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Nervio Cubital


Enviado por   •  17 de Noviembre de 2013  •  7.182 Palabras (29 Páginas)  •  332 Visitas

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INTRODUCCION

Las neurosis son episodios de desequilibrio psicológico que se presentan en personas que han alcanzado una función mental relativamente adecuada.

Son trastornos mentales sin una base orgánica demostrable, en los cuales el paciente puede tener un considerable poder de auto observación y una sensación adecuada de la realidad; en ellos lo más común es que no se confundan las experiencias patológicas subjetivas y sus fantasías, con la realidad externa. La conducta puede ser afectada seriamente, aunque es común que se mantenga dentro de límites sociales aceptables; pues la personalidad no está desorganizada.

Típicamente, la conducta neurótica es repetitiva, conduce a una mala adaptación y es insatisfactoria. Funcionalmente, las neurosis son reacciones inadecuadas a las causas de estrés.

En consecuencia, muy a menudo los síntomas incluyen angustia y una exageración o hiperactividad de los mecanismos que el paciente emplea comúnmente para resolver su angustia y el estrés.

Las neurosis pueden ser de tipo recurrente y se manifiestan de la misma forma a través de toda la vida del paciente. Pueden variar de gravedad, desde episodios leves hasta una enfermedad grave e incapacitante, que incluso requiera hospitalización. Neurosis antiguamente quiso decir lleno de nervios.

Di Mascio, (1970) dijo: "Las neurosis son episodios de desequilibrio psicológico que presentan en personas que han alcanzado una función mental relativamente adecuada".

LA PERSONALIDAD NEUROTICA

CONCEPTO DE NEUROSIS

Según la OMS, la neurosis es un trastorno psíquico sin una alteración orgánica demostrable, el las cuales el juicio de la realidad se halla conservado y hay lucidez. Las personas neuróticas son conscientes de su enfermedad, ya que reconocen sus síntomas, de los que la angustia es el más importante. Desde el punto de vista del psicoanálisis, las manifestaciones neuróticas son el resultado de conflictos inconscientes entre varias fuerzas impulsivas y defensivas, cuya distribución no ha sido exitosa. Los cuadros neuróticos se producen como consecuencia de conflictos en la estructura psíquica de la persona. Dichos conflictos son inconscientes. Aunque las causas son inconscientes, poco tiempo antes de la aparición del cuadro puede observarse que ha ocurrido un hecho de cierta significación, como la pubertad, embarazo, adolescencia, fallecimiento de un ser querido, divorcio, etc. Cuando los mecanismos internos que evitan el desequilibrio de las fuerzas fracasa, se desencadena un conflicto, provocando un daño

LA PERSONALIDAD NEUROTICA

Como nuestro interés reside principalmente en las maneras en que la neurosis afecta la personalidad, el campo de nuestra investigación habrá de quedar limitado en dos sentidos. En primer lugar, hay neurosis que pueden darse en individuos cuya personalidad se halla intacta o inalterada en lo restante, produciéndose a título de meras reacciones frente muna situación exterior plena de conflictos. Después de haber examinado la naturaleza de ciertos procesos psíquicos fundamentales, retomaremos estas simples neurosis de situación y expondremos brevemente su estructura11. Mas ahora no son éstas las que nos importan ante todo, pues no traducen una personalidad neurótica, sino sólo una momentánea falta de adaptación respecto a determinadas situaciones dificultosas. Al hablar de neurosis nos referimos a las neurosis de carácter, es decir, a aquellas condiciones que, si bien pueden presentar un cuadro sintomático exactamente igual al de las neurosis situacionales, contienen también el trastorno básico de la deformación del carácter12. Resultan de un insidioso proceso crónico que por lo general comienza en la infancia y llega a afectar, con mayor o menor intensidad, sectores más o menos amplios de la personalidad. Superficialmente considerada, también una neurosis de carácter puede resultar de una situación actual de conflicto, pero el minucioso registro de los antecedentes podrá demostrar que existían rasgos anormales del carácter mucho antes de que surgiera la situación con- . flictual; que la dificultad momentánea a su vez obedece en gran medida a trastornos

personales preexistentes y, por fin, que el individuó reacciona en forma neurótica a una situación vital que no entrañaría el menor conflicto para una persona sana. La situación revela rheramente la presencia de una neurosis que puede haber existido desde algún tiempo.

En segundo lugar, no nos interesa tanto el cuadro sintomático de las neurosis, cuanto, predominantemente, los mismos trastornos del carácter, pues las deformaciones de la personalidad constituyen el fondo permanente de las neurosis, mientras que los síntomas, en el sentido clínico, podrán variar o aun faltar por completo. También desde el punto de vista cultural la formación del carácter tiene mayor importancia que los síntomas, dado que es aquél y no éstos lo que determina la conducta humana. Al ahondar el conocimiento de la estructura de las neurosis y al comprender que la cura de un síntoma no significa por fuerza la desaparición de la neurosis, los psicoanalistas han ido desplazando en general su atención, para fijarla más en las deformaciones del carácter que en los síntomas. En sentido figurado, cabría decir que los síntomas neuróticos no constituyen el propio volcán, sino antes bien sus erupciones, mientras que el conflicto patógeno, como el volcán, se encuentra profundamente oculto en el individuo, a tal punto que este mismo lo desconoce.

Sentadas estas restricciones, procede plantear la cuestión de si los neuróticos de hoy tienen en común rasgos tan esenciales como para permitirnos hablar de una «personalidad neurótica de nuestro tiempo».

En cuanto a las deformaciones del carácter que acompañan los diversos tipos de neurosis, nos atraen más sus discrepancias que sus similitudes; así, el carácter histérico es decididamente distinto del carácter compulsivo. Sin embargo, las diferencias llamativas radican en los mecanismos o, en términos más generales, en el modo de manifestarse y de resolverse ambos trastornos. Un ejemplo de ello es la importancia de la proyección en el tipo histérico, frente a la intelectualización de los conflictos en el tipo obsesivo. En cambio, las semejanzas a que aludimos no conciernen a las manifestaciones o a los mecanismos de su producción, sino al contenido del propio conflicto. Con mayor exactitud, diremos que esas similitudes no se refieren tanto a las experiencias que han impuesto genéticamente el trastorno, sino a los conflictos actuales que mueven a la personalidad.

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