación del ambiente, que ya era manifiesta en los países industrializados. En este contexto, los resultados de la Conferencia se concretaron dentro del estrecho margen que quedaba entre el paradigma vigente y la necesidad de encontrar soluciones al avance de los problemas ambientales, poniendo de manifiesto la dificultad de sortear las contradicciones existentes entre la necesidad de crecimiento económico y la preservación del ambiente.
II. De Estocolmo a Río
Durante los años siguientes a la reunión de Estocolmo de 1972 los problemas ambientales se acentuaron, así como también, la brecha económica entre países pobres y ricos. A pesar de las numerosas reuniones internacionales realizadas y de los programas de las Naciones Unidas implementados, tales como el PNUMA y el Programa “El Hombre y la Biosfera” – MAB- , la contaminación y la sobreexplotación de los recursos naturales se habían constituido en hechos instalados.
En 1982, con motivo de conmemorarse el décimo aniversario de Estocolmo’72, la ONU produjo la denominada “Declaración de Nairobi”. Esta declaración reconocía expresamente que los logros alcanzados habían sido insuficientes para responder a los objetivos enunciados en 1972, y recalcaba la urgente necesidad de intensificar los esfuerzos en el ámbito mundial, regional y nacional, para proteger y mejorar el ambiente.
A fines de la década de los ’80, los problemas ya habían superado las predicciones más pesimistas, realidad que quedó reflejada en los informes producidos por el Club de Roma .
Es el comienzo de una nueva etapa caracterizada por problemas ambientales que toman dimensión planetaria, como el agotamiento de la capa de ozono y el cambio climático global. Este último fenómeno puede tomarse como un ejemplo emblemático, siendo el resultado del exceso de gases contaminantes termoactivos emitidos a la atmósfera que superaron su capacidad de sumidero. La pérdida de ésta capacidad o función está produciendo un cambio irreversible que se traduce en un incremento del efecto invernadero y, consecuentemente, de la temperatura
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