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Ontología Del Lenguaje


Enviado por   •  3 de Septiembre de 2013  •  4.088 Palabras (17 Páginas)  •  445 Visitas

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Uno de los focos de este blog es la Ontología del Lenguaje, una potente herramienta que me permite generar sentido a lo que vivo y a lo que hago. Gracias a los buscadores, un alto porcentaje de mis visitantes llega a aquí por esa vía.

Desde que inicié el blog, el Dr. Rafael Echeverría - creador del término"Ontología del Lenguaje" -, ha sumado varias obras entre las que destaco: "La Empresa Emergente", "Por la Senda del Pensar Ontológico", "Raíces de Sentido", "Actos de Habla: V.1.La Escucha" y "Conversación con Rafael Echeverría", textos que espero ir comentando a futuro. A ellos se unen los ya clásicos "El Búho de Minerva" y "Ontología del Lenguaje".

Por estos días ha llegado a mis manos la transcripción dela grabación de una conferencia que Rafael Echeverría ofreciera en la Universidad Católica de Temuco, Chile, en agosto del 2003 y que es un buen resumen de su visión.

Me he tomado la libertad de dividir ese texto en dos post y subtitularlo para hacerlo más ameno. Que les sea de utilidad.

La agonía del Programa Metafísico

"Yo creo que hemos estado siendo partícipes de una transformación muy profunda, quizás de las más profundas que uno pueda concebir, una transformación que pienso pone en cuestión premisas fundamentales que hemos preservado durante cerca de 25 siglos. Sin embargo, ha sido una transformación que está tomando tiempo, que se inició ya hace algunos años, algún tiempo atrás, que no culmina del todo todavía, que no tiene un hito claro que la marque, porque es una caída dentro de Berlín, pero que pienso que va a cambiar por completo la faz de la tierra y la forma como convivimos los seres humanos. Yo creo, que estamos asistiendo a la clausura de un período fundamental de la historia de la humanidad, particularmente de la historia de occidente, lo que yo llamo la clausura del Programa Metafísico

Para entender lo que digo quiero hacer un poquito de historia, remontarme al siglo VI A. de C., cuando en función de la invención del alfabeto algunos hombres en el mundo griego empiezan a hacerse preguntas sin precedentes, comienzan a inaugurar la forma de encarar el mundo que no era habitual, comienzan a preguntarse por el principio, por los fundamentos de todo lo que existe, de la naturaleza. El primero que se lanza con preguntas insólitas fue Tales de Mileto, de la parte Jónica de Asia Menor del mundo griego, y Tales nos dice: “el principio de todo lo existente es el agua, todo viene del agua, el agua está presente en todo lo que existe”. y comienzan distintos griegos a dar respuestas diferentes. Y en ese dar respuestas distintas se produce súbitamente una gran confrontación. En el lado Oeste del mundo griego surge la respuesta extraña, la respuesta insólita surge Parménides, en el sur de Italia que dice, “el principio de todo lo existente es el ser, el ser es inmutable, el ser no cambia y lo que importa es entender el ser de lo existente, el cambio es una ilusión”. Desde el lado Este de ese mismo mundo griego se escucha otra respuesta, surge la voz de Heráclito que se enfrenta a la respuesta de Parménides y dice: “no señores, lo que es una ilusión es el ser, el fundamento de todo lo existente es el devenir, todo está en cambio constante, todo está en permanente transformación,” equipara a ese cambio con la imagen del fuego. Heráclito para nosotros es uno de los grandes sabios del mundo antiguo, contemporáneo de Buda, de Confusio, es el gran sabio occidental, nos dice: “el principio de todo lo existente es el logos”. En la época de Heráclito el logos significaba fundamentalmente el lenguaje, después se da una connotación distinta. Dice Heráclito: “el lenguaje es lo que transforma el caos, es lo que da el sentido”.

Los demás filósofos se preocupaban fundamentalmente de preguntarse por la raíz de todo lo existente en la naturaleza, del mundo exterior, Heráclito da un salto, nos confiesa que no solamente se ha preocupado por el principio fundamental de todo lo existente en la naturaleza, sino que ha indagado en su propia naturaleza y descubre cosas insólitas, entre ellas nos dice que nuestro carácter es nuestro destino, que los seres humanos tenemos la vida que corresponde a la forma de ser de cada uno, el destino está definido por nosotros mismos y al indagar en esta búsqueda de la naturaleza propia se sitúa en una respuesta fundamental de la que somos parte, la pregunta: cómo somos los seres humanos, qué nos caracteriza, por qué somos como somos, por qué nos diferenciamos de otros seres, qué es lo característico, esa confrontación queda así planteada y de alguna forma desarrollos posteriores tienden a desperfilarla.

En ese momento surge un personaje muy particular, de Atenas, en el corazón del mundo griego: Sócrates, que busca lo fundamental, entender lo que es el bien de bien, lo que es vivir de una manera adecuada para los seres humanos; es el primer filósofo de la vida, a los anteriores, la vida nos les interesaba mayormente, y cuando inaugura el camino que va a marcar de manera decisiva la historia de la humanidad, Sócrates tiene que escoger un camino, el camino de Parménides o el camino de Heráclito, y Sócrates escoge el camino de Parménides y, por lo tanto, comienza un conjunto de enseñanzas importante donde la noción del ser está en el centro. Hace varias aportes más, en ese ser busca las ideas abstractas universales que dan cuenta de él. Se compromete con la búsqueda de la verdad, revindica el pensamiento racional, sin embargo, será un discípulo de Sócrates: Platón quien va en lo fundamental a inaugurar lo que llamamos el Programa Metafísico, no lo inaugura Sócrates, lo inaugura Platón, que define los soportes fundamentales de la forma como hemos vivido en el mundo occidental.

Para Platón lo más importante, no es tanto el arte de la vida, es el conocimiento, es la razón, es la búsqueda de las ideas que constituyen para él la raíz de todo lo que existe y Platón inaugura la metafísica que será luego desarrollada por sus propios discípulos.

Aristóteles y la Metafísica, él plantea sus tres pilares: la noción de ser, la noción de verdad y la definición del ser humano como un ser racional, inaugura la Metafísica. Y si uno los lee, y se pregunta no solamente qué dicen. Si uno lee, por ejemplo, la Metafísica de Aristóteles y se pregunta no tanto qué se dice allí, sino contra quién está dicho lo que se dice allí, uno se da cuenta que está fundamentalmente escrita para demostrar que Heráclito estaba equivocado. Heráclito y los Sofistas, (de los Sofistas no tenemos tiempo de hablar ahora). La Metafísica busca mostrar que el camino de Heráclito es un camino

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