Microbiologia
lopezjennifer30 de Enero de 2013
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Hablar y escribir
Una condición necesaria para aprender ciencias
Neus Sanmartí, Mercè Izquierdo y Pilar García*
El reto actual de la clase de Ciencias no es
tanto transmitir información como enseñar
a utilizarla, a establecer relaciones entre
informaciones aparentemente dispares y,
muy especialmente, a comunicar nuestras
ideas e interpretar las expresadas por los
demás. Este artículo sostiene la idea de que
enseñar a hablar y escribir ciencia ha de ser
uno de los objetivos prioritarios de las clases,
para que muchas más personas accedan a
esta forma de conocimiento.
Enseñar a
hablar y
escribir
ciencia es un
objetivo
prioritario en
la clase.
GUILLEM HUERTAS.
Ciencias, Lenguaje, práctica pedagógica
Junio / N.0 281 / Cuadernos de Pedagogía 55
u T E M A D E L M E S u
en que los estudiantes se encuentran con la dificultad
de nombrar algo que conocen pero no saben cómo
expresar de forma sintética. Por ello no nos ha de extra
ñar que no encuentren ningún sentido al aprendizaje
de nombres y fórmulas que no les sirven para
nada (sólo para aprobar exámenes), ya que no los
pueden conectar con hechos del mundo real.
La precisión del lenguaje científico es otra caracter
ística importante. Generalmente, en la clase
de Lengua se insiste tanto en aprender las distintas
maneras de expresar una idea como en la riqueza
de significados de una misma palabra. En la
de Ciencias, en cambio, se usan términos cientí-
ficos empleados en todo el mundo para designar
ideas o conceptos precisos. Así, palabras como
«fuerza», «trabajo», «energía», «modelo», «elemento»,
etc., poseen muchos significados diferentes en el
lenguaje cotidiano, pero sólo uno de ellos es válido
en el lenguaje científico. También los verbos suelen
ser muy específicos. Por ejemplo, es válido hablar de
«ejercer» una fuerza, pero no de «tener» fuerza.
Pero en el estudio de una lengua no sólo es necesario
conocer su vocabulario, sino sobre todo
sus estructuras lingüísticas. Generalmente el aprendizaje
de las mismas resulta más difícil, pero hay que
tener en cuenta que éstas son precisamente las reglas
del juego que posibilitarán la comunicación, es decir,
que nos entiendan cuando hablemos una determinada
lengua. Y cada forma cultural (poesía, pintura,
música, ciencia...) ha creado su propio lenguaje
para expresar sus «creaciones».
Estas estructuras se relacionan con las llamadas
«habilidades cognitivo-lingüísticas», que se activan
en el momento de producir o de intentar comprender
un texto. Y se relacionan tanto con habilidades
cognitivas como analizar, comparar, clasificar,
identificar, interpretar, inferir, deducir, transferir,
valorar, etc., como con las estructuras conceptuales
construidas a lo largo de los siglos por cada
disciplina, y que son las que configuran la cultura
(véase Cuadro 1).
Para que los alumnos reconozcan estas diferencias,
se les puede pedir que se imaginen que son
poetas o poetisas que han de describir el cielo que
ven desde su ventana. Luego se les pedirá que imaginen
que son meteorólogas o meteorólogos y se les
invitará a describir de nuevo el mismo cielo. De este
modo, los alumnos toman conciencia de que
ambas formas de descripción no se diferencian sólo
en la idea expresada o en el vocabulario utilizado,
sino también en la estructura del texto.
En el campo científico se requieren distintas habilidades
cognitivo-lingüísticas, tales como: describir,
definir, interpretar, justificar y argumentar, pero
consideramos que la actividad más importante es
explicar, ya que incluso un texto descriptivo puede
ser, desde el punto de vista científico, explicativo.
Por ejemplo, cuando al observar una mezcla la describimos
diciendo que «se ha formado una disoluci
ón», estamos afirmando implícitamente que «el
soluto se ha disgregado en partículas muy pequeñas
que no se pueden ver a simple vista y que se han
distribuido por todo el disolvente», expresión que
podríamos asociar a una explicación. Por ello, el
problema didáctico en la clase de Ciencias es conseguir
que incluso cuando el alumno nombre o
describa algo, explique, es decir, demuestre que
comprende aquello de lo que habla.
