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Microbiologia


Enviado por   •  16 de Diciembre de 2012  •  2.544 Palabras (11 Páginas)  •  273 Visitas

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DEFINICION DE EDUCACION

La palabra educación se ha empleado a veces en un sentido muy amplio para designar todo el conjunto de influencias que la naturaleza o los demás hombres pueden ejercer, bien sea sobre nuestra inteligencia, o bien sobre nuestra voluntad. Comprende, como dice Stuart Mill, "todo aquello que hacemos por cuenta nuestra y todo aquello que los demás hacen por medio de nosotros, a fin de acercarnos a la perfección de nuestra naturaleza.

Pero esta definición comprende hechos totalmente heterogéneos y que no pueden reunirse bajo un mismo vocablo, sin correr el riesgo de caer en algunas confusiones. La acción de las cosas sobre los hombres es muy diversa, como modo de obrar y como resultados, de la que ejercen los propios hombres. Esta última es la única que por ahora nos interesa y, por tanto, será oportuno reservar para ella el término de "educación".

Según Kant, "la finalidad de la educación consiste en desarrollar en cada individuo toda la perfección que cabe dentro de sus posibilidades". ¿Y qué es lo que hay que entender por "perfección"? Se trata, como se ha dicho muchas veces, del desarrollo armónico de todas las facultades humanas. Llevar hasta él más alto nivel que pueda alcanzarse la suma de posibilidades que hay en nosotros, realizarlas con toda la plenitud que cabe en nuestros medios, sin que se perjudiquen las unas a las otras, ¿no es quizás un ideal por encima del cual no sería posible colocar uno mayor?

No todos estamos hechos para reflexionar, se necesitan también hombres de intuición y acción. Al contrario, también se necesitan hombres que tengan la tarea de pensar. Pues bien, el pensamiento no puede desarrollarse más que apartándose del movimiento, replegándose sobre sí mismo, sustrayendo de la acción exterior a aquel que se entrega por entero a pensar.

Y todavía menos satisfactoria la definición utilitarista según la cual la educación tendría como objeto "hacer del individuo un instrumento de felicidad para sí mismo y para sus semejantes" (James Mill), porque la felicidad es una cosa esencialmente subjetiva, que cada uno aprecia a su modo.

Y así llegamos a la crítica generalizada en la que incurren todas estas definiciones. Parten del postulado de que existe una educación ideal, perfecta, instintivamente válida para todos los hombres. Y esta educación universal y única la que el teórico se esfuerza en definir. Pero ante todo, si consideramos la historia, no encontramos en ella nada que sea capaz de confirmar esta hipótesis. La educación ha variado infinitamente, según los tiempos y según los países. En las ciudades griegas y latinas la educación intentaba adiestrar al individuo para que se subordinase ciegamente a la colectividad, para que se convirtiera en una "cosa" de la sociedad. Hoy, la educación se esfuerza en hacer de ella una persona autónoma.

¿Se dirá que todo lo que se ha hecho no representa lo ideal? ¿Qué si la educación ha cambiado, esto se debe a que los hombres se han equivocado al juzgar lo que tenía que ser? Pero si la educación romana hubiera recibido el sello de un individualismo que pudiera parangonarse con el nuestro, no habría podido conservarse la "comunidad" romana; la civilización latina no habría podido surgir ni, sucesivamente, nuestra civilización moderna que en gran parte se ha derivado de ella.

Efectivamente, toda sociedad, considerada en un momento determinado de su desarrollo, tiene un sistema de educación que se impone a los individuos con una fuerza generalmente irresistible. Es inútil creer que podemos educar a nuestros hijos como queramos. Existen costumbres a las que tenemos que conformarnos; si intentamos sacudírnoslas de las espaldas, más tarde ellas se vengarán en nuestros hijos. Estos, una vez que hayan crecido y se hayan hecho adultos, no se encontrarán en condiciones de vivir entre sus contemporáneos, con los que no se sentirán en armonía. Han sido educados en unas ideas o demasiado arcaicas o demasiado avanzadas; da lo mismo; la verdad es que tanto en un caso como en otro los así educados no son de su época y, por consiguiente, no se encuentran en condiciones de vida normal. Existe, por tanto, en cada período, un modelo normativo de la educación, del que no nos es lícito apartarnos sin tropezar con vivas resistencias que intentan contener las veleidades de los disidentes.

Pues bien, las costumbres y las ideas que determinan este modelo no hemos sido nosotros, individualmente, quienes las hemos creado. Son el producto de la vida en común y expresan sus necesidades. En su mayor parte son además obra de las generaciones anteriores. Todo el pasado de la humanidad ha contribuido a crear este conjunto de máximas que encuadran a la educación de hoy; toda nuestra historia ha dejado huellas en él, comprendida la historia de los pueblos que nos han precedido. Pasa lo mismo que con los organismos superiores, que llevan en sí mismos algo así como un eco de toda la evolución biológica de la que son el resultado.

2. Definición de la educación

Para definir la educación hemos de examinar los sistemas educativos que existen o que han existido, compararlos entre sí, poner de relieve los caracteres que tienen en común. La suma de estos caracteres constituirá la definición que andamos buscando.

Ya hemos determinando, mientras avanzábamos en nuestra exposición, dos elementos. Para que se tenga educación es menester que exista la presencia de una generación de adultos y de una generación de jóvenes; así como también una acción ejercida por los primeros sobre los segundos. Nos queda por definir ahora la naturaleza de esta acción.

No existe, por así decirlo, ninguna sociedad en la que el sistema educativo no presente un doble aspecto: ese sistema es, al mismo tiempo, uno y múltiple. Es múltiple: efectivamente se puede decir en cierto sentido que existen tantas especies diversas de educación cuantos son los diferentes ambientes sociales en esa sociedad.

Es evidente que la educación de nuestros hijos no debería depender de la casualidad que les ha hecho nacer aquí o allí, de unos padres en lugar de otros. La heterogeneidad que entonces se produce no se basa, como aquella cuya existencia comprobábamos hace poco, en desigualdades injustas; sin embargo, no por eso resulta menor. Para encontrar una educación absolutamente homogénea e igualitaria sería preciso remontarse a las sociedades prehistóricas, dentro de las cuales no existía ninguna diferenciación; e incluso aquellas sociedades no representaban más que un momento lógico dentro de la historia de la humanidad.

Pero, sea

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