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La Ontología Del Lenguaje

carmenduartev17 de Noviembre de 2014

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SEGMENTO I

REVISIÓN BIBLIOGRÁFICA DE LA OBRA “LA ONTOLOGÍA DEL LENGUAJE”

Análisis de la obra “La Ontología del lenguaje”

Autor: Rafael Echeverría.

Año: 2005

Lom Ediciones S.A.

La ontología del lenguaje es una tesis desarrollada por el Dr. Rafael Echeverría en su libro Ontología del lenguaje, que trata de explicar al ser humano como un ser intrínsecamente lingüístico. Este texto, está fundamentado en pensadores como Fernando Flores, Humberto Maturana, Francisco Varela, Friedrich Nietzsche, Martin Heidegger, Martin Buber, Ludwig Wittgenstein, John L. Austin y John Searle.

El texto está estructurado en XI capítulos, todos ellos relacionados con el Lenguaje, su ontología, los actos Lingüísticos, los juicios, el escuchar, las emociones, las conversaciones, y el poder que tiene el Lenguaje sobre la acción humana.

En relación a ésta aseveración realizada por Echeverría, es necesario preguntarse si en efecto; ¿es el ser humano, intrínsecamente un ser lingüístico? ¿Todo fenómeno social, es un fenómeno lingüístico?, para aclarar estas dudas es necesario pasearse por los argumentos que nos presenta Echeverría, en donde afirma que “la ontología hace referencia a nuestra comprensión genérica —nuestra interpretación— de lo que significa ser humano. En este sentido, para el autor; la ontología, es nuestra comprensión de lo que significa ser humano, lo cual no implica necesariamente la adopción de una perspectiva metafísica, afirma también que podemos tener una ontología metafísica, como la tuvieron los metafísicos griegos, pero podemos también generar ontologías no metafísicas, como lo reivindica la ontología del lenguaje.

Así mismo; para explicar su concepción, Echeverría diseña lo que llama “Los postulados básicos de la ontología del lenguaje”, los cuales son:

1.- Los seres humanos son seres lingüísticos: desde los tiempos de Sócrates, el lenguaje no había sido una temática de reflexión filosófica relevante, ello cambia durante la segunda mitad del siglo XX con el nacimiento de la filosofía del lenguaje que cuestiona la interpretación imperante del rol sólo descriptivo y pasivo del lenguaje.

John L. Austin plantea que el lenguaje además de describir y constatar lo que ya existe es capaz de generar nuevas realidades, es decir, construimos futuro y transformamos el mundo a través del lenguaje. El lenguaje es sobre otras cosas lo que hace de los seres humanos el tipo particular de seres que somos. Somos seres que vivimos en el lenguaje. Somos seres sociales. No hay lugar fuera del lenguaje desde el cual podamos observar nuestra existencia, lo que para los seres humanos representa la experiencia de existencia, se realiza desde el lenguaje. El lenguaje representa para los seres humanos, en el decir de Nietzsche, una prisión de la cual no pueden escapar; o, en el decir de Heidegger, la morada de su ser. Los seres humanos habitan en el lenguaje.

2.- El lenguaje es generativo: El lenguaje no sólo nos permite hablar "sobre" las cosas: hace que ellas sucedan. Por lo tanto, el lenguaje es acción, es generativo: crea realidades. El filósofo norteamericano John Searle sostuvo que, sin importar el idioma que hablemos, siempre ejecutamos el mismo número restringido de actos lingüísticos: los seres humanos, al hablar, hacemos declaraciones, afirmaciones, promesas, pedidos, ofertas. Estas acciones son universales. No sólo actuamos de acuerdo con cómo somos también somos según actuamos. La acción genera ser. Uno deviene de acuerdo con lo que hace.

3.- Los seres humanos se crean a sí mismos en el lenguaje y a través de él: al decir lo que decimos, al decirlo de un modo y no de otro, o no diciendo cosa alguna, abrimos o cerramos posibilidades para nosotros mismos y, muchas veces, para otros. Cuando hablamos modelamos el futuro. A partir de lo que dijimos o se nos dijo, a partir de lo que callamos, a partir de lo que escuchamos o no escuchamos de otros, nuestra realidad futura se moldea en un sentido o en otro. Pero además de intervenir en la creación de futuro, los seres humanos modelamos nuestra identidad y la del mundo que vivimos a través del lenguaje.

El lenguaje no es, como se ha visto, el foco ni la preocupación principal de la ontología del lenguaje. Su interés principal son los seres humanos. Esto distingue a la ontología del lenguaje de disciplinas como la lingüística y la filosofía del lenguaje. Aunque haya sido fuertemente influenciada por ambas, la ontología del lenguaje tiene un objeto de estudio diferente. La lingüística y la filosofía del lenguaje tienen al lenguaje como preocupación principal. El foco de atención de la ontología del lenguaje son los seres humanos.