Dificultades de los textos científicos
Quizás la mayor dificultad que encuentra el alumnado
en la clase de Ciencias estriba en entender (y
practicar) que para explicar hechos observables debemos
referirnos a entidades no observables, es decir,
a un modelo. Así por ejemplo, el alumnado
observa y constata que llueve, pero para explicar este
fenómeno debe hablar de evaporación, condensaci
ón, de frentes, presiones, etc.; asimismo, puede
constatar que el azúcar desaparece al mezclarlo con
el agua, pero para explicarlo ha de hablar de partí-
culas de azúcar, de cómo están unidas y cómo se separan,
de partículas de agua, de su distribución... y,
según el nivel educativo en el que se encuentre, de
entalpía, producto de solubilidad, etc.
Por ello se dice que una explicación científica es
como un iceberg (véase Cuadro 2): se pregunta sobre
aquello que emerge en el mundo, pero al alumnado
se le pide que lo explique utilizando conocimientos
que forman parte de la porción del iceberg
que se encuentra sumergida, es decir, el modelo.
Por esta razón resulta tan necesario realizar transposiciones
didácticas de las ideas científicas. El proceso
de enseñar y aprender ciencias se puede realizar
a distintos niveles en función tanto de la edad
como de las finalidades del aprendizaje. No es lo
mismo enseñar el concepto de «disolución» en Primaria
que en el Bachillerato, como tampoco lo es
preparar a los alumnos para seguir estudios del área
Cuadro 1
HABILIDADES COGNITIVAS
analizar, comparar, clasificar, identificar, ordenar,
formalizar, hipotetizar, interpretar,
inferir, deducir, relacionar, transferir, organizar,
jerarquizar, valorar, ajustar...
HABILIDADES COGNITIVO-LINGÜÍSTICAS
describir, definir, resumir, explicar, justificar,
argumentar, demostrar...
CONOCIMIENTOS CIENTÍFICOS
conceptos, modelos, teorías, técnicas, procesos,
métodos, valores, actitudes...
posibilitan y se
concretan en desarrollan
influyen en la
construcción de
influyen en el
desarrollo de
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científica en la universidad o para que sean capaces
de interpretar problemáticas ambientales. Sin
embargo, en todos los casos deben aprender a utilizar
entidades teóricas.
Por ejemplo, cuando se pregunta a los alumnos
acerca de las causas del aumento de masa de un
árbol a lo largo de los años, muchos de ellos (en
todas las edades) dan razones fundamentadas en
sus observaciones (le han salido más hojas, más ramas;
han pasado muchos años, muchas estaciones;
ha llovido bastante; etc.). En cambio, otros saben
además que deben hablar de dióxido de carbono,
de fotosíntesis, de la reproducción celular, etc.
Y ello no quiere decir que muchos de los que no
utilizan estas entidades no las conozcan, sino que no
las consideran relevantes para responder a la pregunta.
Podríamos afirmar que tienden a extraer de
su memoria argumentos que pertenecen solamente
al nivel superficial del iceberg.
Pero también puede suceder lo contrario. En general
hemos comprobado que los estudiantes tienden
a construir explicaciones a base de generalizaciones
válidas para cualquier ejemplo, y hablan de
biotipo, biocenosis, productores, consumidores,
etc. (parte inferior del iceberg), sin establecer relaciones
específicas con los datos conocidos. Demasiado
a menudo, los profesores y los mismos
alumnos creen que han enseñado (o aprendido)
algo porque saben repetir lo que dice el libro de
texto, o utilizar palabras nuevas del vocabulario
científico, pero de hecho sólo se puede hablar de
aprendizaje si los alumnos saben utilizar las nuevas
ideas y palabras para explicar nuevos hechos.
Otras dificultades más particulares, pero no por
ello menos importantes, son las siguientes:
- El uso de verbos comodín, como «tener» o «hacer
». De hecho, la mayoría de las concepciones alternativas
las encontramos asociadas a verbos, más
que a sustantivos. Por ejemplo, el color, el olor, la
imantación, la fuerza, etc., se asocian a «tener» una
sustancia: el hierro «tiene» hollín; el sulfato de cobre
hidratado «tiene» color azul, y Juan «tiene» mucha
fuerza. Y la digestión se asocia
...