Siguiendo el recorrido por el texto; Rafael Echeverría hace énfasis en que la ontología del lenguaje, no es sólo un desarrollo que nace únicamente del terreno de las ideas. Ha habido importantes condiciones históricas que han facilitado el surgimiento de las ideas que representan su centro teórico. La emergencia de nuevas formas de comunicación —que ha llamado lenguaje electrónico— constituye, en su opinión, una de esas fuerzas históricas fundamentales que apuntan en esa dirección, por lo tanto, la ontología del lenguaje es capaz de llenar una necesidad histórica en el tratamiento de muchos de los asuntos que desafían al mundo de hoy (culturales, políticos, económicos, individuales, etcétera).

En el mismo orden de ideas, Echeverría, realiza a través de la propuesta realizada por John R, algunas premisas básicas. Una de ellas es; que en el hablar se observan cinco actos lingüísticos básicos identificados como: juicios, declaraciones, afirmaciones, pedidos y promesas que incluyen las ofertas, sobre los que se explaya. Según Echeverría, el acto lingüístico básico es la declaración, y todo es una declaración, hablar es declarar. Cada vez que el hombre habla, declara algo, y lo sostiene a un punto tal que bien puede decirse que hay un sólo acto lingüístico, la declaración, con cinco maneras de manifestarse: como declaración, como juicio, como afirmación, como pedido y como promesa que incluye la oferta.

Además de la persona que declare, el contexto juega un rol determinante en los efectos que producirá en el mundo esa declaración. El hecho de identificar un acto lingüístico como declaración no trae aparejado en sí un efecto determinado, ya que éste dependerá de la persona que lo emita y del contexto en el que haya sido realizado.

En consecuencia, el hecho de hablar en sí mismo, es más una posibilidad de acción que su certeza, y no necesariamente producirá un determinado efecto en el mundo, ya que éste para ocurrir dependerá, en principio, del contexto en el que ese hablar suceda y de quién sea el que hable. Incluso podría no producir efecto alguno.

De igual forma; Echeverría divide la ontología del lenguaje en dos grandes campos que llama descriptivo y generativo, con la idea de diferenciar lo que sucede por el hablar, o las consecuencias que hablar pueda causar en el mundo, y resulta evidente que describir lo que sucede es bien diferente a generar que suceda otra cosa. A modo de ejemplo cuando alguien habla de lo que pasa, o sobre lo que pasa, está describiendo con el lenguaje, de modo que el hablar podría llamarse descriptivo. En cambio cuando ese alguien crea algo nuevo con su hablar, cuando genera algo, entonces su accionar puede considerarse generativo para esta disciplina.

Avanzando luego sobre este razonamiento sostiene que hay solo dos actos lingüísticos que generan acción: pedidos y promesas. El pedir y el prometer ponen en funcionamiento un proceso generativo de acción.

Dentro del concepto de lenguaje descriptivo y generativo será bien simple conocer anticipadamente de cuales conversaciones se generará acción y de cuales se obtendrá una descripción. A modo de ejemplo sobre una conversación de queja se obtendrá una descripción sobre lo que sucede y no le gusta al hablante, y si se transforma en una conversación de propuesta se obtendrá una posibilidad de cambiar eso que no le gusta. Así la ontología sostiene que el lenguaje genera realidad.

El lenguaje permite al hombre extrapolar su manera de crear, potenciándola, ya que al suceder fuera de él puede observarla depositando sus ideas en un espacio diferente del que ejerce para pensarlas, y ese lugar de interacción es el lenguaje. El hombre se observa en el lenguaje.

En relación a un hablar en sociedad y no en soledad, este concepto es vital para la producción de efectos con el lenguaje, de modo que ese resultado, llamado efecto producto del lenguaje, estará relacionado con la manera en que sea generada y recibida esa conversación.

El solo hecho de hablar puede disparar la capacidad generativa del lenguaje en el mundo, ocurriendo efectos por ese hablar. Si al menos uno de los involucrados en esa conversación posee distinciones suficientes podrá entonces orientar los efectos de ese hablar hacia el objetivo pretendido. Si no, podrían generarse efectos no deseados, un debate estéril, acciones desenfocadas, contexto inapropiado afectándose la relación que, según propondré más adelante, es la base del íntimo poder generativo del lenguaje.

Una interesante observación es adicionar al pedido y a la promesa para lograr su efectividad, la distinción relación, para así coordinar acciones. Esto se debe a que el mayor de los juegos que le da sentido al lenguaje, y en consecuencia a la ontología del lenguaje, es la relación la que justamente originó el lenguaje, ya que este fenómeno,

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